Serpientes y escaleras - El solitario Gamboa

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - El solitario Gamboa

En teoría el poder judicial se mueve ajeno a la política y la lucha de poder. Sólo e teoría.

 

El solitario Gamboa

Cuando el magistrado presidente del poder judicial decidió jugar en el terreno político aceptó las reglas y las consecuencias de hacerlo; Jorge Gamboa Olea no es el primer titular del TSJ que se mete a la rebatinga de poder, pero sí es el primero que queda en medio del fuego cruzado y confrontado con la mayoría de sus pares. La situación al interior de ese poder es muy complicada y el desenlace es obvio a pesar de las suspensiones otorgadas. El relevo en la presidencia es cuestión de tiempo.

Los problemas que rodean al abogado Gamboa Olea comenzaron con su participación en el pleito entre los poderes ejecutivo y legislativo, pero no se circunscriben a ello; el descuido que ha tenido el presidente en su manejo institucional y en el trato hacia sus pares se combina con su actitud al interior de la institución y los diversos frentes de ataque que se han ido abriendo en su contra desde hace varios meses.

Una pieza clave para que Gamboa asumiera la presidencia en lugar de Rubén Jasso Díaz fue Carlos Iván Arenas, quien pasó de ser su amigo y aliado al interior del poder judicial a volverse uno de sus más férreos críticos, al punto de denunciarlo por, supuestamente, presionarlo para que modificara su voto en el caso de una apelación.

Este ejemplo es representativo de la presidencia actual del TSJ, cuyo titular no ha sabido mantener alianzas ni logrado establecer relaciones duraderas que fortalezcan su trabajo. Su elección como titular del Poder Judicial fue sorpresiva para muchos, pero no tanto como el hecho que a unos meses de haber protestado el cargo se distanció de quienes lo ayudaron a llegar.

Con el paso del tiempo la crisis al interior del poder judicial se ha agravado, pues únicamente tiene de su lado a las magistradas María del Carmen Aquino, Elda Flores y al magistrado Jaime Castera. Abiertamente en su contra están Cecilia Verónica López González, Javier Mujica Díaz, Rolfi González Rodríguez, Rafael Brito Miranda, Marta Sánchez Osorio, Juan Gabriel Vargas Téllez, María Luisa Sanchez Osorio, Francisco Hurtado Delgado, Nancy Montero Mercado, Arturo Loza Flores, Manuel Díaz Carbajal, Juan Emilio Elizalde Figueroa, Bertha Leticia Rendón Montealegre, Miriam Janet Uribe Peralta, José Anuar González Cianci Pérez y Anahí Bahena López.

La crisis de Gamboa no solo es matemática a partir del número de integrantes del Poder Judicial que ya no lo quieren como presidente, también es legal y administrativa, porque sus pares solo esperaron a que pasara la elección para impulsar su relevo en el cargo por acciones que consideran ilegales en términos de procedimiento y graves en el manejo económico y administrativo de la institución.

Puede ser que, como algunos señalan, Jorge Gamboa Olea sea un buen abogado con amplia experiencia en el poder judicial, el problema es que decidió hacer política al lado del gobernador en un momento sumamente complicado para el estado, justo cuando se debatía públicamente la continuidad o no del fiscal Uriel Carmona.

Aunque no es la primera vez en la historia reciente que el titular del poder judicial se presta al juego político partidista de los otros dos poderes, lo grave en este caso fue la manera como lo hizo el magistrado presidente, sin cuidar la formas, sin respetar la institución, ni medir las consecuencias.

Reitero: como jurisconsulto Jorge Gamboa Olea puede ser muy bueno, pero como político no tuvo la capacidad ni la prudencia para evitar quedar en medio de un pleito que costó mucho al estado y en donde al final será él quien pague gran parte de los platos rotos.

Si hubiera tenido más experiencia política o menos arrogancia personal, el magistrado presidente pudo haber sorteado el vendaval como lo hicieron otros personajes que también formaron parte de esa historia; no fue así en su caso porque hasta ahora no ha sabido rectificar, generar alianzas, ni tampoco ha mostrado la disposición para conciliar con sus críticos.

