Serpientes y escaleras - Las peligrosas similitudes

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Las peligrosas similitudes

Quien observe como se van dando las cosas, entenderá que se repiten algunos escenarios.

 

Las peligrosas similitudes

Ningún proceso electoral es igual, las circunstancias, los tiempos, los personajes y el entorno social son factores que influyen y hacen que cada elección, aunque parecida en algunos puntos, sea distinta. Las que sí se repiten son las estrategias, las formas de operar y las acciones que algunos grupos implementan para tratar de ganar. Entre lo que vimos en la víspera de la sucesión del 2018 y lo que comienza a dibujarse en el preámbulo del 2024 hay algunas similitudes que vale la pena apuntar.

Lo primero que habría que entender son los ciclos de los gobiernos: los primeros dos años representan, en el mejor de los casos, la luna de miel del poder, es el espacio donde los gobernantes son queridos, respetados y gozan de toda la fuerza. Al llegar a la mitad del sexenio las cosas comienzan a cambiar, para ese momento ya existe un desgaste social natural y muchas presiones políticas en contra.

El cierre de sexenio empieza pasado el cuarto año, es en ese punto cuando el panorama cambia y el reclamo ciudadano aumenta; en ese momento ya no queda nada de la luna de miel, tampoco hay espacio para justificaciones o para echarle la culpa al pasado; lo hecho o dejado de hacer se convierte en parte activa de la narrativa social y casi siempre se traduce en un deterioro acelerado de la imagen de quien gobierna.

No importa de quién se trate, ni del partido que gobierne, los ciclos del poder son los mismos y las circunstancias son iguales porque la sociedad es la misma. De unos años a la fecha lo que se ha modificado es el tiempo: la luna de miel dura menos, no mucho más allá de un año y el reclamo social empieza antes de llegar a la mitad del periodo. El final de un régimen es cada vez más complicado, turbulento y lleno de historias que refieren problemas de violencia, inseguridad, corrupción y abuso de poder.

A pesar de la empatía que Andrés Manuel López Obrador conserva con un sector importante de la población, el cierre de su administración no es distinta a lo que acabamos de comentar. Cierto: el presidente mantiene un importante bono social y aún puede presumir una alta simpatía pública, aun así, es claro que no es el mismo hombre que tomó el poder hace cuatro años, ni terminará con los mismos aplausos que recibió cuando tomó protesta en el 2018. El poder desgasta.

En Morelos hay que considerar este tipo de aspectos para advertir lo que veremos en los meses siguientes y distinguir algunos puntos que pueden confundir a los estrategas políticos del régimen.

Primero: el ejercicio de poder ha provocado un desgaste notorio en la administración estatal; el esfuerzo de la triada política por recomponer el escenario del poder ejecutivo es loable, pero insuficiente todavía para revertir los problemas ocasionados en los primeros tres años por Ojeda, Hugo Erick y Sanz.

Segundo: es importante distinguir entre la fama personal de Cuauhtémoc Blanco como una estrella del futbol profesional mexicano y su rentabilidad social como figura política; es innegable que el examericanista sigue vigente como una de las figuras más importantes de la cultura popular contemporánea, pero también es indiscutible que la simpatía hacia su trayectoria como deportista no se traduce en votos. Para entender esto basta revisar las cifras de las elecciones en las que ha participado.

Un aspecto más que analizar en esta historia tiene que ver con el rumbo que siguen las cosas en el proceso de sucesión y el rol que ha tomado el hermano del gobernador en el Movimiento de Regeneración Nacional. Hasta hace algunos meses Ulises Bravo Molina era conocido solo en algunos círculos de poder, se le concedía ascendencia con el jefe del ejecutivo, se le describía como un hombre inteligente, pero ajeno formalmente al ejercicio de poder estatal. Hoy es distinto.

Ulises Bravo tiene ahora un rol político propio y una línea de actuación pública dentro de la 4T, su incorporación a la contienda interna de Morena y su lucha por la presidencia del partido lo convirtió en un referente de ese partido, en alguien que debe ser considerado dentro del escenario electoral del 2024. Su manejo, empero, llama la atención poque en ciertos puntos parece replicar algunas acciones que vimos en el sexenio pasado y podría tener el mismo resultado; la corriente política afín al gobernador Cuauhtémoc Blanco debe ser muy cuidadosa para no cometer los errores del graquismo.

Recordemos: Rodrigo Gayosso construyó una estructura con dinero, generó alianzas a partir de intereses económicos e incorporó a figuras que le juraron lealtad por conveniencia; al final sus aliados fueron los primeros en darle traicionarlo. El formato que diseñó el hijastro de Graco Ramírez se montó en la estructura formal del gobierno, operó a través de funcionarios estatales desde distintas secretarías y con el partido como canal; en los procesos internos y las movilizaciones que se realizaron antes de la elección todo salió conforme lo planeado, pero cuando llegó el momento de hacer votar a la gente en un proceso constitucional todo se vino abajo.

El error en la estrategia de Graco Ramírez y de Rodrigo Gayosso estuvo en la soberbia y el exceso de confianza; con todo el poder del gobierno y la fuerza del estado supusieron que las alianzas eran reales, por convicción y que sus operadores eran eficientes; dinero en mano el hijastro incómodo fue sumando a su causa a diputados, alcaldes y toda clase de actores políticos que, por cierto, le cobraban en efectivo o en especie por esta lealtad. Cuando vino el momento de la verdad y de las definiciones el castillo de naipes cayó y todo lo invertido por se fue a la basura.

