Serpientes y escaleras - Perder-perder
En opinión de Eolo Pacheco
El gobernador Cuauhtémoc Blanco tiene dos opciones, pero quizá el mismo destino.
Perder-perder
La Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación determinó que Cuauhtémoc Blanco Bravo debe separarse del cargo si quiere conservar la candidatura plurinominal que le concedió Morena en el congreso federal; el resolutivo es inatacable y solo falta saber lo que decidirá el jefe del ejecutivo: concluir su mandato de seis años como gobernador o renunciar de manera inmediata y ser legislador. No puede tener ambas cosas.
De la decisión que tome el mandatario dependen muchas cosas en su futuro y en el de su círculo más cercano; cuando recibió la candidatura plurinominal y optó por mantenerse al frente del gobierno estatal Cuauhtémoc Blanco sabía que existía un riesgo de que el tribunal federal fallara en su contra, pero también estaba consciente del peligro que implicaba irse y cederles la posición a sus enemigos. Tomó la mejor decisión.
Este es el meollo de la historia: si en Morelos hubiera estabilidad política y el diálogo entre actores de poder fuera civilizado, el escenario sería otro: el congreso respetaría el derecho de silla, aceptaría una terna enviada por el ejecutivo y el cierre de administración continuaría sin mayores contratiempos.
La descomposición social y política en la entidad es sumamente grave y en el caso de los poderes legislativo y ejecutivo se ha convertido en una guerra personal, porque desde que asumió el cargo Cuauhtémoc Blanco se ha desmarcado de la clase política local, se autodefine como ciudadano y no oculta su animadversión por todos los actores de poder morelenses. Y el sentimiento se volvió mutuo.
Pero el problema no se quedó en que el jefe del ejecutivo nunca se preocupó por hacer política, relacionarse con la sociedad local, cuidar la gobernabilidad y construir puentes de diálogo con las figuras representativas de la entidad, lo más grave fue que esa fue la línea de su administración, hecho que se combinó con la llegada de la peor legislatura de la historia morelense, la 55, integrada por diputados mediocres, corruptos y varios de ellos señalados por estar vinculado a la delincuencia organizada.
La duda desde que se conoció la postulación de Blanco Bravo al congreso federal sigue siendo la misma ¿dejará el cargo? Aunque el fallo del tribunal federal no admite otro camino legal, la decisión corresponde al futbolista: puede concluir su responsabilidad como gobernador constitucional hasta el último día de su mandato y olvidarse de San Lázaro o irse en las próximas horas para acceder a una curul federal y tratar de conservar el fuero.
Pero aunque solo hay dos opciones, la decisión no es tan sencilla de tomar: si Cuauhtémoc Blanco decidiera abandonar inmediatamente el cargo, su sucesor sería nombrado por el congreso, de mayoría opositora, abiertamente enfrentado a él y con una terna integrada por Marguis del Rayo (esposa de Roberto Yáñez), Julio César Solís y Eliacib Polanco. Y el escenario se pone peor.
No solo el congreso local es enemigo de Cuauhtémoc Blanco, también lo son las Fiscalías General y la Anticurrpución, la Comisión de Derechos Humanos y el Poder Judicial; desde hace tiempo estas instancias se mueven de manera coordinada con los diputados y abiertamente en contra del gobernador. La legislatura mantiene en la congeladora varios expedientes en su contra y lo mismo ocurre en la FGE; la nueva camada de magistrados electos por el parlamento actual están en espera de que alguna de estas acciones lleguen a ellos para darles trámite inmediato.
En la víspera de que el ejecutivo anunciara su decisión de mantenerse en el cargo a pesar de haber sido postulado a una diputación federal, fue enfático en el hecho que los legisladores se preparaban para dar un golpe de estado; “andan como buitres” dijo Cuauhtémoc Blanco al tiempo de asegurar que no permitiría un madruguete: “ya tienen su propia terna y quieren hacer lo mismo que el congreso de Nuevo León intentó con Samuel García… Pero no se los permitiré”.
