Serpientes y escaleras - El gobierno que viene

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - El gobierno que viene

Lo importante es la gobernadora… y su equipo.

 

El gobierno que viene

La elección del próximo 02 de junio puede ser el punto de inflexión para un estado que enfrenta diversos retos sociales, económicos, políticos y de seguridad; por casi un cuarto de siglo Morelos ha estado inmerso en una inestabilidad que comienza en los procesos electorales, se prolonga a lo largo de los gobiernos y afecta a todos los sectores. Los últimos cuatro mandatarios no han podido resolver las cosas y no hay seguridad de que la futura gobernadora lo logre. La clave de un buen gobierno está en la actitud del mandatario y el equipo que lo acompañe.

Aunque en la elección hay posiciones muy claras respecto al proyecto que ofrecen las candidatas, para el grueso de la población las diferencias son pocas y se reducen a lo que cada una representa y dice. Lucía Meza Guzmán ofrece el cambio en todas sus acepciones, comenzando por las siglas que la respaldan y una clase política que, sin ser nueva, regresaría al poder luego de muchos años de estar en el exilio.

En Morena la historia es distinta y peculiar porque aunque Margarita González Saravia es tachada de representar la continuidad, nada tiene que ver con la administración de Cuauhtémoc Blanco. Recordemos que al futbolista lo arropó Morena en el 2018, pero lo postuló el PES y fue hasta hace un año que abiertamente se declaró militante del Movimiento de Regeneración Nacional. Formalmente hablando Morena aún no ha gobernado Morelos.

Las dos candidatas a la gubernatura tienen el mismo origen político, pero personalidades opuestas; ambas son de izquierda, las dos defendieron la 4T y al presidente Andrés Manuel López Obrador, a las dos les atribuyen relaciones incómodas con gobernadores y cada una tiene luces y sombras en el equipo que las acompañan. Las dos pudieron ser candidatas de Morena, pero una mala decisión nacional dejó fuera a la senadora y al hacerlo dio vida a la oposición y complicó la elección en Morelos.

En este punto del proceso electoral no hay claridad de cuál será el resultado de la elección, pero es claro que la carrera por la gubernatura se ha cerrado y a pesar de lo que unos y otros afirman, el electorado parece no haber decidido aún el sentido de su sufragio.

Lucía Meza está haciendo lo que debe desde la oposición, apuesta a capitalizar el enojo contra los gobiernos de Morena, pero lleva la pesada carga de cuatro partidos desprestigiados, con un alto rechazo social e integrantes impresentables. Los logros de la candidata del FAM son personales, derivan de su trabajo y el buen manejo de su comunicación. Meza Guzmán está en la carrera a pesar de la mala fama de los partidos de la alianza.

Margarita González es el caso opuesto: la fuerza de esta candidatura está en la marca, la empatía que genera el presidente Andrés Manuel López y el obradorismo que sigue siendo fiel a su causa. González Saravia no es mala candidata, tiene una larga trayectoria de lucha en la izquierda y se caracteriza por ser una mujer honorable en todo el sentido de la expresión, pero a su equipo le ha faltado apoyarse en ello, deberían combinar la fuerza del partido con la buena imagen de su candidata y no centrarse solo en la promoción de un logotipo.

El elector morelense ha demostrado en múltiples ocasiones que sabe votar y está bien informado de lo que sucede a su alrededor, por eso la guerra sucia y las campañas negras tienen tan poco impacto en los procesos. En Morelos identificamos bien a quienes aspiran a gobernar y aunque varias veces hemos cometido errores, sabemos enmendarlos a la siguiente elección, de ahí el alto grado de alternancia que hemos visto en prácticamente todo el territorio y todas las posiciones.

El equipo de Morena debe hacer un ajuste en la estrategia y entender que aunque la base morenista es grande, lo correcto es ir por todos los ciudadanos, no solo los que son afines a la 4T. Su candidata tiene todos los argumentos para lograrlo, es una mujer decente, respetada y perfectamente identificada con el estado, pero necesitan sacarla del discurso chairo y sin alejarse de la base morenista, incluir en su mensaje a todos los demás ciudadanos, especialmente aquellos que no comulgan o están decepcionados de Morena.

Aunque las candidatas representan proyectos políticos distintos, la frontera entre partidos ya no existe; buscar el cambio a partir de la ideología de un partido es más falso que el discurso de honestidad de Alejandro Moreno y la gente lo sabe; el rescate de Morelos depende de la capacidad de quien encabece el gobierno y de su habilidad para tener un buen equipo.

Veamos las cosas hacia atrás: Sergio Estrada representó a un partido conservador y ha sido el gobernador más frívolo de toda la historia, llegó al poder con un enorme respaldo social y lo derrochó con escándalos, borracheras y vínculos con la delincuencia organizada. Todos sabíamos que intelectualmente era un tipo limitado, pero las cosas se complicaron cuando a su lado se colocaron secretarios iguales, que le siguieron la corriente y convirtieron al ejecutivo estatal en el mayor burdel de Morelos.

Con Marco Adame la historia fue diferente en la forma, pero no en el fondo; el médico es un tipo serio, profundamente religioso y un hombre de familia; él personalmente nunca fue objeto de escándalos, no así su esposa y sus hijos, quienes del primero al último año estuvieron envueltos en polémica por hacer todo lo opuesto a lo que el jefe de esa familia representaba. Marco Adame no solo tuvo un mal equipo de gobierno, en su mayoría inepto y corrupto, también fue incapaz de controlar a su familia.

