Serpientes y escaleras - El debate

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - El debate

El primer debate entre candidatas a gobernadora no modificó la carrera electoral.

 

El debate

Lo primero que hay que considerar de un debate electoral es que su audiencia es muy poca; lo segundo es que todos se declaran ganadores. El debate entre candidatas a la gubernatura de Morelos no rompió la regla, por el contrario, replicó el mismo formato insulso y aburrido de siempre, con la salvedad de que este fue más mediocre que los demás, prevaleció el ataque y colocó a Cuauhtémoc Blanco como centro de atención. Las dos candidatas afirman que ganaron y quien pierde es Morelos.

Hay que ser muy inocente para imaginar que un ejercicio de este tipo puede marcar la diferencia en la carrera electoral del 2024. En estados unidos los debates presidenciales tienen un impacto muy fuerte en el votante porque el formato es menos riguroso, los contendientes realmente debaten, la audiencia es enorme y nadie se guarda nada, porque sabe lo que está en juego.

La clave de esos debates está en el formato, en el contenido, en la cobertura de los medios de comunicación y en los temas controvertidos que se tratan; los debates norteamericanos están dirigidos al votante indeciso, a quienes no militan, ni son partidarios de una ideología política. La misma regla debería aplicar aquí.

El formato en México es obsoleto y no permite un verdadero contraste de ideas y de argumentos; por un lado está la mediocridad de los organizadores, más preocupados en que ningún partido o candidato les reclame o acuse de parcialidad y luego están los candidatos, que como lo vimos este domingo en el caso de las aspirantes a la gubernatura de Morelos, son dominadas por el nervio, abusan de los adjetivos, atacan sin contundencia y hacen propuestas superficiales.

Quienes tuvimos la ociosidad de ver el debate tuvimos que hacer un esfuerzo extraordinario para no dormir en el intento; en la señal del órgano electoral morelense llegaron a conectarse en algún momento hasta 1 mil 900 personas, muchas de las cuales se la pasaron mandando mensajes de apoyo a una u otra candidata, dejando claro el territorio político al que pertenecían.

En cuanto al contenido expuesto nada hay rescatable: en materia de seguridad se habló de lo mismo, generalidades, frases repetitivas y promesas que reflejan desconocimiento de las cosas, como cuando una prometió que su gobierno resolvería la crisis de inseguridad y violencia contratando más policías. ¿En serio? ¿Y cómo lo logrará? ¿No está enterada acaso que la falta de elementos es porque la gente no quiere ser policía?

Luego vino el tema de turismo y desarrollo económico, donde también se anduvieron por las ramas, sin propuestas específicas y con ocurrencias como la de construir un centro de convenciones en Cuernavaca ¿En serio? ¿En dónde? ¿En las fuentes de Acapantzingo, donde antes estuvo el viejo penal de Cuernavaca, un lugar económica, financiera y operativamente inviable?

Antes de que se llevara a cabo el encuentro entre candidatas a la gubernatura los partidos políticos ya habían fijado posición: la oposición y su abanderada exigían que fueran al menos tres debates obligatorios, porque para ellos este tipo de ejercicios representan una oportunidad de lucirse, atacar al rival y ganar puntos ante la opinión pública. Morena va en sentido contrario: a pesar de que el órgano electoral determinó que serían dos debates obligatorios, anticiparon que solo irían a uno. Lógico: quien va arriba no debate, sobre todo cuando el rival es más experimentado y tiene más herramientas para atacar.

Este ejercicio sólo llamó la atención de los interesados y prevalecía la idea de que la abanderada de la oposición se llevaría la tarde; los argumentos para suponer lo anterior eran válidos: Lucía Meza es una política con más experiencia, es mejor oradora, tiene carrera parlamentaria, domina el micrófono y tiene a la mano muchos elementos para atacar a Morena.

Pero a la hora de la hora la historia no fue como se pensaba porque aunque la candidata opositora fue mejor expositora y se la pasó atacando, no tuvo contundencia y dejó ir la única oportunidad en la que tendrá a su adversaria de frente.

El foro organizado por el órgano electoral para que las candidatas a la gubernatura mostraran sus propuestas y contrastaran ideas se redujo a un duelo de lavandería, con sopapos insípidos, acusaciones repetitivas y ninguna propuesta concreta.  

Cada uno tiene su opinión respecto a lo que observó en el debate, personalmente cada quien puede declarar ganadora a una u otra y defender su idea con cualquier argumento, porque al final se trata de una valoración propia y en ese plano todo es válido.

Desde mi óptica no hubo vencedora: Lucía Meza destacó porque fue se la pasó golpeando de principio a fin, pero no lo hizo con la contundencia y se notaba muy nerviosa, algo que no se hubiera esperado de una figura tan experimentada y buena oradora como ella; la neopriísta era la favorita para ganar, pero se la pasó leyendo, tropezándose con sus palabras y dejó ir la mejor oportunidad que tenía para cuestionar a su rival o dar un golpe contundente. Después de este encuentro la candidata de la 4T no volverá a acudir a un debate.

Margarita González superó el reto de panzazo, puede presumir que no perdió porque no cayó en provocaciones, pero tampoco se vio como una futura gobernadora: sus propuestas fueron pobres, sus ideas insulsas y su voz temerosa de principio a fin. Estratégicamente es correcto que la abanderada de la 4T evite hablar mal de un gobernador de su partido y se cobije en la sombra del gobierno federal, pero ya se ha excedido en ambos aspectos: no puede esquivar por siempre un tema tan complicado y socialmente escandaloso como el de Cuauhtémoc Blanco, porque se interpreta como complicidad, ni tampoco puede recurrir por todo y para todo a la imagen de AMLO, porque entonces parece marioneta sin ideas propias. Y a nadie le gustan las marionetas políticas.

