Serpientes y escaleras - Sexenio perdido
En opinión de Eolo Pacheco
Después de Graco Ramírez, Cuauhtémoc Blanco era una esperanza. Se quedó en eso
Sexenio perdido
El sexenio que concluye se caracterizó por el enfrentamiento entre poderes y la división del gabinete. Con la fama que le brinda su trayectoria en el fútbol profesional Cuauhtémoc Blanco pudo ser un gobernador que potenciara al estado si hubiera utilizado su imagen, sus relaciones profesionales y el cariño del presidente en favor de la gente. Contrario a ello la que concluye es una etapa más de conflictos políticos, de división social, de violencia, amenazas y escándalos personales. Revertir el daño causado a Morelos costará mucho al nuevo gobierno.
Al iniciar la nueva legislatura local todos los diputados que hicieron uso de la palabra hablaron de cambio, de unidad y de diálogo; es el mismo discurso de siempre, el que se repite cada vez que inicia un ciclo gubernamental o parlamentario, pero rara vez se cumple. La diferencia es que a partir del 01 de octubre al frente del ejecutivo estará una persona que no es afecta a pelear.
Mantener la gobernabilidad en los últimos años fue complicado desde el hecho que el jefe del ejecutivo nunca entendió su significado, ni su importancia. “A mí ni me hablen de gobernabilidad”, repetía constantemente un hombre al que la fortuna le permitió escalar rápidamente en el terreno político sin tener la capacidad o el merecimiento para ello.
La personalidad de Blanco Bravo como gobernador es peculiar porque por un lado se interesaba en apoyar a personas necesitadas y por otro permitía que personajes voraces, corruptos y sin escrúpulos tomaran decisiones en su nombre y con sus actos afectaron la marcha del estado.
La constante a lo largo de la presente administración fue esa, la intromisión en las decisiones de gobierno, la intervención de personas que sin cargo influían en el gabinete, daban órdenes a los secretarios y comprometían la palabra del ejecutivo. Eso y los sujetos que se hicieron amigos del futbolista, los que participaban de las francachelas y de principio a fin le calentaron la cabeza, le metieron ideas y lo enfrentaron con todos.
Son esas voces las que de principio a fin hicieron pelear a Cuauhtémoc Blanco con muchas personas e integrantes del gabinete, los que grillaron hasta lograr la salida de Alejandro Villarreal y Mirna Zavala, los únicos dos secretarios que no aceptaron las órdenes del hermano y que hasta el último día trataron de evitar que se hicieran mal las cosas. Cuando los primeros titulares de Hacienda y Administración se fueron, la contención al interior del ejecutivo se acabó.
Visto a la distancia el sexenio de Cuauhtémoc Blanco es un periodo perdido, desperdiciado, donde se lograron algunas cosas, pero se permitieron abusos y se cometieron descuidos que dañaron severamente al estado y a sus habitantes. El saldo es negativo, aunque el tepiteño asegure que fue “gracias a su trabajo” que Margarita González Saravia ganó la elección.
El futbolista es un personaje limitado en lo académico y en lo cultural, apenas sabe leer y no entiende nada de administración pública, aunque según sus amigos es un hombre de buenos sentimientos; al combinar sus limitaciones con los intereses de su hermano, de sus amigos y de sus aliados, el resultado fue un gobierno convertido en una máquina de guerra para pelear con todos los que no pensaran igual.
La fama de Cuauhtémoc Blanco generó esperanza en muchas personas luego de un gobierno desastroso como el de Graco Ramírez; con un ídolo del fútbol al frente del ejecutivo Morelos pudo hacer voltear los ojos del país a un estado pequeño, pero con un inmenso potencial de crecimiento. Tristemente las historias contadas en esta administración casi siempre fueron negativas, relacionadas con hechos de violencia, vínculos con la delincuencia organizada, corrupción gubernamental y agresiones a mujeres.
De haber tenido un equipo de trabajo más eficiente, menos ambicioso e identificado con el estado, Cuauhtémoc Blanco pudo proyectarse desde Morelos hacia un mejor espacio que el congreso federal, donde lo colocaron por lástima. No es la primera vez que la entidad era gobernada por un tipo inculto y frívolo (ya tuvimos a Sergio Estrada), la diferencia es que en esta administración todos se metieron en la misma dinámica, cedieron a las ambiciones y pasaron por alto su responsabilidad institucional.
Ver el sexenio a la distancia permite identificar errores clave y actitudes que se repitieron: Graco Ramírez tuvo un arranque más o menos decoroso, pero perdió la brújula cuando dejó gobernar a su familia; con Cuauhtémoc Blanco los primeros dos años fueron estables hasta que por tercer periodo consecutivo apareció una segunda voz tomando decisiones que correspondían al jefe del ejecutivo.
Al perredista se le complicaron las cosas cuando su hijastro Rodrigo Gayosso le arrebató el poder y comenzó a mandar; con el futbolista la crisis derivó de la participación de su hermano Ulises Bravo en el gabinete, hablando en nombre del gobernador y ubicando gente de su confianza en posiciones clave.
