Punto kairo - Contenido explícito

En opinión de Juan Salvador Nambo

Punto kairo - Contenido explícito

La música ha sido un tema predilecto para mis estudiantes de licenciatura y posgrado. Tanto en ciencias políticas como en pedagogía se ha reconocido la influencia que tiene la música en los distintos ámbitos de la vida del ser humano. Dichos estudiantes afirman que la música puede salvar vidas y no sólo ser un elemento de entretenimiento, por lo tanto, se han dado a la tarea de analizar algunas letras de las canciones del top ten global de Spotify, que dicho sea de paso, en México, tiene a un par de reguetones y corridos tumbados como los principales de la lista.

Investigadores de prestigio internacional han reiterado que géneros como el reguetón y los nuevos corridos, pese al contenido explícito que contienen, seguirán escuchándose y lo peor que puede hacerse es censurarlos o hacer como que no existen. Los mensajes sexistas que contienen, la violencia verbal con que se manifiestan sus autores y los cuentos “de hadas” que muestran, son evidentes.

No obstante, es necesario revisar las letras con detenimiento y hacer de la escuela, nuestra escuela, y en todos los niveles, una instancia en la que se desbaraten los discursos que menosprecian a la mujer, que engrandecen artificialmente las historias del crimen organizado y que desprecian la vida de todo aquél que no toma bebidas alcohólicas caras, es impulsivo, tiene autos ostentosos o que se relaciona con pandilleros o criminales.

Esas ficciones en las letras del reguetón y de los corridos tumbados o bélicos, a diferencia de los narcocorridos, se asemejan a los cuentos de Disney, en el que se tiene como máximo a personas anónimas cuyo reino son los negocios ilegales, los excesos, el dinero y ser joven y feliz para siempre. Nada más alejado de la realidad.

En Morelos, desde hace una década, se han identificado tres jefes de plaza de distintos cárteles de droga: Isidro Castro Salgado, alias el Ray; Irving Eduardo Solano Vera, alias el Profe o el Gato; y Santiago Mazari Hernández, alias el Carrete o el Señor de los Caballos (Macleod, 2022). Todos ellos con perfil bajo, con cierta capacidad de liderazgo y dispuestos a morir, matar y/o negociar con las corporaciones policiales y el poder político. Empero, la muerte, la traición y la cárcel se han mantenido como constante y no lo que señalan las canciones que de moda se ponen.

El debate sobre el reguetón radica en el lenguaje ofensivo hacia la mujer, en la pornografía auditiva y visual tan explícita que se muestra. Las letras contienen temas como: consumo de drogas, alcoholismo, machismo, la realización de actos ilegales, excesos, maltratos, sexo, materialismo, infidelidades, enfrentamiento de pandillas, entre otros, que claramente un niño no maneja.

De ahí que varias de las propuestas que hicieran aquellos estudiantes de educación superior era el de colocar a los discos de reguetón, narcocorridos y aquellos tumbados o bélicos, el aviso con letras blancas y fondo negro que especifique que las letras de las canciones tienen contenido explícito.

En este espacio promovemos la libertad de expresión y consideramos que la música es una herramienta indispensable para el ser humano, ya que con ella expresamos diferentes tipos de emociones y sentimientos, además de que también la música nos identifica como persona y ofrece nuestra riqueza cultural. Sin embargo, en pro de una igualdad que al metal y al hip hop se le ha negado, sería bastante pertinente hacer estos anuncios solo para avisar que el contenido no es para niños.

Cabe señalar que la música no son solo notas, ritmos o melodías, son prácticas, creencias, tradiciones, características propias que nos hacen sentir orgulloso de lo que somos. Y, aunque estamos conscientes de que vendrán tendencias peores, consideramos pertinente lo que señalan los investigadores de la UPN, Roberto González Villarreal, Marcelino Guerra Mendoza y Lucía Rivera Ferreiro en su columna Cortocircuitos del Blog Insurgencia Magisterial, en el que dedicaron un par de opiniones al tema (“Peso pluma en la escuela: ¿Y ahora qué hacemos?”):

“Ni dejar pasar, ni prohibir: ¿Entonces? La respuesta no podría ser más sencilla y más difícil: volver las canciones un caso de estudio, aprovecharlas, diseccionarlas, cogerlas por los cuernos, no dar la vuelta, desbaratarlas y discutir sus mensajes y sus decires; sí, con los mismos niños que las cantan, con las mismas niñas que las celebran, para decodificar el machismo, la ilegalidad, los valores trucados, todo lo que promueven, alguna vez sabiéndolo, otras nomás repitiendo.

“¿Difícil? No más que una clase de matemáticas o de español, quizá menos, porque los corridos tumbados hablan de lo de todos los días, de la mujer-objeto, de los comportamientos machistas, de la propiedad; y los corridos bélicos de lo que ven y escuchan todos los días, de lo que sufren dentro y fuera de la escuela a diario.

“Y ese es el punto: en estas condiciones, no hay que esperar que las cosas vayan a la escuela; sino la escuela vaya a donde se le necesita, con los más vulnerables, con las más agredidas, con los más desesperanzados”.