Serpientes y escaleras - Cambiar la historia

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Cambiar la historia

El mayor reto de la gobernadora no es hacer más obras, sino cambiar actitudes

 

Cambiar la historia

Los gobiernos de los últimos años nos han vuelto inmunes a muchas cosas y complacientes ante los abusos. Antes de Jorge Carrillo Olea Morelos era un estado pacífico, considerado uno de los mejores lugares para vivir en el mundo: treinta años más tarde las alertas de viaje se volvieron cotidianas, la violencia se normalizó y la corrupción se institucionalizo. ¿Cambiará la historia?

El mayor reto de la gobernadora Margarita González Saravia no es invertir más en obra pública, promover mejor el turismo, rescatar el acervo histórico del estado, ni atender a los pueblos originarios. Esos son temas importantes, aspectos que deben ser contemplados, pero no son los que más urgen a la sociedad.

Como cualquier otro mandatario la jefa del ejecutivo tiene dos agendas: la importante y la urgente. En este momento Margarita González Saravia ha enfocado su trabajo en asuntos rezagados, descuidados o menospreciados por administraciones pasadas; sin duda se trata de tópicos importantes que merecen cuidado, pero no son, a pesar de su trascendencia, los que más urgen a la sociedad.

Antes que rescatar el acervo histórico hay que mejorar la infraestructura educativa y carretera de la entidad, antes que reivindicar a los pueblos originales urge pacificar al estado, antes que promover la riqueza gastronómica y cultural se necesita ofrecer más oportunidades de trabajo a la gente. Todos son temas importantes, pero unos apremian más que otros.

Mantenerse en territorio es una forma visualmente atractiva de que la gobernadora esté en contacto directo con la población, se entere de manera personal de las necesidades básicas y pulse el sentir de la gente; la contraparte de esta agenda es el descuido que sus ausencias provocan en el manejo de la administración y la desatención del ejercicio de gobierno.

“Menos escritorio y más territorio” dijo categóricamente la morenista al inicio de su mandato; pero debe haber equilibrio, es decir, se necesita de ambos para que las cosas funcionen: territorio y escritorio, porque si existe uno sin el otro el gobierno va a fracasar. Todos los excesos son malos.

Al término del primer trimestre de su sexenio la valoración sobre el trabajo realizado es importante y debe hacerse al interior del gobierno; a Margarita González Saravia le gusta el contacto con la gente, le apasiona sentir el calor de su pueblo y emulando a López Obrador, recorrer las calles de todos los municipios del territorio que gobierna; a pesar de ello debe estar consciente de la importancia de supervisar directamente a su administración y medir con frialdad, en base a resultados, el desempeño de quienes la acompañan.

La intensa agenda en la que se mueve la gobernadora le ha impedido en este arranque de sexenio observar con claridad lo que pasa al interior de su equipo y entender que de la actuación de su gabinete dependen muchas cosas que ocurren en la entidad. Los últimos gobernantes han sido complacientes con sus colaboradores, se dejaron engañar por el canto de las sirenas y creyeron a pie juntillas la verdad que sus funcionarios les decían. Los resultados están a la vista.

A la vuelta del tiempo, cuando cerraron sus ciclos y volvieron a la ciudadanía, los gobernadores se dieron cuenta que la realidad que les contaban sus equipos no era la misma que veía la gente, la burbuja que envuelve a la gente de poder es común y siempre es más cómoda que apreciar la realidad de forma directa, porque al gobernante se le maquillan las cosas, se le miente y se le endulza el oído. Obvio: es el jefe y nadie quiere hacerlo enojar.

Margarita González Saravia apuesta por no caer en esa burbuja al estar en territorio, pero se está excediendo al dedicar demasiado tiempo a las giras, a los eventos, a reuniones y muy poco al trabajo de oficina. Estar en territorio es muy bueno, aunque sumamente costoso para las finanzas del estado (¿Cuánto cuesta cada evento?), pero ausentarse de las labores de oficina se traducirá en problemas onerosos para el estado y para su administración.

Recordar el Morelos que había antes del gobierno de Jorge Carrillo Olea permite observar muchas cosas, además de la complicidad entre gobernantes y delincuentes. Con Marco Adame Castillo la violencia llegó al estado de manera abrupta, en ese periodo comenzamos a ser testigos de situaciones de violencia que no conocíamos y a presenciar hechos de sangre que jamás se habían suscitado en esta tierra.

La gravedad de este tipo de situaciones cambió la personalidad del estado y de su gente, fueron tantos y tan seguidos los hechos de sangre, los delitos de alto impacto y la impunidad, que a la vuelta del tiempo lo extraordinario se volvió ordinario.

Treinta años de inseguridad, delincuencia, retraso económico, desempleo, falta de inversión pública y casos de corrupción terminaron por cambiar el rostro de una entidad que era considerada un paraíso, un lugar de eterna primavera, para volverlo referencia de violencia, de putrefacción y malos gobiernos.

Ese es el Morelos que recibió Margarita González Saravia, al que le urge un cambio de fondo que comience con la actitud de quienes nos gobiernan. La gobernadora se mantiene en firme en su línea de trabajo de honestidad y de congruencia, pero está agobiada por una agenda que la tiene enfocada en el momento y la distrae de los problemas de mediano y largo plazo.

Estar en territorio no es gobernar, es parte de un proceso de reencuentro con la gente, del ejercicio de gobierno, pero para que esa estrategia se refleje en el éxito de la administración debe combinarse con trabajo de escritorio, con la supervisión personal del equipo y la evaluación permanente de los resultados.

