Serpientes y escaleras - ¿A qué le apuestan las candidatas?

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - ¿A qué le apuestan las candidatas?

 

Margarita González busca el voto morenista, Lucía Meza quiere el voto de todos.

 

¿A qué le apuestan las candidatas?

La carrera por la gubernatura de Morelos ha entrado a su fase de definición; quedan cuatro semanas de promoción, pero en dos podremos identificar cuál de las dos candidatas se perfila como ganadora. Lo que hagan los equipos en los próximos días será clave para el resultado, porque a partir de ahora el tiempo se convierte en un elemento determinante de la campaña. ¿A qué le apuesta cada candidata?

Desde que inició el proceso electoral las contendientes dejaron clara su apuesta: Margarita González Saravia confía en la estructura, el voto duro y la fidelidad obradorista; Lucía Meza Guzmán llama al voto opositor, al que está molesto con el gobierno y quiere un cambio, pero también persigue a los obradoristas que no simpatizan con su candidata.

Una campaña electoral se conforma por diferentes piezas que trabajan de manera coordinada: la o el candidato es una pieza central, pero no la única y a veces no la más importante; la coordinación de campaña es vital porque se encarga de conjugar esfuerzos, definir la estrategia y ajustarla cuando es necesario. También está el cuarto de guerra, un espacio en donde participan diferentes figuras que analizan el escenario y toman decisiones en función de lo que ocurre. Por supuesto hay muchas más personas que son importantes y deben hacer su trabajo, pero destaquemos estas tres.

En esta campaña las candidatas contrastan por muchas cosas, empezando por su personalidad y la manera de hacer campaña: Lucía Meza es muy buena candidata, tiene un discurso atractivo que adecúa al espacio en el que participa y cuenta con mucha experiencia en materia electoral, de ahí que su desempeño en campo sobresale y logra conectar bien con la gente.

Margarita González ha ido dos veces a campaña, pero nunca ha ganado, tiene un discurso mucho más limitado, repetitivo y una actitud que no acaba de convencer a propios y extraños, porque todo lo que dice gira en torno al gobierno federal y muchos consideran que no se deja ayudar.

Lo que hacen las candidatas y sus equipos se refleja en el ambiente electoral, aunque cada uno lo observa desde su propio ángulo. Si se les pregunta a las candidatas ambas dirán que van muy bien, que llevan la delantera, que conectan muy bien con el ciudadano y que sin duda van a ganar.

Es muy difícil que piensen distinto porque esa debe ser la actitud de quien está en campaña: para convencer a los demás primero deben convencerse a sí mismos y eso es precisamente lo que las dos abanderadas hacen. El problema viene cuando la seguridad se convierte en confianza excesiva y se comete el error de solo observar una parte de la historia.

Veámoslo de esta forma: Cuando Margarita González o Lucía Meza van a campaña, lo hacen rodeada de su equipo y la estructura que las acompaña, acuden a lugares previamente identificados por sus colaboradores, con gente que ellos convocaron, que simpatizan con su proyecto y que de alguna manera tienen interés en que ellas ganen. Si fuera un partido de fútbol, diríamos que juegan de locales.

Esta manera de trabajar es común y aplica en todos los partidos y en todos los lugares sin importar el tiempo; lo mismo hacían los priístas de antaño que los neopanistas y ahora los morenistas. Obvio: ya no hay fronteras entre partidos, las barreras ideológicas se borraron y ahora la única diferencia entre unos y otros es el color de la playera que usan. Pero regresemos a la campaña.

Pedir a las candidatas que vean más allá de la realidad que les presentan sus colaboradores es muy difícil porque su agenda gira en torno a los eventos que ellos les organizan, con gente que ellos convocan y en espacios que ellos eligieron. Salvo casos como el reciente en Jojutla, donde la candidata de Morena tuvo que abandonar el lugar por un enfrentamiento entre petistas y morenistas, en lo general son eventos cómodos, a modo, en donde la gente observa, escucha y aplaude, porque a eso los llevaron.

