Assange y el miedo a denunciar al poder

En opinión de Carlos Morales Cuevas

Assange y el miedo a denunciar al poder

El miedo es fundamental para que los que ostentan el poder puedan seguirlo haciendo. El mensaje claro que el gobierno de Estados Unidos quiere lanzar no se puede ni se debe obviar de ninguna manera ni por ningún motivo. Al fundador de WikiLeaks, Julián Assange, podrían condenarlo hasta a 175 años de prisión como consecuencia del terrible pecado cometido; es decir, haber informado al mundo las espantosas violaciones a los derechos humanos, los crímenes de guerra y algunas otras atrocidades cometidas por el “todo poderoso” gobierno de EEUU.

Julián Assange destapó los crímenes que las fuerzas armadas, el Departamento de Estado y la CIA cometieron en Afganistán, Irak, Libia, Siria, etc. El asunto es que lo hizo en un momento en el que el asesino y torturador es al mismo tiempo el gran juez que ahora puede condenarlo; “Julián Assange destapó la tortura, él mismo ha sido torturado y podría ser torturado hasta morir en Estados Unidos”, como asegura Nils Meizer, relator especial de la ONU para casos de tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.

Assange fue investigado por más de nueve años por presunta violación, cosa rarísima si tomamos en cuenta que no existía una denuncia por tal delito. Los medios de difusión masiva juegan un papel fundamental a la hora de enjuiciar algo o a alguien; ejemplo claro de ello es la declaración de una mujer que dijo haber tenido relaciones sexuales consensuadas con Julián Assange, pero como éste no había usado condón, ella quería que él se hiciera una prueba de VIH y; dicha declaración, evidentemente tergiversada de manera alevosa, en aquel momento la publicó el periódico sueco Expressen, en su primera plana, con un titular que aseguraba que Assange era sospechoso de dos violaciones.

Nils Meizer, resume lo anterior de esta manera: “Sólo puedo señalar el orden de los acontecimientos: una mujer entra a una comisaría. No quiere presentar cargos, pero quiere exigir una prueba de VIH. La policía luego decide que esto podría ser un caso de violación y un asunto para los fiscales. La mujer se niega a aceptar esa versión de los hechos y luego se va a su casa y le escribe a un amigo que esa no era su intención, pero la policía quiere «ponerle las manos encima» a Assange.”

Después de los 2 mil 487 días que Assange estuvo asilado en la embajada del Ecuador en Reino Unido; el presidente ecuatoriano, Lenin Moreno, traidor a cualquier ideal de justicia, autorizó que las fuerzas de seguridad británicas entraran a la sede diplomática y se llevaran a Assange; a pesar de que, la embajada es considerada territorio soberano del Ecuador y que, a Assange se le había concedido la ciudadanía ecuatoriana y, la Constitución del Ecuador prohíbe extraditar a sus ciudadanos.

Antes de eso, el viernes 17 de mayo de 2019, Lenin Moreno; había decretado un estado de emergencia que suspendía los derechos de los presos a la "inviolabilidad de la correspondencia, la libertad de asociación y reunión y, la libertad de información" a través del Decreto Ejecutivo 741. Con base en esto, Kristinn Hrafnsson, editor de WikiLeaks, profetizó en aquel momento: “El Lunes 20 de mayo, el Ecuador realizará un espectáculo teatral en la Embajada del Ecuador en Londres, para sus amos en Washington, justo a tiempo para que puedan expandir su caso de extradición antes del plazo límite del 14 de junio. La administración de Trump está induciendo a sus aliados a comportarse como si estuvieran en el Lejano Oeste".  Estados Unidos también solicitó al Ecuador documentos y material audiovisual de Assange y sus visitas, recolectados durante una extensa operación de espionaje en contra de éste dentro de la embajada. La incautación figura oficialmente como "Asistencia Penal Internacional 376-2018-WTT, requerida por las autoridades de los Estados Unidos de Norteamérica". El número de referencia de la documentación indica que la cooperación formal del Ecuador con los Estados Unidos se inició en el año 2018.

“Desde el día de su arresto, el 11 de abril de 2019, los abogados de Assange y la cónsul de Australia en Londres, han presentado docenas de demandas documentadas a la embajada del Ecuador para la liberación y devolución de las pertenencias de Julián Assange, demandas que no han obtenido respuesta”, según se puede leer en el texto titulado: Funcionarios ecuatorianos entregan la defensa jurídica y pertenencias de Julian Assange a Estados Unidos, publicado el 20 de mayo de 2019 en WikiLeaks.org.

Los llamados “cables” de WikiLeaks, Collateral Murder o Irak War Logs, publicados en abril y octubre de 2010 respectivamente, fueron la primera piedra en la construcción del camino para que Edward Snowden filtrara en 2013 la información sobre los programas de la Agencia de Seguridad Nacional estadunidense: PRISM y Xkeyscore, que servían para obtener de forma masiva datos recabados por compañías como Apple, Google y Facebook.

En lugar de ser perseguidos los responsables de los crímenes de guerra estadounidenses, se está persiguiendo a Assange y, es que, él publicó, entre un gran número más de documentos, por ejemplo, los “diarios de la Guerra de Afganistán” la cual es considerada una de las filtraciones de información más grandes de la historia del ejército de EEUU.

WikiLeaks ha significado una especie de Watergate contemporáneo y hoy, cinco décadas después del escándalo que hizo que Nixon renunciara a la presidencia de Estados Unidos, absurdamente se discute la Primera Enmienda de la Constitución de aquel país, que garantiza, al menos en teoría, la libertad de prensa y de expresión, que como ahora es evidente, puede acabar siendo letra muerta; y que, a pesar de eso, es lo más cercano que hay a dichas libertades en EEUU.

El próximo 18 de mayo se retomará el juicio, después de que la jueza Vanessa Baraitser dictaminara el fin de la primera parte, por el pedido de extradición que hizo el gobierno norteamericano; mientras tanto, Assange tendrá que seguir en la cárcel británica de Belmarsh, en la cual, en palabras de Héctor Bernardo: “permanece en condición de aislamiento y con derecho solo a dos visitas sociales al mes, puede ver la luz del sol solamente una hora por día, no interactúa con otros detenidos y es sometido a toda clase de humillaciones y torturas psicológicas.”

Assange está encarcelado en un lugar al que, por razones lamentablemente obvias, se le conoce como el “Guantánamo chiquito”, es torturado y posiblemente sea condenado por haber hecho la tarea fundamental de todo periodista: recabar información, analizarla y hacerla pública.

De acabar esto como aparentemente acabará, la extradición y la ejemplar sentencia contra Assange, no sería sólo contra él, sino también contra la libertad de prensa. El mensaje que el gobierno de Estados Unidos enviaría a todos los periodistas de cualquier parte del mundo que se atrevan a hacer su trabajo; es decir, a hacer público lo que ellos no quieren que se sepa, es muy claro. Como decía al principio de este texto, El miedo es fundamental para que los que ostentan el poder puedan seguirlo haciendo, y miedo a hacer su trabajo es lo que los poderosos quieren que los periodistas tengan.  Lamentablemente, en un futuro muy próximo podríamos estar viendo el epitafio de la libertad de prensa y la libertad expresión en la fatal condena a Julian Assange.