Para que conserve la diputación federal plurinominal Cuauhtémoc Blanco debe renunciar inmediatamente y ello permitiría a los legisladores nombrar un sustituto; durante dos años el secretario de gobierno y la jefa de la gubernatura intentaron acordar con los diputados, en algún momento llegaron a acuerdos e hicieron compromisos mutuos, pero siempre fueron los legisladores quienes rompieron la palabra empeñada; con ese antecedente es impensable que hoy puedan confiar en ellos. Ergo: si Cuauhtémoc Blanco renuncia, los legisladores inmediatamente nombrarán a uno de ellos como suplente, cambiarán a los integrantes del gabinete e iniciarían la cacería contra el americanista, para vincularlo a proceso e imposibilitarlo para ser electo.
Los dos caminos que se le presentan al futbolista en realidad es uno: si no se separa del cargo pierde la diputación federal plurinominal y no tendrá fuero al final de su sexenio, pero si decide renunciar se arriesga a que antes de que proteste como legislador federal lo inhabiliten y también lo dejen sin fuero. No hay escenario bueno.
Aunque compleja, en el fondo la decisión que debe tomar el gobernador es tan difícil, dados los escenarios que rodean el cierre de administración no hay condiciones políticas para que se vaya, ni garantía de que al hacerlo obtendrá el fuero de legislador; la única diferencia entre quedarse o irse radica en el hecho de ponerse de inmediato en manos de sus enemigos, de aquellos que quieren meterlo a la cárcel. En los meses que faltan sus enemigos pueden actuar legalmente en su contra, iniciarle procesos, inventarle historias y muy probablemente impedirle llegar a la cámara federal.
Quedarse y aguantar el vendaval del séptimo año sin fuero, pero sin que sus enemigos tengan el control de los tres poderes del estado y con la posibilidad de que pueda negociar algún salvoconducto que le permita un escenario menos en el séptimo año, indudablemente es mejor. En cualquier caso habrá sacrificados al final del sexenio, es decir, alguien de su administración deberá pagar los platos rotos, responder por los excesos y acudir ante la justicia por las fallas cometidas. Así ha sido siempre.
El resolutivo de la sala superior del TEPJF es inatacable y no deja más opción al gobernador que elegir entre renunciar para ser diputado federal o quedarse a finalizar su mandato, no puede tener ambas cosas. La decisión es de él y la debe tomar en las próximas horas, considerando la gobernabilidad y la política que tanto desprecia, pero consciente de que lo que resuelva será determinante en su futuro.
Si no renuncia dejará de tener fuero, pero si lo hace quizá tampoco lo tenga.
Es un escenario de perder-perder, pero en uno pierde mucho más.
· posdata
Se vaya o se quede al frente del ejecutivo, el triunfo de Margarita González Saravia es ahora una prioridad para el gobernador Cuauhtémoc Blanco; hasta antes de que la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación emitiera un fallo sobre la controversia sobre su candidatura plurinominal, el panorama para el futbolista se veía más o menos tranquilo, sobre todo luego del apoyo que le brindó su amigo Mario Delgado al otorgarle varias las posiciones. Pero de repente todo cambió.
Lo que parecía un cierre de sexenio tranquilo, con varios cuauhtemistas perfilados hacia el 2024 comandados por su hermano, cambió cuando Ulises Bravo no descartado para ocupar la primera diputación local plurinominal. Las cosas se siguen descomponiendo con el hecho de que Sergio Pérez se ha peleado con su estructura, lo que dificulta más su llegada al congreso y su otra alfil, Mirna Zavala, quedó fuera de todo. Personajes afines al mandatario, entonces, quedan Sandra Anaya, Alfonso de Jesús Sotelo y Brenda Espinosa, pero niguno le será leal y el tiempo lo confirmará; más temprano que tarde preferirán su comodidad personal y se alinearán a la nueva gobernadora. Quien sea.
Lo mismo que en la diputación plurinominal, en la gubernatura también hay solo dos opciones para el americanista: Margarita González Saravia y Lucía Meza Guzmán; la primera no es su amiga, no tiene una buena relación con ella, pero mantiene comunicación institucional porque en algún comento trabajó con él y son parte del mismo partido, lo cual no garantiza impunidad, pero sí le permitiría cierto margen de diálogo.
