Secreto a voces - La sustentabilidad, una manzana podrida
En opinión de Rafael Alfaro Izarraraz
Durante la segunda mitad del siglo pasado, el concepto de sustentabilidad no existía. La crisis ambiental que ambientalistas y ecologistas observaron no tenía nada que ver con el concepto de sustentabilidad, que nos conmina a un tipo de acción basada en un modelo de “responsabilidad” como es el usar responsablemente los recursos naturales hoy con el fin de garantizar que las generaciones futuras también puedan disfrutar de ellos.
Aparece con fuerza en el Informe Brundtland, en 1987. Como hemos expuesto en este mismo espacio, los organismos internacionales no tenían hasta la década de los sesenta del siglo pasado ni la más mínima idea del problema ambiental. Durante la posguerra estuvieron más ocupados en los temas del mundo bipolar y en aplicar dispositivos con el fin de que la balanza se inclinara hacia el mundo capitalista. Fueron responsables del desastre ambiental que vino después, por lo que no tenían ojos para ver lo que ocurría, y respaldaron el uso de agroquímicos que trajo la Revolución Verde y, más tarde, incrustaron el concepto de sustentabilidad que legitimó una nueva fase de explotación de la naturaleza, pero con un discurso como dispositivo de poder: la sustentabilidad.
Por ejemplo, en la disputa que el bloque capitalista sostenía en el bloque soviético, la ONU y la FAO (esta última depende de la primera), se inclinaron a favor del uso de sustancias provenientes de la industria de los agroquímicos para darle fundamento a la Revolución Verde. Lo de la Revolución Verde, era como una estrategia para combatir en el medio rural y en el campo de la alimentación a la Revolución Roja. De pronto el campo se volvió altamente productor de alimentos y se desarrolló la cultura de tres comidas y dos colaciones. Era necesario vender y fomentar la alimentación para evitar que el hambre obligara a voltear a los campesinos hacia Cuba y Rusia.
Es verdad que mejoraron e incrementaron la producción agrícola pero a un costo demasiado oneroso para la vida. Aquí, por lo regular, se utiliza el criterio de lo humano, asociándolo con la mejora de la alimentación, del combate a la pobreza, y a ello le sigue que no importa que se dañe el ambiente porque el ser humano está por encima de todo, como es la medida de todas las cosas pues aquí significa que lo humano está primero antes que cualquier otras cosa, incluida la naturaleza. Todo lo que se niega al discurso que descubre pobreza y hambre por donde quiera, es inhumano.
El informe Brundtland, fue encargado a quien había sido primera ministro de Suecia. En ese informe aparece el concepto de sustentabilidad. Este concepto fue incorporado con el fin de combatir al ambientalismo que empezó a cuestionar no sólo la contaminación del medio ambiente sino al modelo de sociedad industrial que era considerado como la causa principal del daño que se le venía causando al planeta. Esto es muy importante comprenderlo porque estamos hablando de una crítica radical a la sociedad industrial que le llevaba la delantera a la narrativa crítica de corte ambientalista y ecologista.
Lo que hace el Informe Brundtland es darle un respiro a la sociedad industrial al quitarle el peso de la críticas el ambientalismo le adjudicaba pero que ahora se traslada la responsabilidad a los pobres. El deterioro ambiental se asocia con el número excesivo de habitantes y con algunas de sus prácticas. Las críticas que recibió este informe es que no valora el hecho de que a través de diversos mecanismos, los recursos naturales son trasladados para que sean consumidos en los países desarrollados. Los recursos naturales se concentran y se consumen por una minoría de la población mundial, que es la que habita en las naciones desarrolladas.
Este reenfoque, digamos de las élites mundiales, le extiende un cheque en blanco a la sociedad industrial y la empresa capitalista al incorporar el concepto de sustentabilidad. A través de este concepto el problema ambiental se socializa y se desindustrializa. Hace responsable del deterioro ambiental a los pobres y a la sociedad. A la empresa la convierte en empresa social y ecológicamente responsable. Subraya que es la sociedad la que debe abstenerse de consumir de manera irresponsable los recursos naturales, ocultando que ha sido la sociedad capitalista, la empresa industrial, la que ha convertido a la naturaleza en una mercancía.
A partir del concepto de sustentabilidad, como decíamos, se extiende un cheque en blanco a la sociedad industrial para que continúe apropiándose de los recursos naturales y utilizando al ambiente como un recurso que puede transformarse en mercancía y venderse. No existe ninguna evidencia hasta el momento que demuestre que la sustentabilidad opera con eficacia y que los recursos naturales se conservan para que otras generaciones disfruten de ellos. Lo que tenemos es evidencias como la actual pandemia, de que el deterioro ambiental ha llegado a un punto en el que la vida corre grave peligro.
La sociedad en su conjunto se encuentra intoxicada por el concepto de sustentabilidad. Cree y tiene confianza o tal vez no es capaz de aceptar lo que ocurre porque tiene temor a enfrentar la gravedad del problema. Acepta de buen grado los avances de las tecnologías verdes, pero no se das cuenta que este tipo de tecnologías más allá de la importancia que pueden tener ahora, no significan un cambio sustantivo con respecto al problema de problemas que es el que ha quedado ocultado por la sustentabilidad: la lógica de economizar a la naturaleza no cambia en absoluto.
Tampoco cambia en términos de la gran empresa, que ahora se le ha creado una narrativa a la que se acoge con gusto porque le permitirá operar como siempre, al fin y al cabo la sustentabilidad ha logrado debilitar la crítica al modelo de sociedad industrial. La actual pandemia puede crear condiciones favorables para el cambio, pero es importante que la sociedad se dessustentabilice…