2024: mujer y dominio.

En opinión de Dagoberto Santos Trigo.

2024: mujer y dominio.

La lucha de la mujer por su derecho al sufragio fue épica. El
resultado lo es aún más: la asunción al poder: Morelos y el país. Este
primero de octubre de 2024 es histórico: el liderazgo femenino, al
frente del Poder Ejecutivo local y federal.
Es momento de prudencia. Los juicios a priori no tienen cabida. El
escepticismo, mucho menos. El análisis superficial (que se dispersa en
la oralidad tribal y las redes sociales) insiste en que López Obrador
estará gobernando, atrás, como si se estuviera suscitando un segundo
Maximato. La especulación es un utensilio desestabilizador, que nada
aporta al desarrollo de la democracia.
Por ahora, debemos exigir a ambas mandatarias que se conduzcan con
pulcritud, resolviendo las necesidades más apremiantes: salud, empleo,
educación, seguridad, apoyo a grupos segregados, como: indígenas,
madres solteras, jóvenes, afromexicanos, integrantes de la diversidad
sexual y otros. No es tiempo de expectativas exageradas y laudatorias.
Estamos ante el escenario de la política plena y equitativa, en que la
inclusión sigue en ascenso. La equidad contemporánea es decisiva. Sin
embargo, las posturas machistas van a continuar. ¿Cómo combatir esa
intolerancia o nivel de violencia? La respuesta es simple: aceptando
que la mujer es predecesora del vasconcelismo. Precursora del
modernismo.
La presidenta y la gobernadora se convirtieron en paradigmas a seguir.
A sus espaldas avanza un grupo de mujeres talentosas, que pretende
ganarse un espacio en la toma de decisiones cruciales. Hoy, el espacio
púbico requiere de compromisos, y no de discursos banales, demagógicos
y baladíes. El tejido hemático es el mismo entre mujeres y varones.
La perspectiva de género es indispensable, puesto que el abuso o
prejuicio de ciertos sectores aún no se extingue. Se trata de
construir una sociedad más igualitaria.
Otro elemento a destacar es que, desde ya, la reconfiguración del
Estado es una realidad; pero, con bemoles. Los extremos son nocivos;
es decir, 1. El fanatismo. 2. La crítica acerba, vacía y subjetiva. La
alianza nacional es necesaria.
De igual forma, la sensatez tiene que imperar. Los cambios no se
vislumbrarán de la noche a la mañana. Éstos serían graduales. Ésa es
la intuición general; aún prevalece una atmósfera compleja de
imposiciones y vicios: corrupción, impunidad, felonía y estructuras
dogmáticas que prevén manipular el pensamiento.
En ese sentido, insisto: la barrera discriminatoria y los estereotipos
todavía son notorios. Forzosamente, la feminidad dentro de la política
tendrá que combatirlos con empeño, sin distinción de colores
ideológicos ni inclinaciones filosóficas. La red de valores se
resquebrajaría si no se toman las medidas idóneas.
A las autoridades comiciales nos compete continuar en la senda de la
sistematización de elecciones transparentes e imparciales, bajo la
premisa de defender el veredicto de la participación: la soberanía del
votante.
La democratización se emprende a través de la universalidad en
términos de oportunidades de mando. Por ende, es importante que la
mujer se posicione como un actor social auténtico y categórico.
En “Los recuerdos del porvenir”, Elena Garro acota:

Adelante de los pasos de un hombre siempre van los pasos de una mujer”.