Valoración de la Economía del Cuidado
En opinión de Lorena Elizabeth Castillo
Es necesario reconocer que, dentro de los temas de equidad de género, igualdad y una vida libre de violencia, escasamente o casi nunca, se toca el del trabajo doméstico no remunerado de las mujeres.
Las actividades domésticas y de cuidados sigue siendo asignado de manera desproporcionada a las mujeres en todas las etapas de su ciclo vital.
La mayor parte de ellas no son remuneradas por estas ocupaciones que son el soporte vital para los hogares y la sociedad en general.
Este espacio lo dedicamos hoy al Día Internacional por la Reivindicación del Trabajo Doméstico que se conmemora el 22 de julio de cada año y con el cual se busca el reconocimiento a organizaciones y movimientos de mujeres que han promovido, e insistido en defender el rol que desempeñan las mujeres en el cuidado del hogar a lo largo de sus vidas.
Se trata de que sea reconocida la plusvalía que genera la llamada “economía del cuidado”, la cual tiene su origen en la década de los setenta del siglo pasado y cuyas múltiples labores se integran como partes de una pesada rutina que suele enunciarse como trabajo, pero que no es devengado como tal.
Es entonces cuando entramos al plano de las insoslayables definiciones: El trabajo no remunerado, se realiza sin contraprestación económica, para el bienestar de todas las personas que integran el hogar o una comunidad. No está de regulado ni mucho menos reconocido. En cambio, el remunerado recibe una contraprestación económica en los hogares o fuera de ellos y ya cuenta con un marco normativo regulatorio.
La conmemoración del Día Internacional por la Reivindicación del Trabajo Doméstico tiene su origen en el Segundo Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, celebrado en 1983, el cual tuvo como propósito reconocer a nivel mundial el trabajo diario que millones de mujeres, jóvenes y niñas realizan al interior de los hogares sin ningún pago.
En ese y otros foros que incluyen a México y a nuestra propia entidad morelense se insiste en la urgencia de visibilizar el trabajo doméstico y de cuidados, ya que contribuye a medir mejor el crecimiento económico total y niveles de vida de todas las personas.
De acuerdo a todo lo expuesto, es necesario sustentar con evidencias la creación de políticas públicas de cuidados y, entre ellas, detectar y propiciar los cambios en las relaciones de género que contribuyan a lograr la autonomía económica de las mujeres, mejorando la distribución de sus tiempos.
En otras palabras, en una política pública transversal e incluyente, institucional y personal, es hora que dentro y fuera de los hogares se fomente la participación del padre e hijos en la distribución de las labores de la casa.
Uno de los derechos de mujeres, adolescentes y niñas consiste en dedicar buena parte de su energía en realizarse como personas, precisamente, en estas etapas vitales de su vida. Tal es la reflexión y acciones a que nos debe mover la conmemoración del Día Internacional por la Reivindicación del Trabajo Doméstico.