Serpientes y escaleras - Un nuevo comienzo
En opinión de Eolo Pacheco
El arranque de sexenio no fue malo, pero pudo ser mejor
Un nuevo comienzo
El inicio de año es una nueva oportunidad para reforzar lo bueno y corregir lo malo; en el caso del gobierno estatal permite una operación distinta, con todos los elementos a la mano para trabajar y sin la presión de tener que actuar bajo presión y sin recursos. La de Margarita González Saravia es una administración que genera expectativa y confianza, pero también enfrenta retos y adversidades. Enero es un buen momento para relanzar el proyecto.
Por un tiempo Margarita González Saravia formó parte de la administración pasada y conoció de manera directa la manera como se ejercía el poder en el ejecutivo; luego desde la Lotería Nacional dio cuenta del deterioro paulatino de la administración pública y de los excesos que se cometían al amparo de un gobernador inculto y frívolo, protegido por una presidencia dispuesta a defender a todos los gobiernos de la 4T sin importa lo que hicieran.
Desde antes de que tomara protesta del cargo la gobernadora sabía que recibiría una administración comprometida en lo financiero, desarticulada, con serias fallas de operación y rezago en casi todas las áreas, empezando por la seguridad. A pesar de ello Margarita González Saravia nunca imaginó el tamaño del problema que heredaría, ni el grado de corrupción que encontraría.
El resultado de la elección es un mensaje interesante de la sociedad: por un lado se manifestó un amplio respaldo a Morena a través de su candidata a la gubernatura, pero paralelamente la gente dio la espalda a casi todos los abanderados de la 4T en los municipios. El error en la estrategia de campaña y en el convenio de coalición fue evidente.
En Morelos la victoria de junio pasado no fue absoluta, ni aplastante a pesar de los números: Margarita González Saravia ganó la gubernatura porque es mejor que Lucía Meza Guzmán, pero puede perder terreno en la elección intermedia porque la oposición gobernará en 30 de los 36 municipios que conforman la entidad.
La forma como se manejó el estado los últimos seis años se reflejó directamente en el resultado electoral: la gente consideró a Cuauhtémoc Blanco Bravo como un gobernante igual o peor que Graco Ramírez y rechazó el voto en cascada solicitado por las candidatas presidencial y a la gubernatura; otorgar al futbolista una curul federal significó una burla para los morelenses y una factura que la gobernadora pagará por mucho tiempo.
La elección y arranque de gobierno son parte de una misma historia: lo primero porque representó la conformación del nuevo organigrama electoral y reacomodo de fuerzas políticas y lo segundo porque son las bases de una administración de la que se espera mucho.
Los primeros tres meses del nuevo gobierno no fueron malos a pesar de lo complejo que resultó el inicio, pero están muy lejos de considerarse como el arranque perfecto. La gobernadora apostó por un equipo incluyente, diverso, plural, paritario y con jóvenes; en el papel todo lucía bien, pero en los hechos la historia es otra: el gabinete es dispar, está dividido y quedó muy por debajo de las necesidades de una administración con tantos compromisos.
Aunque hay figuras que sobresalen por su capacidad, experiencia y talento, hay otras que visiblemente no tienen nada que hacer en un gobierno estatal porque no dominan sus áreas, no conocen de administración, están distanciados de los sectores o como en el caso de la secretaria de la mujer, es su primer empleo.
Margarita González Saravia es una mujer de gran corazón y eso lo ha trasladado al ejercicio de gobierno: otorgó su confianza a muchas personas por el simple hecho de que se le acercaron en campaña o alguien se las recomendó; tres meses después es urgente una revisión puntual del equipo más allá de sentimientos, porque evidentemente con ese gabinete no podrá cumplir los retos que ella misma se ha fijado.
