Serpientes y escaleras - El reto de Margarita

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - El reto de Margarita

La gobernadora apuesta en grande y su equipo la debe ayudar

 

El reto de Margarita

Ser la primera gobernadora constitucional de Morelos otorga en automático a Margarita González Saravia un lugar importante en la historia del estado, pero no le garantiza ser una buena gobernante. Su administración ha comenzado bien, genera esperanza y una alta expectativa de que las cosas serán diferentes porque su discurso y actitud contrastan con la manera como Graco Ramírez y Cuauhtémoc Blanco ejercieron el poder. Para trascender, empero, lo primero es construir liderazgo.

El reto de la primera dama que gobierna la tierra de Zapata es enorme y comienza en su propio partido, porque aunque la administración que encabezó Cuauhtémoc Blanco Bravo se atribuye a Morena, ni la militancia ni los simpatizantes consideran que el futbolista representó los ideales obradoristas. En términos prácticos, el de González Saravia es el primer gobierno de Morena en Morelos.

Desde su fundación las cosas no han sido fáciles para el partido de la 4T en el estado porque aunque el expresidente Andrés Manuel López Obrador tiene un fuerte arraigo en Morelos, desde que se constituyó como Movimiento de Regeneración Nacional, la dirigencia ha estado secuestrada por sus tribus y ha sido coto de poder de quien controla el consejo, por eso institucionalmente no ha crecido, ni tiene una amplia base militante, como se supondría por la cantidad de votos y gobiernos que encabeza.

La historia de la 4T en Morelos es relativamente nueva y no muy conocida, pocos recuerdan, por ejemplo, que la hoy gobernadora compitió hace años por una diputación local bajo las siglas de Morena, ni conoce a quienes han sido los dirigentes de esa institución. En la elección pasada el primer esfuerzo del equipo de la 4T fue posicionar el nombre de su candidata en la mente de los votantes y construir una estructura propia, porque el partido no tiene.

Quienes conocemos a Margarita González Saravia sabemos que su identidad con la izquierda no es moda, comenzó hace más de cuatro décadas, mucho antes de que el obradorismo se volviera novedad política; su trabajo social en las comunidades, “con el pueblo”, lo realiza mucho antes que el propio Andrés Manuel López Obrador dejara las filas del PRI. Eso muy pocos lo saben.

La gobernadora es una mujer idealista, comprometida por decisión, que ha sido congruente toda su vida; la suya no es una carrera saltimbanqui que incluya militancia en partidos de izquierda y derecha, como sucede con la mayoría de quienes hoy forman parte del movimiento; a pesar de no tener necesidad de hacerlo, desde muy joven decidió involucrarse en la lucha social e ideológicamente y nunca se ha movido de la izquierda.

González Saravia tiene calidad moral para exigir honestidad en la administración y para defender la base ideológica de su gobierno; cuando habla de dignificar el servicio público, de cambiar las malas costumbres de los funcionarios y enfocar los esfuerzos de la autoridad en quienes menos tienen, lo dice convencida de que así debe ser, porque conoce perfectamente de qué está hablando.

Esta postura eleva la expectativa en su gobierno y le concede simpatía entre la gente, pero no liderazgo político, eso se construye de otra manera. El trabajo incansable que lleva a cabo la jefa del ejecutivo en todos los municipios y comunidades del estado, dialogando y escuchando de manera directa al pueblo y atendiendo personalmente los temas de la agenda son muy importantes, pero poco difundidos por su equipo; como gobernante la jefa del ejecutivo está cerca de la gente, pero como cabeza de Morena la historia es otra por la naturaleza misma de su partido.

El primer mes de trabajo de la nueva administración estatal ha sido complejo por distintas razones, empezando por el desastre que dejo el gobierno anterior y la complejidad que implica cerrar el año sin dinero; el esfuerzo de González Saravia no se reduce a los primeros días del nuevo régimen, lleva más de dos años navegado a contracorriente, primero contra los cacicazgos de Morena, después contra los intereses del gobernador Cuauhtémoc Blanco y ahora contra la presión social de un pueblo que quiere ver los cambios muy rápido.

