Serpientes y escaleras - La oposición

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - La oposición

La crisis de liderazgo está presente en todos los partidos, incluido Morena.

 

La oposición

La oposición en Morelos está desdibujada desde hace varios años y eso no cambiará de la noche a la mañana. Todos los partidos en la entidad carecen de liderazgo, sus dirigencias asumen la representatividad que les da el nombramiento, pero no tienen fuerza ni ascendencia. Los resultados de la elección pasada pueden dar pie a un cambio que reviva la oposición local o consoliden la hegemonía de Morena. Todo depende de lo que cada uno haga.

En la contienda electoral morelense del 2021 compitieron más de veinte partidos políticos y ese mismo año la mayoría había perdido el registro, entre ellos el de la Revolución Democrática. En PRI, otrora mayoritario, estuvo a punto de desaparecer del mapa político estatal en esa elección y fue por apenas unos cuentos de votos que logró mantenerse vivo.

La debacle partidista no es coyuntural, no es exclusiva de una sigla, ni resultado únicamente del crecimiento de la 4T; lo que padecen los institutos políticos es una falta de liderazgo, de representación y de vínculo social que se traduce en cada vez menos seguidores. Existen condiciones para que la oposición crezca en Morelos, lo que no hay es una oferta que convenza a la gente.

Localmente contrasta la simpatía que tiene el presidente Andrés Manuel López Obrador con el desencanto hacia Morena; pongámoslo de esta forma: en la entidad AMLO tiene una aprobación personal superior al 72 por ciento a pesar de que Morelos es de las entidades con menor simpatía hacia el Movimiento de Regeneración Nacional.

Aclaremos que en la tierra de Zapata Morena es el partido más fuerte, con más popularidad y seguidores, pero hablamos de un estado en donde la 4T no es tan fuerte como en otras entidades. En Morelos el enojo contra Morena es por mucho mayor al que hay en otros estados.

El movimiento de la Cuarta Transformación es parte de la crisis que viven los institutos políticos, porque aunque se trata del partido mayoritario, su presencia social y representatividad formal es ínfima, porque sus dirigencias no han logrado conectar con la militancia, ni con los simpatizantes, ni atienden la agenda social que interesa al ciudadano común.

Durante las últimas dos décadas las dirigencias han venido a menos porque quienes han estado al frente de los partidos hicieron de la representación institucional un instrumento personal para crecer, para apoyar a sus incondicionales y para enriquecerse.

En el PRI el desastre comenzó con Amado Orihuela, siguió con Manuel Martínez Garrigós, continuó con Maricela Sánchez, Guillermo del Valle y se ha prolongado hasta Jonathan Márquez. Lo mismo puede decirse del PAN, que a pesar de ser la segunda fuerza en la entidad ha pasado del control de unas cuantas familias al manejo individual de tres hermanos.

El PRD tiene su historia particular porque se trata de un partido que hace apenas unos años era la primera fuerza en el estado, que tuvo un crecimiento exponencial en las últimas dos décadas y se desdibujó en unos años por el desprestigio que le generó el terrible gobierno de Graco Ramírez.

La aparición de Morena en el mapa nacional es parte sustantiva de esta historia porque se volvió un imán electoral que atrajo a figuras de todas las corrientes partidistas y colocó a personas de todas las ideologías bajo una misma marca. El Movimiento de Regeneración Nacional es producto de la suma de muchas luchas, pero también se convirtió en centro del arribismo político de quienes vieron en esta opción un camino para mantenerse vigente.

La ola electoral del 2018 abrió la puerta a muchas figuras que a través de Morena accedieron a un cargo de representación popular sin merecimientos, ni mayor valor que la marca; seis años más tarde esa circunstancia les pasa factura porque muchos personajes de la 4T han cometido las mismas prácticas que critican y mantenido la misma actitud facciosa de otros, solo con una playera distinta.

La fuerza electoral de Morena es indiscutible, no así su eficiencia; las circunstancias que rodean al ejercicio del poder han hecho que ese partido repita los mismos errores que criticó, que mantenga viva las mañas contra las que lucha y abra la puerta a figuras que hasta hace tiempo eran blanco de sus críticas y ahora, por un simple cambio de siglas, se arropan como correligionarios.

En todos los partidos hay crisis: del lado opositor la falta de representatividad y presencia social se asoma como un asunto crítico que los va desgastando poco a poco y los coloca en la antesala de la desaparición, como le sucedió ya al PRD y le puede pasar al PRI.

El PAN es la segunda fuerza electoral en el estado, es el partido opositor más fuerte, pero su presencia en Morelos es poca, sobresale solo en dos municipios y en ciertos sectores sociales. Acción Nacional podría encabezar un movimiento opositor que aprovechara la inconformidad que hay hacia Morena, pero su dirigencia y los propietarios del partido no tienen la calidad moral ni la visión para hacerlo; para ellos perder se ha convertido en un gran negocio.  

El futuro partidista es peculiar porque de un lado está una oposición desdibujada, sin liderazgo ni representación social en donde sus dirigentes se agandallan lo poco que les queda y por otro existe un partido mayoritario que requiere urgentemente un rostro que unifique a la militancia, que tenga la solvencia moral para marcar agenda del estado y el liderazgo para impulsar los intereses de la sociedad.

