“¿Y dónde está José Ramón?” Treinta y un años de la desaparición de José Ramón García Gómez. Deuda histórica y reto para la Comisión de Búsqueda de personas del estado de Morelos
En opinión de Aura Hernández
Llevo tres días buscando a mi hermana, se llama Altagracia, igual que la abuela.
Salió del trabajo pa' la escuela.
Tenía puestos unos jeans y una camisa blanca.
No ha sido el novio. El tipo está en su casa.
No saben de ella en la PSN, ni en el Hospital
Rubén Blades, “Desapariciones”
Durante algunos años de mi vida, José Ramón García Gómez, fue con mucho el nombre que más referí en mis escritos como comunicadora. Hoy regreso al tema, porque, aun cuando institucionalmente hemos avanzado en la construcción de un cuerpo normativo vigoroso para la defensa de los derechos humanos, prevalece la impunidad, la injusticia y la violación del derecho verdad, en su caso y en el de los más de 40 mil personas desaparecidas de este país. Como nunca tenemos un sistema de protección de los derechos humanos robusto y también hoy como nunca hay impunidad.
El próximo 16 de diciembre, se cumplen 31 años de la desaparición forzada del activista José Ramón García Gómez. El caso se convirtió en emblemático, no solo porque fue una de las primeras veces que varias instituciones fueron cuestionadas por el delito de desaparición forzada y por el uso que se dio a los cuerpos policiacos para reprimir la disidencia política, si no, por el activismo de la familia de José Ramón y el de sus compañeros de la lucha política que obligó a las autoridades a realizar acciones para legitimarse.
“El caso José Ramón” como le llamábamos quienes le dimos seguimiento fue, me atrevo a decir, la causa directa para la creación de la Comisión Estatal de Derechos Humanos que, paradójicamente ha dado al estado de Morelos fama de vanguardista, cuando sus raíces se anclaron en la impunidad y en una necesidad política. Lo mismo ocurrió con la creación de la Fiscalía Especializada para la búsqueda de García Gómez, que cuyo primer titular fue Raúl Carrancá y Rivas, aunque fue histórica tuvo resultados muy lamentables.
Testigos presenciales informaron que José Ramón García Gómez fue detenido en Cuautla, por policías integrantes del Grupo de Investigaciones Políticas de la Procuraduría General de Justicia del estado de Morelos, que en ese entonces comandaba el “súper policía” del sexenio rivapalacista, Apolo Bernabé Ríos y aún cuando se probó que fueron servidores públicos los que autores de su secuestro, fue imposible que el caso se investigara como uno de desaparición forzada. La desaparición forzada de personas es un delito de lesa humanidad que ya se padecía en México desde décadas atrás y que tuvo su época “más gloriosa” durante la guerra sucia en México, donde los disidentes del régimen eran desaparecidos, o detenidos y después desaparecidos.
Al cumplirse un año de la desaparición de García Gómez, el Comité Político del Partido Revolucionario de los Trabajadores del que él era militante, denunció ante los medios de comunicación que no obstante la infinidad de acciones y diligencias ante autoridades estatales y federales, no se había llegado a tener un resultado concreto. Denunciaron que la Comisión Especial que se creó y que era presidida por el Secretario de Gobernación salinista, Fernando Gutiérrez Barrios tampoco dio resultados positivos y de lo único que había consenso era de, según ellos, García Gómez estaba vivo y no había salido del país.
El caso era tan importante para el gobierno federal que en un tramo de su investigación participó también otro “súper policía”, Guillermo González Calderoni a quien la precedía un halo de eficacia por su participación en asuntos del narcotráfico en Sinaloa y otros estados de la República. Tal vez, porque hubo presión internacional para exigir la presentación con vida de García Gómez
El estado de Morelos contaba entonces con una vigorosa y diversa sociedad civil que se organizó y colocó también en la discusión pública no solo el tema de la desaparición de José Ramón García Gómez, sino el tema de las violaciones a los derechos humanos, la desaparición forzada como un crimen de lesa humanidad y también conformó organismos independientes para la defensa de los derechos humanos.
Quienes participamos en la vida pública de ese entonces fuimos testigos de la creación de un organismo colectivo, cuyo origen estuvo indudablemente ligado también a la búsqueda de José Ramón García Gómez, que desde entonces se llamaba Comisión Independiente de Derechos Humanos cuyas siglas CIDH, jugaba un poco con el acrónimo de la siglas de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
En la CIDH confluyeron mentes brillantes, luchadores sociales, activistas por los derechos humanos, laicos y practicantes y al hacerlo se convirtieron en el punto de referencia para los medios de comunicación de lo que significaba en ese entonces la lucha por los derechos humanos, desde entonces y hasta hoy, ellos siguen siendo imprescindibles. José Martínez Cruz, Ignacio Suárez Huape, Julián Cruzalta, Juliana García Quintanilla, Flora Guerrero, Antolín Escobar, Pedro Zamora Briseño, ofrezco una disculpa si omití algún nombre, fueron refrescaron con un trabajo profesional y comprometido la lucha por los derechos humanos en el estado de Morelos.
Hoy que la impunidad y los problemas de seguridad han originado que esa sociedad civil vigorosa y comprometida no esté tan organizada, y que, aunque sea en lo formal las instituciones hayan avanzado, considero que un reclamo justo para la actual Comisión de Búsqueda de personas en el estado de Morelos es pedirle que empiece ya, la búsqueda de José Ramón García Gómez, como una forma de resarcimiento a una deuda histórica, no solo en su caso, sino en la de todas las personas que hoy no están y que por miedo no alzaron la voz.