Luego entonces si en todos sus recorridos las candidatas se encuentran con público a modo, que les aplauden, que les siguen la corriente y aceptan sin chistar todo lo que les dicen ¿Cómo considerar que las cosas no son como sus asesores les dicen? Es como los gobernantes en sus giras: siempre reciben aplausos, agradecimiento popular y simpatía colectiva, por eso no creen cuando alguien les dice que la gente está molesta con su trabajo.

Ahí está la clave del trabajo de quien coordina la campaña y la capacidad de la candidata para escuchar y ver más allá de lo que le dicen. En este punto nuevamente la ventaja la lleva la abanderada de oposición, quien indudablemente tiene un mejor coordinador de campaña, alguien que ha demostrado mayor capacidad receptiva y de diálogo con todos.

Eso y que a diferencia de Margarita González que solo escucha lo que es favorable a ella, Lucía Meza es receptiva a todo lo que ocurre a su alrededor, está lista para atender todas las circunstancias y dispuesta a hablar con todas las personas. Ese es el perfil que cada una tendrá en caso de convertirse en gobernadora.

En estas últimas cuatro semanas de campaña las decisiones que se tomen cada día serán determinantes, lo mismo que la manera como las aspirantes cierren el proceso electoral. Del lado de Morena insisten en una ventaja de dos dígitos, superior a treinta puntos, mientras que la oposición afirma que el cruce estadístico entre candidatas ya ocurrió y ahora la delantera la llevan ellos.

Cualquier dato que se muestre sale sobrando, no importa la casa encuestadora que lo diga, ni la solidez de los datos que presuman los equipos; cualquier argumento de este tipo ha quedado deslegitimado porque se han excedido en su uso y han mostrado decenas de estudios con datos que muchas veces no corresponden a la realidad y resultan inverosímiles.

Lo único claro en este momento es que ninguna candidata ha logrado hacer sentir que va a ganar, que a pesar de sus discursos, sus argumentos y sus números, entre los ciudadanos la historia aún no está escrita y más aún, la elección no interesa a pesar de la trascendencia de elegir a la primera gobernadora de la historia.

Las siguientes dos semanas de campaña son claves; el equipo que mejor las aproveche tendrá más oportunidades de ganar.

·         posdata

En varios rubros el equipo de campaña de Lucía Meza ha demostrado ser mejor que el de Margarita González, empezando por la comunicación.

El problema del lado de la 4T es que el coordinador de campaña desprecia la comunicación, no le interesa la percepción y está rodeado de figuras que no entienden del manejo informativo, aunque hagan negocios con ello.

Para el equipo opositor, sin embargo, la comunicación es un elemento clave que ayuda a generar percepción y ello trasladado a una campaña puede dar muchos votos. Pongámoslo de esta forma:

Antes de que Lucía Meza se pasara al FAM nadie consideraba que la oposición tenía oportunidad de ganar la gubernatura de Morelos; la senadora dio el brinco en diciembre y en dos meses construyó la percepción de que Morena podía perder. Dos meses más de buen manejo informativo concedieron a la abanderada del cambio la percepción de que estaba en condiciones de ganar y en estas últimas semanas, por la misma vía, ha convencido a muchos de que ya superó a su rival.

En la tienda de enfrente aseguran que todo eso es falso, que sus números no les van a dar, que la estructura no le alcanza y que el voto masivo morenista les concede una amplísima ventaja. Puede ser que así sea y al final veamos un triunfo arrollador de la 4T, pero por lo pronto la percepción es otra, se comienza a escuchar que quien va a ganar la elección es Lucía Meza y eso, sin duda alguna, puede influir en el sentido de los votos.

La clave en el manejo informativo está en el contenido, en la oportunidad, en la habilidad para conectar con quien lee, ve o escucha y la capacidad para lograr que la información de campaña se replique en todos lados. Nuevamente la ventaja es de la oposición, porque la información de su candidata se está multiplicando cada vez más con el importantísimo ingrediente de la opinión pública; explico: del lado de Margarita se lanzan muchas notas, pero en el equipo de Lucía hay opiniones individuales cada vez más favorables a ella.