Ninguno de los dos escenarios es sencillo, ni podrá lograrse con quienes están ahora al frente de las instituciones; es imposible buscar un cambio o un resultado diferente con los mismos personajes, con las mismas acciones y la misma forma de actuar.

La oposición puede revivir políticamente desde los municipios, crecer a partir de lo que ganaron en la elección pasada, formar un movimiento ciudadano que vaya más allá de las siglas, que se ubique en el plano social y que se presente como una alternativa atractiva quienes no comulgan con la 4T.

Morena también necesita cambiar, requiere un dirigente con liderazgo, con representatividad e identidad con la militancia, alguien que de vida a la institución y políticamente acompañe a su gobierno. Un presidente estatal que haga lo que ningún representante de ese partido ha hecho hasta ahora, porque ninguno tiene nombre, ni liderazgo, ni solvencia moral.

El próximo gobierno tiene trazada una ruta de trabajo que incluye la colaboración con los otros dos poderes, diálogo permanente con las representaciones legislativas y apertura con los partidos. En este último punto la agenda dependerá de lo que sean y hagan los partidos, porque como están actualmente su aportación a la gobernabilidad es muy poca y por tanto su importancia en el escenario político futuro también será limitada.

Morena ganó el estado, pero perdió los municipios; desde los ayuntamientos la oposición puede construir una oferta política opositora atractiva o volver a hundirse en el ostracismo.

Todo depende de lo que hagan y de quien lo haga.

·         posdata

Carmelo Enríquez Rosado alzó la voz para dirigir al Movimiento de Regeneración Nacional en Morelos; se trata de una de las figuras más importantes de la izquierda en el estado y uno de los pilares de la vieja izquierda mexicana.

La presencia de Carmelo Enríquez en la dirigencia del partido puede ser el elemento que haga crecer a una institución que atrae a muchos ciudadanos, pero que por falta de cabeza ha quedado en el limbo, ajena a la agenda estatal y distante de lo que busca la gente.

Desde que se fundó, Morena ha sido manejada en Morelos por grupos que secuestran la institución, la utilizan para satisfacer intereses personales y la alejan del objetivo trazado por el presidente López Obrador.

Los Rabines regentearon el partido, usufructuaron las posiciones y se repartieron los beneficios; luego llegó Ulises y el único cambio que hubo fue de personas: con él los favorecidos del manejo de la dirigencia fueron sus amigos, no la militancia que con su trabajo da fuerza a ese movimiento.

La renovación de las dirigencias nacional y estatales está agendada, es parte del cambio natural que implica el inicio de un nuevo gobierno federal y que en este caso deberá atender a los lineamientos de la presidenta.

Formalmente se dice que partido y gobierno son cosas diferentes, que a pesar de la identidad existe un respeto a las actividades del otro y no hay intromisión de ningún tipo; en la práctica no es así, el partido es una extensión del poder gubernamental, las definiciones electorales y las decisiones políticas se toman en conjunto y en función de lo que conviene, sobre todo, al gobernante.

En lo nacional Morena ha tenido dirigencias fuertes, con personalidades distintas, pero con una agenda sincronizada con el ejecutivo; en Morelos no ha sido así, partido y gobierno han ido en direcciones opuestas y se han enfrentado constantemente, lo que ha causado deterioro mutuo.

La primera figura que alza la mano para conducir al partido en Morelos es Carmelo Enríquez y esa es una buena señal para el partido, porque se trata de un personaje emblemático, fundador, con reconocimiento nacional y una trayectoria que le proporciona un fuerte liderazgo.

Veremos si alguien más se apunta.

·         nota

Este día Margarita González Saravia presentará a su gabinete legal, a quienes estarán al frente de las secretarías que conformarán su gobierno.

Los nombres de los futuros secretarios se conocen desde hace tiempo, porque son quienes han acompañado a la gobernadora en su gira de agradecimiento y en los recorridos que hace en el estado.

Las figuras más representativas del equipo serán, en el orden que se quiera ver, Javier García y Juan Salgado Brito, el primero jefe de la gubernatura y el segundo secretario de gobierno. Ahí estará también Mirna Zavala, Javier Bolaños, Víctor Sánchez y Edgar Maldonado.

Lo primero que refleja el equipo que integrará al próximo gobierno es esperanza, porque se trata de mujeres y hombres con experiencia, reconocimiento y valores. En la marcha, a partir de los resultados, se confirmará que la decisión tomada por González Saravia en cada una de las áreas fue la correcta.

Confiemos que vengan mejores tiempos para el estado.

·         post it

No todo es miel sobre hojuelas en el equipo de Margarita González Saravia. Algunos personajes que llegan cargan historias turbulentas, mala reputación y acuerdos que podrían generar problemas a la nueva administración.

No mentir, no robar y no traicionar, es la máxima obradorista.

No todos en el futuro gabinete podrán seguir esa línea.

·         redes sociales

El tiempo es inexorable: en dos semanas Cuauhtémoc Blanco dejará la gubernatura.

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