Personalmente la gobernadora ha dedicado mucho tiempo a estar en tierra, lo hace porque le gusta, porque se siente cómoda recorriendo el estado y emulando al expresidente Andrés Manuel López Obrador. La de Margarita González Saravia no es pose, su cariño hacia el pueblo es real y se refleja en su forma de ser, en la accesibilidad que tiene con todos.
Pero como gobernante eso no es suficiente y en algún momento será contraproducente, porque el amor al pueblo no basta para que las cosas funcionen, sobre todo si no se tiene un equipo eficiente que haga el trabajo. Margarita González Saravia está dedicando demasiado tiempo a las giras y al hacerlo descuida el trabajo de oficina y permite que otros gobiernen en su lugar. Eso sin descontar lo oneroso que resulta la organización de tantos eventos.
El idealismo de la jefa del ejecutivo es importante para proyectar un gobierno diferente, para cambiar vicios del pasado, para combatir frontalmente la corrupción y erradicar la impunidad, pero debe equilibrarse con trabajo de oficina, con supervisión personal de la administración y tiempo para tomar decisiones. No olvidemos que la gente voto por ella para que gobernara, no para que dejara en otros la responsabilidad de ejercer el poder.
En el gobierno como en cualquier otra actividad pública o privada los equilibrios son importantes; en lo público se requiere de un gabinete equilibrado, sincronizado, que se coordine y se mueva en un mismo sentido. Eso no ocurre hoy en Morelos. En el ejercicio de poder es importante el contacto directo con la gente, pero sustantivo que gobierne quien eligió la gente.
La administración de Cuauhtémoc Blanco se hundió en buena medida por estos factores, porque el gabinete se dividió, varios de sus integrantes no tenían capacidad y una persona distinta, Ulises Bravo, tuvo una fuerte injerencia en la toma de decisiones. Lo mismo pasó con Graco Ramírez, su gabinete de amigos y la intervención permanente de Rodrigo Gayosso.
El arranque del año puede ser el momento para revisar la estrategia y el equipo, pero sobre todo para definir el rumbo de la administración. Atrás quedaron las excusas y la luna de miel, ahora comienza una nueva etapa en donde las justificaciones comenzarán a perder fuerza y la gente exigirá con más insistencia dos cosas: castigo a los corruptos y cumplimiento de promesas; en ese orden.
El arranque del año es el momento perfecto para el relanzamiento de la administración, para ajustar o cambiar en donde se requiera, para redefinir objetivos y para evaluar todo y a todos bajo una premisa simple: resultados.
A Margarita González Saravia le costó mucho obtener la candidatura y ganar la elección, tuvo que hacer muchos compromisos en campaña y ha tenido que pagar gran parte de ellos en este primer trimestre. Hacia adelante eso también debe acabar, porque es notorio que algunos están abusando de ello y esa actitud comienza a generar la idea generalizada de que la corrupción apareció muy temprano en una administración que promete combatirla.
Por si sola Margarita González Saravia no podrá sacar adelante as Morelos, requiere equipo, actitud y sobre todo ser ella quien gobierne.
· posdata
Con el inicio de año comenzó otra etapa en los municipios; en los ayuntamientos hay nuevas autoridades y en todos los casos muchos problemas heredados en materia financiera y de seguridad.
El nuevo mapa político de la entidad abre muchas interrogantes hacia el futuro porque aunque Morena ganó la gubernatura y los cinco distritos federales, la oposición controla a la mayoría de los municipios y gran parte de los distritos locales. Ergo: la oposición domina el territorio.
Margarita González Saravia prometió que se sometería a revocación de mandato al segundo año de su administración y eso por sí mismo representa un reto enorme, porque enfrente hay una oposición decidida a recuperar terreno, en control de los ayuntamientos, con capacidad de construir estructura y deseos de minar a Morena para recuperar el control del estado en el 2030.
La buena voluntad de la gobernadora para ayudar a todos sin distingo de partidos chocará con la personalidad de muchos actores de poder pragmáticos que aprovecharán cualquier oportunidad para ganar terreno; frente a la perversidad opositora está el idealismo de una dama que carece de equipo, que tiene muy pocos operadores políticos y ha tenido que intervenir personalmente temas urgentes de su administración, como el presupuesto.