La regla es que el poder no se comparte, se ejerce, pero eso no ha ocurrido en los últimos tres periodos de gobierno: Marco Adame dejó que su familia cogobernara, lo mismo hicieron Graco Ramírez y Cuauhtémoc Blanco. El resultado es el mismo: los gabinetes se dividieron, los objetivos institucionales no se alcanzaron y el cierre de gobierno se complicó.
El remate de esta historia lo vimos durante la campaña y en los meses que dividen el cierre y el inicio de una nueva administración, con un gabinete que apostó por la candidata opositora, funcionarios que financiaron la campaña de Lucía Meza y personajes que desde hace meses golpean mediáticamente a Margarita González Saravia y a su equipo con la estructura oficial.
Al sexenio le quedan unos días más, apenas dos quincenas, pero la responsabilidad de quienes ejercieron recursos públicos, firmaron documentos y legalmente tomaron decisiones durará por varios años más.
Es imposible pensar que la nueva administración pasará por alto los errores cometidos porque en muchos casos implican acciones fuera de la ley que obligatoriamente deben ser observada; lo mismo sucederá con aquellos personajes que, además, jugaron en contra de la gobernadora, que en campaña patrocinaron a su rival, que la difamaron en las redes sociales desde páginas apócrifas y en estos últimos meses le siembran problemas en las áreas a su cargo.
El ciclo de gobierno de Cuauhtémoc Blanco se cumplió, no así la responsabilidad de quienes formaron parte de su gabinete, él incluido. El futbolista ya despacha en San Lázaro y seguramente se mudará a México, donde siempre ha querido estar; algunos de sus colaboradores también pueden pensar en irse y reiniciar su vida en otro lado por la cantidad de enemigos que dejan en el camino, pero antes de hacerlo deben cerrar legalmente su ciclo laboral.
El poder es para hacer amigos y en este caso se utilizó para abusar de las instituciones y coleccionar enemigos.
· posdata
Uriel Carmona defiende su postura, cargo y dependencia; “El que nada debe nada teme”, afirma el fiscal general ante las críticas que recibe su trabajo.
“La Fiscalía no entra en polémicas con otras autoridades, lo que tenemos es la mano extendida para trabajar en coordinación y por Morelos, estamos tranquilos, el que nada debe nada teme y pues lo que se trata es trabajar por la sociedad de Morelos dando resultados; somos casi mil 800 almas las que trabajamos en la Fiscalía, no es un trabajo de una sola persona, yo soy representante de una institución y lo que tengo que hacer es cumplir con las normas, cumplir con las leyes y con la Constitución… Todos los servidores públicos tenemos un inicio y una terminación de nuestros encargos, ya sea por el plazo o ya sea por alguna situación, seremos respetuosos de las decisiones del Congreso, que es a quién le corresponde evaluar el trabajo del fiscal general y de su estado; nos atendremos a lo que venga, nosotros vamos a seguir trabajando con responsabilidad y con vocación como lo hemos hecho”
El abogado entiende que su situación es complicada en esta nueva etapa legislativa a pesar de que cuenta con la incondicionalidad de los representantes del PAN y del PT; en este momento con los votos de estos dos grupos parlamentarios el fiscal puede sostenerse en el cargo, pero no con la fuerza que tenía cuando controlaba a 15 de 20 legisladores.
Dos retos tiene enfrente Uriel Carmona: el deseo de la presidenta de México y de la gobernadora de que sea relevado del cargo y una mayoría legislativa que tratará de juntar los votos necesarios para cambiarlo.
Lo mejor que podría hacer el fiscal general es buscar una salida pactada que le permita irse sin sobresaltos, pero quizá ese momento ya pasó.
Enemistarse con un gobernador no es cosa fácil; hacerlo con una gobernadora y una presidenta de México es una locura.
· nota
En cuatro semanas el gobernador suplente no puede hacer mucho por cambiar las cosas que se han hecho en la actual administración, pero sí puede dar las condiciones para que la transición de poderes sea tersa.
Aunque algunos funcionarios lo ninguneen, Samuel Sotelo es el gobernador con todas las facultades para actuar, tiene el poder y la capacidad para tomar decisiones y la voluntad para modificar la actitud mostrada por el ejecutivo cuando Cuauhtémoc Blanco era su titular.
Lo único que falta es que se decida a hacerlo.
El personaje que desde el anonimato troleaba a los enemigos del régimen en el sexenio de Graco Ramírez, el que difamaba, agredía, amenazaba e inventaba historias, es el mismo que ha hecho el trabajo sucio en este nuevo periodo de gobierno y que en campaña vilipendió a Margarita González Saravia y a su familia.
Los tiempos cambian, pero las mañas no.
· redes sociales
El duelo de poder al interior del congreso es intenso en estos primeros días. La presidenta de la Mesa Directiva deberá mostrar capacidad de liderazgo y de acuerdos para que los objetivos de la 4T se consoliden.
Jazmín Solano es la figura de confianza de la gobernadora en la cámara de diputados.
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