Con Graco Ramírez y Cuauhtémoc Blanco los morelenses dimos un salto al vacío: elegimos a personas que no eran morelenses, pero sobre todo que no le tenían amor a esta tierra; en ambos casos la característica es su distanciamiento con la sociedad, su aislamiento de la gente, de la política local y la toma de decisiones ajenas al sentir popular. Por supuesto que entre Graco y Cuauhtémoc hay diferencias: el segundo ha cometido errores por desconocimiento, por la mala asesoría de su hermano y la falta de experiencia, mientras que el segundo actuó con dolo, a sabiendas del daño que le provocaría al estado y a la sociedad y anteponiendo ante todo el beneficio económico de su familia.

La herencia que recibirá la próxima gobernadora de las últimas cuatro administraciones es enorme y le demandará un esfuerzo personal y de equipo mayúsculo. Es imposible pensar que una sola persona será capaz de resolver tantos conflictos acumulados en la agenda estatal, para que ello se logre es fundamental que cuenten con profesionales en cada área, comprometidos con el estado y convencidos de que el rescate que requiere Morelos es en todos los sectores, no solo en algunos.

En este punto la personalidad de las candidatas sí es determinante, porque será ella quien marque la pauta, quien tome las decisiones y la que defina el rumbo del estado los próximos seis años.

La clave del éxito, insisto, está en el equipo y en la personalidad de quien gobierne.

·         posdata

José Luis Urióstegui lleva ventaja en la contienda municipal, en principio porque gobierna la capital. A partir de ahí hay más aspectos que juegan a su favor, empezando por su personalidad, su trayectoria e historia de vida personal. Frente a frente es mejor candidato que la abanderada de Morena.

El problema es que un ayuntamiento no se maneja en solitario, ni la honestidad municipal depende de una sola persona. Explico: en Cuernavaca José Luis Urióstegui es la cabeza, pero no quien toma las decisiones; la fuerza dentro del gobierno capitalino la tienen los hermanos Martínez Terrazas: ellos controlan más del setenta por ciento del personal del ayuntamiento, nombraron a varios secretarios y manejan a discreción la obra pública y los contratos municipales.

La falta de carácter de José Luis Urióstegui se ha combinado con la voracidad de tres hermanos a quienes les gusta mucho el dinero y mostrar que ellos son quienes tienen el poder; el desempeño del gobierno actual ha dejado mucho que desear en materia de seguridad y agua potable, y aunque en materia financiera ha logrado subsanar parte de la deuda histórica, esto no se aprecia porque el ayuntamiento no sabe comunicar sus acciones.

De cara a un segundo mandato la historia en lugar de mejorar puede ser peor, porque aunque los hermanos Terrazas ya no estarán físicamente en el municipio, su mano se sentirá a través de Oscar Cano y los escuderos que seguramente colocarán en secretarías y la mayoría de los mandos medios y superiores.

A ello hay que añadirle que el gobierno capitalino se convertirá en refugio de muchos priístas y perredistas que hoy andan en campaña y que de manera natural a través de sus dirigencias obtendrán posiciones en el municipio. La próxima administración capitalina se convertirá en una especie de Frankenstein político donde el alcalde será más decorativo que funcional, porque si en este momento no ha podido controlar la ambición de los panistas, es evidente que no lo hará cuando tenga en el mismo espacio a figuras de todos los partidos que lo abanderan.

Individualmente José Luis Urióstegui es una buena persona y un profesionista respetado; como autoridad y como político la óptica es distinta: ha fracasado como presidente municipal y es víctima de su carácter a la hora de tomar decisiones.

El problema de votar por José Luis es que Cuernavaca sería gobernado por lo peor de cuatro partidos.

·         nota

Margarita González Saravia se comprometió a pacificar el estado; bravo. La propuesta, aunque repetitiva, siempre es atractiva, porque la violencia y la inseguridad son temas que lastiman mucho a la gente y ameritan un compromiso claro de quienes aspiran a gobernar la entidad.

Un valor agregado en este caso del lado de la candidata de Morena es su historia personal y trayectoria pública: Margarita González Saravia es una mujer honesta a carta cabal, nunca ha estado vinculada a escándalos ni mucho menos a hechos delictivos y no hay forma de que se le atribuya alguna relación peligrosa, como si ocurre con la gran mayoría de los políticos.  

Ni la estrategia ni el combate directo a la delincuencia la hará la futura gobernadora, pero de ella dependerá que los esfuerzos se hagan y la historia llegue a buen puerto, sin complicidades ni protección a gente mala.

En este caso sí aplica: para enfrentar a los criminales no se requiere un cabrón, lo que sí es indispensable es que tengamos a alguien decente.

Y Margarita lo es.

·         post it

Tan solo en lo que va de este año en Cuernavaca se han talado más de 30 árboles, denuncia Flora Guerrero.

Y todos con permiso del ayuntamiento.

·         redes sociales

La guerra sucia en esta campaña no tiene límites, ni se detiene en la vida privada de nadie. El problema de romper la frontera de lo íntimo es que lo que debiera ser una diferencia política o de opinión, a la postre se convierte en un problema personal.

Reza el refrán: en juego donde hay desquite, ni quien se pique. 

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