Serpientes y escaleras - Gobernadora en territorio

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Gobernadora en territorio

Margarita González Saravia quiere dignificar la política. El reto es enorme

 

Gobernadora en territorio

El primero de octubre inicia un nuevo gobierno estatal y también un nuevo capítulo de la política. Margarita González Saravia quiere convertirse en la mejor gobernante en la historia de Morelos y para lograrlo apuesta a un gobierno humanista, de valores y compromisos. La meta trazada por la dama es ambiciosa, pero no irrealizable; el primer año de su mandato es clave.

A dos meses de ganar el proceso electoral la narrativa en torno a quien será la primera gobernadora morelense tiene que ver con valores que han caracterizado a Margarita González Saravia desde hace muchos años, pero que no son comunes en el ambiente político actual.

El trabajo que desde ahora realiza el equipo que conformará el futuro gobierno tiene que ver con el conocimiento de las áreas de la administración, pero sobre todo con las necesidades de la gente; los recorridos que hace González Saravia acompañada de sus colaboradores sirven para conocer de viva voz, sin intermediarios, la situación en la que se encuentran las comunidades y los requerimientos ciudadanos.

Desde ahora es posible ver que esa será la dinámica de la nueva administración, con una gobernante que estará permanentemente en la calle, con el pueblo, conociendo de primera mano lo que pasa en el estado. La idea parte de la premisa filosófica de regresar el poder al pueblo y sacarlo, como ha sucedido en las últimas tres décadas, de la cúpula político-partidista.

Este planteamiento es ambicioso e implica muchos retos, porque aunque en el papel la estrategia es ideal, en los hechos se requerirá de un enorme trabajo de todas las áreas del gabinete para que el proyecto no se pierda y la gente entienda verdaderamente de que se trata el cambio.

Recordemos que Margarita González Saravia es una militante de izquierda de muchos años, formada y convencida de esa doctrina antes de que se volviera moda. La apuesta de la gobernadora de regresar el poder al pueblo no es un simple mensaje discursivo, es una convicción que, reitero, debe ser acompañada de mucho trabajo de su equipo para que la idea no se confunda.

Este planteamiento representa también un reto para la clase política local que desde hace muchos años dejó de lado los principios; décadas atrás quedaron las figuras representativas de los partidos, hombres y mujeres como Nacho Suárez Huape, Julián Vences, José Luis Correa, Oscar Sergio Hernández, Sergio Álvarez Mata, José Raúl Hernández, Tomás Osorio Avilés o Antonio Riva Palacio, figuras de la política local con quienes, en independencia de coincidir con su pensamiento, se les respetaba por su congruencia.

Aquella vieja clase política de ideales, doctrina, valores y convicciones ya no existe, en su lugar aparecieron tipos de la calaña de Víctor Saucedo, Jorge Meade, Manuel Martínez, Rodrigo Gayosso, Jorge Messeguer, Hortencia Figueroa, Tania Valentina, Andrea Gordillo, Francisco Sánchez o los hermanos Martínez Terrazas, personas sin formación, sin valores ni compromisos, que aprovecharon las posiciones para sacar provecho personal sin pensar en el costo que su comportamientos tiene para el estado.

Margarita González Saravia pretende retomar la política ideológica, de valores y de compromiso social desde el gobierno; enfrente tendrá a una oposición convenenciera y mediocre que ha hecho del conflicto político un gran negocio personal y que no cambiará solo porque así lo quiera la titular del ejecutivo.

Teóricamente se puede hablar de gobernar con el pueblo, de hacer de la base social la estructura que soporte a una administración; en los hechos lograr esa meta no es sencillo ni rápido, porque la ciudadanía no alcanza aún a distinguir entre los políticos que verdaderamente tratan de hacer algo bueno, de aquellos que, como los actuales diputados, buscan únicamente el beneficio económico personal.

El descrédito de la política es global, claramente marcado en lo nacional y acentuado en Morelos por los conflictos permanentes entre poderes. No será sencillo que en el corto plazo el ciudadano alcance a percibir cambios significativos y tardará mucho para que otorgue una mejor calificación a sus gobiernos.

Los últimos dos sexenios los gobernadores de Morelos han destruido la confianza social en las instituciones y ocupado las últimas posiciones en el ranking nacional de mandatarios. Esta mezcla ha sido desastrosa para el estado porque refleja el ambiente social y político que vivimos y una erosión total de la confianza de la gente en sus autoridades.

El descrédito de los últimos dos gobernadores ha sido ganado a pulso a base de acciones que lastiman a la sociedad, posturas que los alejaron de la gente y gabinetes que en lugar de dar resultados se dedicaron a hacer negocios con el cargo.

Los últimos cinco sexenios han sido de constante conflicto y los dos más recientes de un marcado rompimiento social. Por su cercanía con el ejecutivo federal Graco Ramírez y Cuauhtémoc Blanco tuvieron la oportunidad de hacer destacar a Morelos en el plano nacional, de obtener más apoyos y traducir el afecto presidencial en beneficios para sus representados.

Pero eso no sucedió: en el caso del tabasqueño el apoyo federal fue un manto de impunidad para robar, para abusar y para golpear a la gente, mientras que para el futbolista el aprecio del presidente sirvió únicamente para defenderlo de los conflictos en los que siempre se metió solo.