Cuando la pugna entre los poderes ejecutivo y legislativo estaba en su momento más álgido Gamboa Olea fue protegido por el gobernador, desde otras instancias le ayudaron a matizar las críticas, evitar los ataques y posicionar su verdad; cuando esa pugna entró a un terreno en donde a las partes dejó de interesar continuar la lucha ye hicieron de lado los ataques, el único que se quedó con las enemistades fue Gamboa.

La mayoría opositora en la legislatura 55 impulsó una renovación casi total del Poder Judicial con figuras afines a ellos y por obviedad opuestas al presidente. A sabiendas de lo que venía Jorge Gamboa no cambió de actitud, ni construyó puentes de diálogo y acuerdo con los nuevos integrantes del TSJ. Vencer a como dé lugar ha sido la tónica de su presidencia, pero eso ya no es posible cuando se tiene a 18 de 22 magistrados en contra.

Jorge Gamboa está en el ojo del huracán desde hace meses por distintas razones: se enemistó con magistrados que hoy están en retiro, pero que tienen mucha información en su contra, se enfrentó con el fiscal Uriel Carmona y dejó de lado su imparcialidad en el momento de más tensión en la lucha entre este y el gobernador; con los nuevos magistrados la situación ha ido de mal a peor, situación que se agravó recientemente cuando de manera “espontánea” un grupo de trabajadores se manifestó a su favor y en contra de los rebeldes.

Los signos de crisis en el TSJ son muchos y desde todos lados, los hay de tipo legal con acciones de los magistrados contra el presidente, financieros por supuestas acciones irregulares en el manejo de los recursos del poder judicial y también de índole procedimental, porque desde hace meses el pleno no sesiona porque el presidente no convoca. Como si eso no fuera suficiente, Gamboa Olea tiene en su contra la percepción pública, lo cual facilita los ataques de sus adversarios.

En este punto de la historia Jorge Gamboa Olea ya está solo y deberá defenderse con sus propios recursos, porque el ejecutivo ya no está en ánimo ni en condiciones de apoyarlo; la futura gobernadora no se va a meter al tema porque es evidente que el presidente ya no tiene la representatividad ni el respeto de sus pares.

Lo que tiene enfrente el presidente son muchos enemigos dentro y fuera, hay 18 magistrados que apuestan por su próxima destitución, dos fiscales que lo tienen en la mira porque lo consideran un enemigo personal y una opinión pública que está molesta con la actuación general de jueces y magistrados, porque los considera corruptos y aliados a la delincuencia.

Parte medular de esta historia es en la percepción: el Poder Judicial de Morelos no tiene voz, es el único de los tres poderes que no comunica sus acciones, ni tiene capacidad de incidir en los medios informativos para establecer su verdad, por eso en cualquier polémica siempre salen perdiendo. Frente a ello está el hecho que desde hace muchos años el TSJ es considerado un ente proclive a la corrupción, que pone precio a la impartición de justicia y vende las resoluciones, como ocurría en el pasado reciente con Rubén Jasso, quien operaba a través del despacho de un familiar.

Mediáticamente no hay manera que Jorge Gamboa se defienda porque no tiene los medios para hacerlo, ni aliados que lo apoyen; hasta hace poco eso lo podía hacer a través del ejecutivo, pero eso ya no ocurre; se quedó sin capacidad de comunicación en el momento más crítico de su lucha contra sus pares.

En lo interno y lo externo Jorge Gamboa está solo, como en su último informe.

·         posdata

La renovación del Poder Judicial de Morelos es necesaria por varias razones, no solo por el desgaste del presidente Gamboa. La crisis en los tribunales no es nueva, viene desde hace muchos años y ha pegado de lleno en la confianza y credibilidad institucional.

Los pleitos internos son delicados, afectan, pero son solo una parte de la crisis; este tipo de situaciones han generado corrupción en muchos juzgados, algo que se ha convertido en un reclamo constante de personas que acusan a los jueces de estar aliados con grupos criminales o de ponerle precio a sus resoluciones.