Graco y Gayosso no tuvieron humildad para actuar, ni inteligencia de negociar con los demás; confiados en que tenían el control del partido, el manejo del gobierno estatal, el apoyo de muchos alcaldes y legisladores y el respaldo de la dirigencia nacional, decidieron aplastar a sus rivales. Y perdieron.

Cualquiera que haya observado la manera como se desarrolló el proceso electoral pasado puede darse cuenta que mucho de lo visto en el proceso de sucesión del 2018 se está repitiendo ahora, empezando por funcionarios que presumen capacidad de operación política cuando lo único que hacen es comprar voluntades con dinero. Tener el control casi total de las cosas es algo que puede resultar políticamente contraproducente si no se tiene la sensibilidad para entender que el manejo del poder no es un ejercicio individual, ni un platillo que se pueda comer en solitario.

Hoy todo se le está alineando a Ulises Bravo y ello lo obliga a reflexionar sobre lo que está haciendo y la forma como lo está haciendo.

  • posdata

El respaldo público que brindó el dirigente nacional de Morena a Ulises Bravo fue excesivo y estuvo fuera de lugar; en lugar de ayudarlo lo perjudicó. A nadie dentro del Movimiento de Regeneración Nacional le queda duda que Mario Delgado simpatiza con Cuauhtémoc Blanco y con su hermano, pero la forma como lo externó generó animadversiones y enemigos innecesarios.

Los corifeos de Ulises Bravo celebraron estas expresiones y las resaltaron como una muestra del poder de quien ocupará de facto la dirigencia estatal; olvidan la complejidad que representa el manejo del obradorismo y las consecuencias de un avasallamiento como el que plantea Mario Delgado, quien será dirigente nacional solamente hasta el 2023.

Las expresiones del líder morenista no abonan a la unidad interna, ni reflejan el actuar imparcial de una dirigencia; es más: sus comentarios estremecieron las bases morenistas y en nada ayudan al trabajo de conciliación que trata de hacer Ulises Bravo. Preguntemos entonces ¿Lo quiere ayudar o perjudicar?

Aún sin ser parte formal del consejo estatal del partido Ulises Bravo es una pieza muy importante del Movimiento de. Regeneración Nacional y como tal tendrá un rol relevante en el futuro; proclamarlo dirigente de facto por encima de lo que establece la ley, pero sobre todo por encima de los procesos que marca un partido democrático implica un abuso de poder que confirma la mediocridad de un dirigente que tiene hecho pedazos el partido a nivel nacional. Si Mario Delgado quiere que la cabeza de la 4T en Morelos sea Ulises Bravo ¿Por qué no simplemente lo nombra delegado especial en funciones de dirigente?

Contrario a los festejos que algunos aliados de Bravo Molina hicieron tras las expresiones de la dirigencia nacional morenista, lo que ese grupo debería hacer es acelerar el proceso de conciliación interna para curar heridas. ¿De qué le servirá al hermano del gobernador ser presidente de facto de un partido en donde las expresiones internas no lo reconocen o peor, le juegan la contra?

Que Morena pierda las elecciones del 2024 depende de que los morenistas se peleen entre ellos.

  • nota

Esto es lo que dijo públicamente el dirigente nacional de Morena Mario Delgado, respecto a la sanción del TEPJF a Ulises Bravo Molina:

“En el caso de Morelos tenemos el acecho permanente de las autoridades electorales, todo el tiempo están viendo como le meten el pie a Morena y no, no han podido, Morena sigue creciendo, Morena se sigue fortaleciendo; Ulises Bravo fue electo como congresista, ha tenido una participación muy activa en nuestro movimiento desde que hicimos alianza con el PES en el 2018; no es nuevo en el movimiento, ha estado desde hace varios años, él fue electo congresista y después, en una votación muy cerrada, gano la dirigencia estatal y ahí está el tribunal metiendo su mano y decidió darlo de baja. ¡Pero ya le dijimos que para nosotros él es el presidente del partido en Morelos y lo vamos a poner a trabajar así que no se va a salvar de la chamba! … todos los que estamos aquí estamos muy conscientes de una enseñanza que nos ha dado el presidente a lo largo de muchos años: lo importante no es el cargo, lo importante es el encargo, así es que le vamos a encargar que nos ayude a organizar Morena en Morelos”

  • post it

Solo con más dinero y más policías, dice el comisionado de seguridad en Morelos José Antonio Ortiz Guarneros, se resolverá el problema de inseguridad; ninguna estrategias va a funcionar mientras no se tengan los elementos necesarios para combatir el crimen, afirma el marino.

Morelos necesita, según lo reveló hace algunas semanas el gobernador Cuauhtémoc Blanco, 15 mil policías para atender la prevención del delito en los 36 municipios que conforman la entidad; en la actualidad la CES tiene solamente 3 mil.

Para el ejercicio fiscal 2023 la Comisión Estatal de Seguridad solicitará un incremento presupuestal del 40 por ciento, que implica alrededor de 1 mil 500 millones de pesos; sin este recurso es imposible que veamos buenos resultados en la estrategia de seguridad del estado, según lo asume el almirante.

¿O sea que la pacificación depende solo del dinero que se le invierta a la policía?

  • redes sociales

Los rabinistas desaparecieron después de la derrota en el proceso interno de su partido; el desprecio de la militancia a la corriente de Rabindranath Salazar empezó con la pérdida de posiciones en el consejo estatal, pero se extendió hasta la expulsión del director del IDEFOM, un cargo que había promovido su madre.

La debacle de Rabindranath tiene que ver con su alejamiento del estado, pero se agudizó con los excesos de su familia y el bajo nivel de sus operadores políticos.

Lo que le ocurre no es producto de la casualidad; de ser el primero en la línea de sucesión, ahora ni siquiera aparece en el escenario.

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