La opinión sobre lo que ocurrió en el debate entre candidatas a la gubernatura de Morelos es individual y todos los juicios me parecen respetables. Yo considero que ninguna ganó, que a pesar de ser una mejor oradora Lucía Meza desaprovechó la oportunidad de aplastar a su rival; del lado de Margarita González el triunfo radica en que no fue apabullada, ni recibió un golpe que la cimbrara. En ambos casos sobresale la falta de propuestas concretas e ideas viables para que el estado salga adelante.

En independencia de lo que cada persona opine, el impacto social del debate es mínimo, porque además de que fue aburridísimo y captó muy poca audiencia, la falta de argumentos expuestos difícilmente influirá en el sentido de los votos. No se dijo nada nuevo, todo lo que ahí se mencionó se ha venido diciendo desde hace varios meses.

El debate es el reflejo de lo que son las campañas.

·         posdata

“La honestidad es un valor esencial en mí”, dijo durante el debate la candidata de la 4T. Y sí.

Independientemente de cualquier valoración política, la historia de vida de Margarita González Saravia avala esa expresión: en más de tres décadas de trayectoria pública no hay un solo señalamiento personal, profesional o político en su contra. Es una mujer honesta a toda prueba.

La critican porque en algún momento colaboró en el gobierno de Cuauhtémoc Blanco, pero asumir que eso la vuelve corrupta supondría que todos los que trabajan o han trabajado en esa administración son corruptos y no es así; la mayoría de los trabajadores del ejecutivo son gente decente, muchos de ellos llevan años laborando en las dependencias y tienen un desempeño profesional independientemente de quien esté sea gobernador.

Pongámoslo de esta manera: Margarita González Saravia fue secretaria de turismo al inició de este sexenio y Lucía Meza Guzmán hizo campaña de la mano de Cuauhtémoc Blanco en el 2018. ¿Por haber estado cerca de él ambas son corruptas? No lo creo.

Precisamente porque su trayectoria pública y privada es transparente y ajena a escándalos de corrupción, los ataques contra Margarita González Saravia son indirectos, es decir, la golpean porque trabajó en el gobierno estatal, la culpan de la inseguridad y le achacan temas de corrupción en los que estarían involucrados algunos de sus colaboradores de campaña. Nada de manera directa, porque ella personalmente nunca ha hecho nada indebido… aunque el último punto no es del todo falso.

La honestidad individual no sirve de nada en un gobierno, de poco ayuda que la cabeza sea decente si el resto del cuerpo está podrido, por eso es importante observar a quienes acompañan a las candidatas y forman parte de sus equipos de campaña.

Es en este punto llama la atención la gente que está en la casa de campaña de la 4T, son jóvenes que están lucrando con la candidata, que antes de ganar ya se están repartiendo el gobierno y pasan la charola a empresarios, recaudando dinero para campaña sin que Margarita Gonzáles este enterada.

Ahí sí hay un foco rojo porque se trata de algo real y muy delicado; así como del lado de la senadora Lucía Meza hay figuras políticas impresentables, en el equipo morenista se ha formado un cártel de empresarios que ya crearon una fama terrible a Margarita, porque son ambiciosos, factureros y están vinculados a diversos actos de corrupción.

Margarita González Saravia es una mujer decente, pero algunos de quienes están cerca de ella roban, engañan y traicionan.

·         nota

Las campañas electorales no han logrado conectar con los ciudadanos, ni la presidencial, ni la estatal, ni las municipales; salvo en los eventos de los candidatos, en el resto de las ciudades y comunidades la vida transcurre aparte, sin ponerle atención a la lucha por el poder.

La apuesta política en este proceso electoral está en las redes sociales, los contendientes suponen que ese es el mejor camino para llegar a la gente y bajo esa premisa hicieron de lado los apoyos en forma de promoción que históricamente daban los candidatos a la gente.

Aunque el dinero que reciben los partidos y candidatos para la campaña es más que antes, en esta ocasión no mandaron hacer los utilitarios que regalaban. Entendamos que las playeras, las sombrillas, las cubetas, las gorras, las mochilas, despensas y todo tipo de cosas que entregaban a los ciudadanos eran útiles para las familias en independencia de quien lo diera, además de que ayudaba a detonar la economía.

Hoy además de aburridas, las campañas son austeras con la gente. Pero solo con la gente, porque los candidatos tienen mucho dinero y gastan millones en promoción personal que no se traduce en nada para los votantes.

Ahora los políticos se roban el dinero desde las campañas.

·         post it

La fiscalía Anticorrupción de Morelos imputó a seis exfuncionarios del gobierno de Graco Ramírez, los mismos que desde hace tiempo fueron vinculados a proceso y a quienes les atribuyen diversos delitos relacionados con el manejo del dinero público.

Los dos principales actores de esta historia son el exseccretario de Hacienda Jorge Michel Luna y el extesorero Armando Sanders; los dos quieren reaparecer en el escenario político a través del equipo de Lucía Meza.

En tiempos electorales muchos tratarán de lavar sus pecados bajo el argumento de que se trata de una persecución política.

·         redes sociales

En un video exhibieron la desangelada campaña de la diputada Andrea Gordillo y sus pupilos montaron en cólera.

¿Como reaccionarán cuando se hagan públicos los millonarios apoyos económicos que recibe como legisladora en forma de viáticos, gastos de representación y pago de facturas personales?

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