La nueva etapa política que encabezará Margarita González Saravia es interesante, pero nada sencilla de concretar; la gobernadora recibirá un estado en llamas, con instituciones desacreditadas y una enorme desconfianza social en sus autoridades. Su discurso conciliador es un buen primer paso que requiere obligadamente el trabajo de todo su equipo en un mismo sentido.

Un gobierno humanista con una gobernadora en territorio es necesario para la reconstrucción del tejido social, pero a la vez un reto enorme para todo el equipo de gobierno, de manera particular para quienes llevarán las riendas de la política y la comunicación, porque de ellos dependerá la narrativa de la nueva administración.

El duelo que veremos a partir del primero de octubre en Morelos cuando inicie una nueva etapa política en el estado y se escriba un nuevo capítulo en la historia morelense es entre una gobernadora que tratará de dignificar al servicio público, de retomar valores, cumplir compromisos y honrar la palabra y una clase política que se ha acostumbrado a negociar todo, a vender sus votos y sacar provecho personal del conflicto social.

El objetivo de Margarita González Saravia es loable. Nos conviene a todos apostar porque su plan funcione.

·         posdata

Unos meses antes de dejar el cargo y luego de que su hijastro perdiera la elección, Graco Ramírez echó mano de su congreso para cambiar leyes y poner candados para que la siguiente administración no lo tocara.

Fue desde su cuarto año de gobierno cuando el tabasqueño comenzó a construir un andamiaje político, jurídico e institucional para garantizarse a sí mismo y a los suyos impunidad al dejar el cargo.

La designación de los fiscales fue un primer paso al que luego se sumaron más posiciones que tenían que ver con los caminos que podrían seguir las investigaciones que trataran de hacer en su contra. El poder judicial fue otro espacio clave.

Cuauhtémoc Blanco no pudo proceder contra Graco Ramírez porque su equipo jurídico fue incapaz de armar el rompecabezas de corrupción para colocarlo en forma de pruebas en un expediente; eso y que las carpetas que se presentaron ante la Fiscalía Anticorrupción y la General fueron inmediatamente atajadas por sus titulares, ambos incondicionales del tabasqueño.

De cara al arranque de une nueva administración la legislatura 55 quiere seguir esa línea de impunidad modificando la ley orgánica del congreso para elevar el número de votos necesarios para solicitar auditorías especiales.

La lógica es simple: evitar que Morena tenga capacidad de actuar solo y entrampar cualquier acción que se pretenda iniciar contra los ladrones, empezando por ellos. En esta historia, dicen, un actor principal es Christian Carmona, un empresario favorecido en esta administración que también se ha metido a la operación política desde hace varios años y cuyos intereses trata de proteger desde diferentes frentes, entre ellos el Partido Verde.

El jaloneo al interior del parlamento es duro no solo en la construcción de una mayoría y el intento de consolidar un bloque opositor, también se ha movido en el plano mediático con la designación de dos magistradas de TJA, el intento de abrir dos nuevas posiciones en el Tribunal de Justicia Administrativa, la reforma a la ley orgánica del congreso, la del servicio civil y el intento de un nuevo ajuste en el reglamento interno de la cámara de diputados para complicar la autorización de auditorías especiales.

No es nada sencillo el trabajo que tiene que hacer desde ahora el coordinador de Morena; no lo es empezando porque los propios morenistas son difíciles y llegan desde diferentes lugares, con pocos puntos de coincidencia.

·         nota

Cuauhtémoc Blanco confía que en los 25 días que le quedan de gobernador aún puede encarcelar a su sucesor; “Tengo la veladora prendida” dice, al tiempo de afirmar que un milagro puede ocurrir.

Falso: lo que no pudo hacer en seis años no se va a lograr en tres semanas, sobre todo porque una denuncia contra un exgobernador debe ir acompañada de cabildeo político y eso nunca se hizo.

Después de Claudia Sheinbaum, Cuauhtémoc Blanco fue el gobernador más cercano al presidente Andrés Manuel López Obrador, hecho que quedó demostrado cada vez que el nombre del gobernador morelense apareció en medio de un conflicto y el mandatario federal lo defendió.

La cercanía, confianza y afecto obradorista no se reflejó en beneficios para el estado porque el gobernador nunca fue capaz de solicitar algo tangible al presidente; el cariño presidencial sirvió para proteger al futbolista de las crisis en las que recurrentemente se metía, no para proyectar a la entidad y a sus habitantes.

En algún momento a lo largo del sexenio el gobernador Blanco Bravo pudo solicitar el apoyo de la federación para que los procedimientos legales contra Graco Ramírez avanzaran, pero eso nunca ocurrió. Ahora que su ciclo está por concluir es prácticamente imposible que los temas avancen porque el gobierno federal saliente ya no está en condiciones de ayudar.

Los expedientes contra Graco Ramírez no han muerto y las faltas aún pueden perseguirse en la siguiente administración, pero eso ya no depende de Cuauhtémoc Blanco. La gobernadora decidirá si quiere actuar contra los graquistas corruptos o se concentra en las faltas de los cuauhtemistas.

Los carniceros de hoy serán las reses de mañana.

·         post it

El alcalde capitalino reconoce que la policía de la capital no está a la altura de las necesidades de los ciudadanos.

¿Y luego qué sigue?

·         redes sociales

¿Cómo pueden justificar los diputados ejercer 580 millones de pesos de presupuesto anual sin hacer obra pública ni otorgar servicios?

El Congreso de Morelos tiene más presupuesto que la mayoría de los ayuntamientos y más que muchas dependencias estatales.

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