Amén de la crisis que rodea al magistrado presidente está la crisis de imagen que agobia al poder judicial, que se nutre todos los días con historias que refieren sentencias dudosas y protección a personas evidentemente culpables. En los casos más sonados de corrupción donde están involucrados diversos personajes de la vida pública estatal, como Graco Ramírez o Antonio Villalobos, la justicia no llega y ello para la opinión pública representa un acto de complicidad y corrupción de parte de los impartidores de justicia.

Al estado y a la sociedad les urge que este poder salga del bache en el que se encuentra porque su situación afecta de manera directa a miles de personas que ahí trabajan o llegan en busca de justicia; a los magistrados les debe ocupar recomponer este escenario porque la percepción los afecta a todos y los coloca en el mismo plano de los delincuentes: sin respeto ni credibilidad.

Resolver la pugna interna con el presidente es solo el primer paso que deberían buscar los 18 magistrados; a la par de ello tienen que apostar por la reconstrucción de su imagen pública y de la institución. Eso empieza cambiando la percepción.

·         nota

Alejandra Flores afirma que se cometió un fraude en la elección de Cuernavaca; acusa al Impepac de “embarazar urnas”, señala irregularidades en 160 casillas y por ello presentó una impugnación ante el Tribunal Estatal Electoral.

Lo mismo dice la excandidata opositora Lucía Meza Guzmán, quien pide que se anule la elección gubernamental porque, afirma, hubo violaciones sustantivas a principios constitucionales e irregulares documentadas en el 43 por ciento de las casillas.

Las dos damas están en su derecho de no reconocer el triunfo de su rival, pero la decisión final corresponderá a una autoridad judicial.

En el caso de la elección capitalina la diferencia de votos entre el ganador y la perdedora es poca; Morena consiguió más sufragios que el PAN, pero al sumar los votos de los partidos aliados el resultado final cambia.

Veámoslo de esta forma: si la 4T hubiera signado un acuerdo electoral similar al de la oposición, donde todos los aliados van juntos, el resultado del pasado 02 de junio sería otro: Morena tendría la gubernatura, más distritos locales y conservaría el control de la mayoría de los municipios. Pero el hubiera no existe… lo que si existió fue un pésimo acuerdo electoral del lado morenista. Pero regresemos a las impugnaciones:

En el caso de Alejandra Flores y en el de Lucía Meza es muy poco probable, casi imposible, que el resultado de la elección cambie; la presidenta del Impepac no acepta las acusaciones y tomando como base lo que sucede en la mayoría de las ocasiones que un candidato perdedor impugna, la lógica es que todo se quedará como está ahora.

Dato extra: dos semanas después de que conocieron los resultados de la elección las candidatas inconformes lucen solas, sin el arropamiento que tuvieron en campaña; sobre todo Alejandra Flores, quien fue designada candidata de último momento y nunca pudo crecer ni dentro ni fuera de Morena, en buena medida por la sombra rabinista y la incómoda presencia de su pareja y su padre.

El tiempo y el tribunal tiene la última palabra. Yo creo que nada va a cambiar.

·         post it

Jonathan Márquez también impugno porque se quedó si diputación, pero aclara que su inconformidad no es para que le quiten la curul a su corregilionaria, a quien él mismo propuso, sino para que se aplique la paridad transversal en la asignación de cada partido.

Es un buen tema para analizar con más calma el viernes.

·         redes sociales

La familia Yáñez ya conocía el camino para estar conectada al presupuesto: en las últimas elecciones se pasaron la diputación plurinominal de un hermano a otro y de esposa a esposa, incluyendo a un tío.

En la contienda del 2024 ya tenían todo listo para seguir viviendo del erario: una esposa estaba anotada como primera diputada local plurinominal y Julio ocupaba la tercera posición en la lista nacional al senado; pero el PRD perdió el registro y ninguno llegará.

Karma, le llaman.

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