En unas semanas veremos cuál de las dos estrategias fue la correcta y hasta que punto el manejo de la percepción influyó en el resultado: Morena y su candidata arrancaron la carrera con una amplísima ventaja sobre la oposición, ahí sí de más de treinta puntos y la opinión generalizada de que sin importar el candidato, la 4T ganaría; el FAM vino de abajo, sin ninguna oportunidad de ganar y nada que perder, porque nadie esperaba nada de ellos.

Si Margarita González traslada esos treinta puntos de ventaja a la boleta, su equipo de campaña, empezando por su coordinador, se llevarán todo el crédito y vendrán seis años de gobierno con mucha estabilidad, porque la oposición habrá sido aplastada.

Pero si el resultado es opuesto y quien gana es Lucía o su derrota es por muy poco margen, entonces se confirmará que Javier García jugó mal, puso en riesgo el proyecto y equivocó el camino; una victoria por un dígito implica una derrota, porque Morena habrá perdido más de veinte puntos en sesenta días y eso implicará un gobierno de altibajos, con una candidata perdedora que se convertirá en referente de la oposición y estará vigente por muchos años, haciendo sombra al gobierno de la 4T.

·         nota

La historia sobre lo ocurrido al obispo de Guerrero sigue dando de qué hablar por todo lo que se ha dado a conocer al respecto.

Primero su desaparición, hecho que fue interpretado por la grey católica como un grave hecho delictivo que nuevamente tocaba a uno de los suyos, luego su aparición en un hospital, intoxicado, pero estable. Ahí apareció el fiscal que de inmediato habló de un secuestro exprés y después vino la filtración de datos que referían que en el organismo del prelado había rastros de cocaína.

Todo esto sucedía en un ambiente de incertidumbre y morbo, porque luego se confirmó que Salvador Rangel había estado en un motel y llevaba entre sus ropas condones y pastillas para la disfunción eréctil. “Entró por su voluntad al motel acompañado de una persona del mismo sexo; el fiscal tendrá que explicar porque dice que fue secuestro” dijo el comisionado de seguridad estatal.

La historia no es ajena al clima de enfado que prevalece en muchos sectores, incluyendo el periodístico; Ciro Gómez Leyva, defensor a ultranza de la verdad, consideró que la declaración del almirante Guarneros exponía la vileza humana, porque los datos que había aportado lastimaban su dignidad.

En muchos otros momentos Ciro Gómez Leyva ha defendido la verdad por encima de todas las cosas y ha expuesto este tipo de situaciones cuando considera que se trata de hechos del dominio público que ameritan difusión periodística y sirven para aclarar la verdad. ¿Por qué este caso es diferente?

Lo sucedido al obispo de Chilpancingo no es claro, se han difundido muchas versiones y algunos hechos concretos, como lo expuesto por las cámaras de seguridad del motel. Puede ser cuestionable la actitud personal del obispo, sí es que acaso sucedió, pero es más grave hablar del secuestro de un importante miembro de la grey católica.

Cuando se dijo que el obispo Salvador Rangel había sido víctima de un secuestro se criticó a las autoridades por el clima de inseguridad; cuando se aclaró que no había sido secuestro porque el nuncio entró por su voluntad a un motel, se criticó a las autoridades por exponer la vida privada de la persona.

¿Qué se debió decir en este caso?

·         post it

Lo ocurrido a Margarita González Saravia en su gira por Jojutla, cuando petistas y morenistas se confrontaron y obligaron a la candidata a salir huyendo del lugar es consecuencia del terrible acuerdo electoral de Morena en Morelos, porque en todos lados llevan candidatos opuestos.

También en este caso la candidata sólo escuchó la voz de su coordinador: mientras la oposición va unida en todo el estado, Morena firmó el peor acuerdo electoral de toda la historia.

·         redes sociales

Si gana Lucía Meza, muchos cuauhtemistas deberán conseguirse un abogado. Empezando por quienes la candidata considera “sus operadores”.

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