Como militante de la 4T y aspirante a la gubernatura nadie le regaló nada y ahora como gobernadora no busca que nadie le dispense favores; Margarita González Saravia está construyendo una imagen a base de esfuerzo personal, de constancia en el trabajo y encuentros permanentes con la gente; el camino es bueno, pero para que el liderazgo se consolide requiere de un trabajo más notorio en el manejo de su imagen y un buen acompañamiento en la dirigencia de su partido.

La congruencia de la gobernadora la hace fijar límites en su actuar político y establecer fronteras para quienes la acompañan en la administración: ha dejado claro que es tiempo de concentrarse en el trabajo, no de hacer política, ha establecido una postura muy clara respecto a la dirigencia de Morena y refrendado en su actuar cotidiano que el suyo será un gobierno de territorio, no de escritorio, como han sido las últimas seis administraciones estatales.

Socialmente la gobernadora está ganando simpatías por su personalidad y la manera como ejerce el poder, porque a diferencia de los últimos gobernadores a quienes el cargo los volvió inalcanzables, lejanos a la gente e indolentes ante los problemas cotidianos, a ella no le ha movido un ápice, se mantiene sencilla, receptiva y sobre todo cálida con quienes trata.

Gobernar un estado como Morelos no es cosa sencilla, en los últimos años lo ha intentado un general, luego un joven carismático, posteriormente un médico serio, más tarde un político de amplia experiencia y al final una estrella del deporte; ninguno pudo, todos fracasaron.

La clave para que la gobernadora logre lo que sus antecesores no pudieron está en su actitud, en la decisión de revisar personalmente que todas las instrucciones se cumplan y que quienes están a su lado verdaderamente sigan sus lineamientos. Esto último es importante porque aunque públicamente todos dicen estar en sincronía con la gobernadora, hay espacios del gobierno donde comienzan a replicarse las peores actitudes del pasado.

No hay manera que una sola persona pueda sacar adelante un gobierno, ni tampoco camino para que un gobernante, por muy bueno que sea, construya un liderazgo a base de esfuerzo personal. En un mundo globalizado donde la comunicación fluye constantemente de todos lados, el reto del equipo que acompaña a Margarita González Saravia es traducir el esfuerzo que está haciendo en mensajes que lleguen a la gente y fortalezcan su imagen frente a la sociedad y dentro de su partido. Eso todavía no ocurre.

La gobernadora ha arrancado bien, pero sería falso adjudicarle desde este momento un liderazgo social que aún no tiene. La gente simpatiza con ella porque no es Cuauhtémoc Blanco, pero pronto comenzará a exigir más de una administración que ha prometido cambios en muchas cosas.

La gobernadora puede construir un nuevo liderazgo político, pero para que eso ocurra su equipo tiene que trabajar más y de una manera distinta.

·         posdata

Los hechos de violencia ocurridos el jueves por la tarde en la Clínica Uno del IMSS en Cuernavaca expusieron la incapacidad de las autoridades para reaccionar ante este tipo de situaciones; la corporación que mejor y más rápido atendió al llamado de auxilio fue la de Cuernavaca, la Seprac, después de ella todas las demás instancias policiales generaron más confusión que confianza.

La historia es interesante porque más allá de la gravedad de los hechos, permitió observar que la coordinación entre las autoridades no es funcional y el equipo de comunicación de la secretaría de seguridad no entiende la importancia de comunicar de forma oportuna, para evitar que los rumores construyan la narrativa y definan la percepción pública.

Varias horas después de los hechos y de que circularan múltiples versiones sobre lo acontecido, la delegación Morelos del IMSS, la secretaría de seguridad estatal y la Fiscalía dijeron que se había tratado de disparos desde el exterior, que los agresores en ningún momento ingresaron al hospital y que todo estuvo siempre bajo control. Internamente, cuentan, la delegada del IMSS ordenó a su equipo que “nadie hablara” ni compartiera lo que había ocurrido. Y es que al menos uno de los agresores sí ingresó a las instalaciones.