A nadie queda duda que la jefa del ejecutivo es una mujer decente, proba y un gran ser humano, pero también es claro que esas virtudes no son suficientes para hacer un buen gobierno ni para lograr buenos resultados. Se requiere de experiencia, equipo, decisión y sobre todo ejercer el poder.
Como diría el clásico: no se puede ir al burdel con sotana.
· nota
La segunda vuelta del gobierno de José Luis Urióstegui comenzó: hay un nuevo equipo en el ayuntamiento, funcionarios que repiten y figuras que hacen pensar que las cosas serán mejores.
Su primer periodo de gobierno fue de claroscuros: en los hechos alcanzó buenos resultados, sobre todo en materia financiera, pero frente a la opinión pública se trata de un ayuntamiento que quedó a deber porque no supo comunicar.
En esta etapa las condiciones serán otras: tendrá mucho mayor margen de maniobra en lo económico, experiencia en el manejo de la ciudad y una gobernadora que apoyará a la capital más allá de las siglas políticas. Sin embargo, se mantendrá la presión de los hermanos Terrazas a través de diversas figuras que incrustan en la administración, aunado a una nueva camada de priístas, graquistas y perredistas que buscarán refugio laboral y político en Cuernavaca.
A eso hay que añadir el hecho que José Luis Urióstegui no buscará la reelección en el cargo porque la ley no se lo permite, de ahí que si siguiente paso electoral será una diputación local o federal y algunos de los hermanos Terrazas tomará la estafeta en la capital porque desde ahí se proyectarán a la gubernatura.
Sin ser panista, José Luis es la figura más importante del PAN y desde Cuernavaca ha logrado colocar a ese partido como la segunda fuerza política en la entidad; a pesar de ello difícilmente será considerado candidato azul a la gubernatura en el 2030 porque antes que él están los dueños del partido.
Si José Luis Urióstegui quiere continuar en la política debe modificar el manejo de su imagen y definir desde ahora los pasos que dará en el futuro para no volver a sufrir en las urnas, como ha sucedido en las dos ocasiones anteriores.
Tres años pasan muy rápido.
· post it
Aunque el problema de violencia e inseguridad en Morelos no se ha resuelto, hay señales sobre el comportamiento de los grupos delictivos que advierten un cambio. Veamos:
Desde hace varios años la forma de actuar de los criminales era abierta, sin miedo a la autoridad, quizá porque como comentaban algunos, existía una especie de pacto de protección. Los hechos de violencia y los delitos de alto impacto ocurrían en todos lados a cualquier hora del día, algunas veces frente a las propias autoridades y sin temor de represalias.
Calles, plazas, negocios, escuelas… en cualquier lugar podía pasar algo porque los delincuentes no le tenían miedo a la autoridad.
En las últimas semanas esa situación ha comenzado a cambiar: el número de incidentes violentos sigue siendo alto, pero menor al histórico y los muertos que aparecen ya no son tirados a plena luz del día y en las avenidas principales, sino de madrugada, en lugares solitarios o cañaverales.
El cambio es menor, pero es cambio. La esperanza de que la situación mejore en la entidad radica en que la gobernadora y el secretario de seguridad estatal no hagan pactos como sus antecesores.
Concentrado en su trabajo, sin aspavientos, grillas ni protagonismo, Miguel Ángel Urrutia comienza a dar resultados en un área sumamente compleja, sensible y de alto impacto social. Ayer la presidenta Claudia Sheinbaum reconoció el esfuerzo del secretario; “Sigue trabajando así” dijo frente a algunos alcaldes y secretarios.
· redes sociales
La actividad laboral se normaliza en este inicio de año. Menos en el congreso, para ellos las vacaciones se extienden hasta febrero.
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