El caso de Lucía Meza es diametralmente opuesto: con ella el enfrentamiento es total y el odio recíproco, durante seis años han cruzado acusaciones, se han lanzado adjetivos y en estos meses de precampaña la candidata de oposición ha prometido actuar legalmente contra el futbolista, a quien acusa de diversas faltas, omisiones y un presunto devío millonario de recursos.
No existe escenario bueno para Cuauhtémoc Blanco en este 2024, ni tampoco habrá un presidente dispuesto a protegerlo a costa de todo y contra todos, la próxima jefa de la nación será distinta, no tiene buena relación con él, ni tampoco el ánimo de cubrirlo; lo mejor que le puede pasar es que no lo persigan, que le permitan defenderse en caso de que surjan acusaciones y le concedan cierta salvaguarda por haber sido un soldado del presidente.
Luego está el escenario que rodea la elección y el cierre de sexenio: el frente opositor ha colocado a Cuauhtémoc Blanco como el centro de su campaña, como la razón principal para votar en contra de Morena, con la promesa de que actuarán legalmente en su contra; es la versión remasterizada de aquella promesa incumplida de “cárcel a Graco” que tanto le ayudó a ganar votos en el 2018.
Hoy más que nunca el jefe del ejecutivo debe cuidar dos cosas: ordenar su administración, subsanar cualquier tipo de falta o error que se haya cometido y tratar de suavizar su imagen pública para que el escarnio que hace de él la senadora Lucía Meza no se convierta, como hace seis años, en una bandera de odio social promovida en su contra desde los medios de comunicación, aún después de que deje el cargo.
Al final del camino las facturas llegan: Cuauhtémoc Blanco despreció la política y la comunicación, si hubiera actuado distinto, hecho política y cuidado más su imagen, hoy su panorama sería totalmente distinto, aún con los mismos actores de poder. Pero el hubiera no existe.
· nota
Dadas las condiciones de cierre de sexenio, la mejor operadora que tiene en este momento Cuauhtémoc Blanco para llevar a buen puerto su administración es Mónica Boggio. La secretaria no solo es talentosa en lo profesional, ha demostrado tener más tacto político que cualquier otro integrante de su gabinete y una lealtad probada con resultados, no con simulaciones.
Se puede tratar de matizar lo que viene, pero sería ocioso: los últimos meses del gobierno no serán sencillos porque la oposición ha tomado al futbolista como piñata y eso puede generar un ambiente de linchamiento sumamente peligroso para Cuauhtémoc Blanco, sobre todo si dejan crecer el discurso de odio y no se implementa de inmediato una estrategia de sanar heridas.
Obvio: no debe pasarse por alto el trabajo administrativo y legal en todas las dependencias para que todo este en orden y completamente justificado, pero eso de nada sirve si en el contexto social prevalece la idea de perseguir al régimen saliente. Si la presión es alta en ese sentido, ninguna de las dos candidatas podrá ayudarlo.
Los últimos meses del sexenio son claves para el futuro del gobernador y deben ser conducidos por alguien que tenga la capacidad de afrontar un reto así de grande: Samuel Sotelo es un hombre decente, pero de alcance limitado, Víctor Mercado es un político profesional, pero ya está en una dinámica diferente. Mónia Boggio es la única que puede ayudar al gobernador.
· post it
Los dirigentes del FAM exigieron al gobernador que decida inmediatamente si concluye su mandato o busca fuero en una diputación plurinominal. “Debe atender la resolución de la sala superior del TEPJF”
Lo que pudo ser una declaración explosiva resultó una conferencia chafa, sin nada nuevo que decir de parte de los partidos. Parece que el FAM se está quedando sin temas llamativos de los cuales hablar.
Lo obvio no necesita explicación: Cuauhtémoc Blanco tiene que decidir si se queda o se va, no hay de otra.
Parafraseando al Perro Bermudez: “La tenían, era suya y la dejaron ir”.
· redes sociales
Según las dos candidatas a la gubernatura, ninguna de ellas está detrás de la guerra sucia. ¿Entonces se paga sola?
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