Ante la inexistente versión oficial las historias que se narraban a través de las redes sociales, acompañadas de imágenes, videos y testimoniales de los presentes referían que los delincuentes sí ingresaron al hospital, específicamente al área de urgencias pediátricas, donde durante un buen rato prevaleció el caos, porque ninguna autoridad interna o externa atemperó la crisis ni se ocupó de explicar al personal y a los pacientes lo que estaba sucediendo.

Las horas entre que ocurrieron los hechos y hasta el día siguiente fueron de especulaciones, de historias encontradas y múltiples versiones, la mayoría opuesta a la postura oficial. Al mediodía del viernes comenzó un movimiento al interior del nosocomio por parte de médicos residentes que denunciaban falta de seguridad para realizar su trabajo y habían recibido la orden y/o autorización de sus escuelas para retirarse del lugar. La primera institución en ordenar a sus estudiantes que abandonaran el hospital fue la UAEM.

Y es que, dicho por los propios médicos, personal y residentes, la delegada estatal Mariel Martínez minimizó las cosas y mintió a la opinión pública, situación que se reflejó en más expresiones en redes sociales acompañadas de las testimoniales de quienes estuvieron en el lugar y referían que al menos una de las personas que realizó los disparos sí entró al área pediátrica a esconderse.

Pongámoslo de esta forma: los hechos de violencia registrados en la Clínica Uno del IMSS en Cuernavaca no son exclusivos de ese hospital, ni siquiera se trata del primer acontecimiento de este tipo ocurrido en una instalación del IMSS en el estado; lastimosamente lo que vimos el jueves es algo que se ha vuelto cotidiano, ocurre en todos lados, a cualquier hora y muchas veces frente a las autoridades.

El personal, los enfermos, sus familias y la comunidad médica del hospital sí estuvo en riesgo esa tarde y pudieron ser víctimas colaterales de la agresión, ni la dirección del hospital ni la dependencia federal es responsable de que algo así ocurriera, pero sí lo son de la integridad de la gente que está en sus instalaciones.

Dicho esto, la pregunta es simple ¿Por qué mintió la delegación al ocultar los hechos, al minimizar la situación y desestimar la opinión de su gente? Nadie culpa a la delegada Mariel Martínez de lo que pasó, pero sí le reclaman porque trató de ocultar información y al hacerlo colocó en un segundo plano a su personal. Vayamos más allá: en otros incidentes de violencia ocurridos en instalaciones del IMSS la orden de la delegada ha sido la misma: no digan nada, que no se sepa. ¿Por qué?

Las escuelas de donde provienen los médicos residentes, la UNAM, el Poli y las universidades de Morelos y Puebla ordenaron o pidieron a sus alumnos que suspendieran su trabajo de manera temporal por falta de garantías de seguridad, la comunidad médica de la Clínica Uno ha elevado su reclamo en las redes sociales y manifestado su molestia por el mal manejo que la delegada dio a un hecho que pudo terminar en tragedia.

Desde hace tiempo la delegación Morelos del IMSS es una dependencia observada a nivel nacional por la manera como opera, por la opacidad de sus actos, la discrecionalidad como actúan algunos de sus integrantes y los actos de corrupción en donde están vinculados directivos de la JAC y la propia delegada; hoy vuelve a llamar la atención por una situación que podría ser un grave descuido de la delegada o un intento de ocultar información por razones que se desconocen.

Lo bueno para los derechohabientes de Morelos es que la delegada ya se va.

·         nota

Los graquistas se regodean de lo mal que lo están pasando los cuauhtemistas y presumen que ellos habían advertido lo malo que eran. Cierto: unos y otros son iguales.

post it

Sin dirigencia de partido ni liderazgo en el congreso, la gobernadora se mueve políticamente sola.

·         redes sociales

¿Alguien tiene los nombres de quienes adquirieron terrenos al Filateq en los últimos tres años?

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