En Morelos hemos normalizado lo anormal, nos acostumbramos a vivir con miedo, con enojo y a volver cotidiana la violencia, la corrupción y la impunidad. Aunque este tipo de temas se han convertido en el pan de cada día, en algo que se repite cada sexenio sin importar siglas, no quiere decir que sea bueno.

Es por ello que Morelos se ha retrasado de la marcha del país y quedó atrás de entidades con menos recursos y más lejanas del corazón económico del país. Tan nos hemos acostumbrado a lo malo, que votamos por un fuereño corrupto y luego por futbolista analfabeta.

El mayor reto de Margarita González Saravia es regresar la confianza ciudadana en las autoridades y eso solo se logrará con resultados y con un cambio de actitud.

·         posdata

La importancia de la percepción es algo que no todos los gobernantes entienden, muchos descuidan y todos enfrentan. Veamos:

El trabajo de José Luis Urióstegui al frente del gobierno de Cuernavaca fue bueno en sus primeros tres años, porque resolvió un problema financiero histórico que había llevado a la quiebra al ayuntamiento.

Desde Manuel Martínez Garrigos, los alcaldes habían seguido la regla de endeudar a la ciudad, de solicitar dinero para inversión pública, mismo que casi siempre se destinaba a gastos superfluos que comprometían severamente las finanzas del municipio.

A la vuelta de los años Cuernavaca pasó de ser una ciudad próspera, con desarrollo y seguridad, a convertirse en un lugar en abandono, inseguro, donde proliferan los problemas sociales y la administración es un caos.

Los números de José Luis Urióstegui son contundentes: disminuyó la deuda pública de 1 mil 046 millones a 224, liquidó la deuda bancaria de 222 millones de pesos, incrementó la recaudación en 25% sin aumentar impuestos, pasando de 1 mil 553 a 2 mil 229 millones de pesos, triplicó la inversión pública sin adquirir créditos y ha pagado puntualmente a los trabajadores.

Con tan buenos resultados la pregunta obvia es ¿Por qué la gente no aprecia su trabajo y estuvo a punto de perder la elección pasada?

Simple: porque la mayoría de la gente no sabe de esos resultados, desconoce que se hizo un esfuerzo extraordinario por rescatar financieramente al ayuntamiento, se solventaron pasivos históricos y se destinó más dinero a obra pública. Si no lo saben, no lo aprecian.

“La gente lo va a percibir sola” ha dicho varias veces el alcalde; pero se equivoca: la gente no lo va a percibir sola.

Hoy Cuernavaca es una zona de guerra, llena de hoyos en las calles, con obras públicas inconclusas y una evidente falta de planeación en el trabajo que se realiza. Se aplaude que luego de varias décadas de no invertir en la mejora de la infraestructura hidráulica de la ciudad (supongo que para eso son los hoyos que hacen), este gobierno destine dinero a ello. ¿Pero por qué no informan lo que están haciendo? Y sobre todo, porque no lo hacen de manera ordenada, es decir iniciar y acabar las obras y no dejar baches por todos lados.

El esfuerzo de José Luis Urióstegui en el manejo de la ciudad es plausible, logró resolver en tres años el daño que causaron a Cuernavaca los últimos cuatro alcaldes y lo hizo a partir de un esfuerzo personal, sin solicitar créditos ni comprometer financieramente a la ciudad. Se dice fácil, pero no es poca cosa.

¿Pero por qué no lo dicen? ¿Por qué no informar oportunamente las acciones que se llevan a cabo y las líneas estratégicas de ese gobierno? Las historias malas se multiplican solas, lo bueno se debe contar muchas veces para que se aprecie.

El primer periodo de gobierno de José Luis Urióstegui es exitoso por el simple hecho de que sacó a la capital de la situación financiera en la que la recibió, pero sus acciones no son valoradas como deben porque la administración fue incapaz durante tres años de comunicar adecuadamente ese trabajo.

Esperemos que en el segundo periodo hagan mejor las cosas en esa área.

·         nota

Lo que parecía una historia resuelta se complicó de último momento, se suponía que el miércoles se dictaminaría el paquete económico en la comisión de hacienda y al día siguiente se votaría en el pleno, pero se atoró.

Luego de una nueva ronda de negociaciones los acuerdos se retomaron y el presupuesto se aprobó por unanimidad, en los términos que solicitó la gobernadora Margarita González Saravia, con ajustes propuestos por los diputados.

La clave de la negociación siempre fue la disposición de la jefa del ejecutivo y la operación directa de Javier García; si no hubiera sido así, quizá se habría repetido la historia de iniciar el año con el presupuesto del periodo anterior.

A la 4T le urgen operadores políticos.

·         post it

El exgobernador Cuauhtémoc Blanco volvió a llamar la atención por su participación como comentarista en el partido de ida de la final del fútbol mexicano.

Apasionado y efusivo, el americanista se notaba cómodo, feliz, moviéndose en un espacio que conoce y hablando de lo que sabe.

Si un poco de esa pasión hubiera puesto en su labor como gobernador, Morelos estaría en una situación distinta.

Ojo: la fama del futbolista comenzará a pesar en el gobierno de Margarita Gonzáles Saravia si sus colaboradores no comienzan a dar resultados y a demostrar con hechos que son diferentes.

Sería terrible que a la vuelta del tiempo digan que Cuauhtémoc fue mejor que Margarita.

·         redes sociales

Los memes pululan en las redes sociales. “Mi primera chamba” es un clásico.

Imagina, lectora lector queridos.  que tu primera chamba sea de secretario de estado.

Por eso los resultados no llegan.

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