Repaso
En opinión de Carlos Gallardo Sánchez
- Zapata en el discurso bazofia
A propósito de “creerse” zapatista, el multicitado John Womack Jr., autor del clásico libro “Zapata y la Revolución Mexicana”, en la página 362 de la edición vigésimosegunda publicada en 1997 por Editorial Siglo XXI, sostuvo:
“Sólo en la base y a la sombra de los zapatistas, desempeñaban cargos (en Morelos) revolucionarios de otra extracción. Eran los jueces de distrito y los presidentes, ediles y ayudantes municipales, algunos de ellos recientemente nombrados en la última revuelta y en su mayoría personas que (el gobernador)Tajonar (declarado antizapatista) había colocado el año anterior. Pero estaban sujetos ahora a elección local, e inventáronse un pasado de servicios al zapatismo que los convirtió en íntimos camaradas de campaña de Emiliano. Poco después hasta ellos se creyeron esas invenciones.”
Como ahora, pues, en donde una sarta de villamelones y polítiquillos zafios pero mañosos, no tienen recato alguno para presumir su presunto apego a los principios zapatistas y publican o pronuncian piezas huecas que por eso nadie les cree.
Después de su muerte, en pocos años los más enconados rivales y la prensa que antes lo había defenestrado con saña inaudita, fueron transformando convenencieramente sus opiniones acerca del Caudillo del Sur.
Dadas las coyunturas por las que transitó la revolución y los grupos políticos que salieron triunfantes, Zapata, desaparecido físicamente, se tornó en símbolo, en mito, en padre fundacional del México posrevolucionario.
Infortunadamente esa proyección histórica y heroica fue aprovechada para pretender legitimar a un Estado que requería fortalecer su control masivo. Resultó entonces que fue “evolucionando” la versión oficial de Emiliano Zapata y el movimiento que encabezó.
En consecuencia, empezó a proliferar el discurso – bazofia, mediante el cual, con ofensiva demagogia, hasta los peores enemigos históricos de Emiliano Zapata se ostentaban y ostentan partidarios de sus principios y de su lucha, si ello se traduce para su beneficio en presunta rentabilidad política
¿Cómo lo fueron convirtiendo en héroe oficial? Enseguida algunos datos, tomados del libro “Zapata, señor de la tierra, capitán de los labriegos, cuyo autor es Carlos J. Sierra:
• “Te deum” en acción de gracias por la muerte del terrible bandido. (El Demócrata, del 13 de abril de 1919)
• El 10 de abril de 1920 se presentó el primer aniversario de la muerte de Zapata y la ceremonia que se realizó —si acaso hubo alguna— fue inadvertida en el medio público […]
• En 1821, a dos años de asesinado, la opinión ciudadana comenzaba a conocer en sus exactos límites, la figura de Emiliano Zapata, la que resurgía con el mismo vigor con el que se hundían en el descrédito el general Pablo González y Jesús Guajardo.
• Para estas fechas el presidente Álvaro Obregón había manifestado su compromiso de hacer realidad la justicia agraria.
• En 1922, en el periódico El Demócrata, en su edición del 11 de abril, publicó:
“No sólo el pueblo de Morelos, sino la nación toda, rindió ayer homenaje a la memoria de E. Zapata, apóstol del agrarismo.”
El tercer aniversario de la muerte de Emiliano Zapata se realizó en Cuautla, al pie del sepulcro del líder agrarista. Para entonces ya hubo representas del gobierno federal.
• El 10 de abril de 1923 se homenajeó al caudillo al pie de su tumba. Después surgió un altercado, pues se acusó a Gildardo Magaña de haber traicionado a Zapata. Para calmar los ánimos intervino Antonio Díaz Soto y Gama. Eran ya, los anteriores intelectuales del zapatismo, beneficiarios del proyecto de unidad revolucionaria que encabezó Álvaro Obregón.
• El 10 de abril de 1924, el candidato a la presidencia, Plutarco Elías Calles, en la ceremonia conmemorativa efectuada en Cuautla, sostuvo que el programa revolucionario de Zapata lo hacía propio: “Que sepa una vez más [la reacción] que ese programa revolucionario de Zapata, ese programa agrarista, es mío.”
A partir de entonces, en forma desmedida, Zapata fue considerado “héroe oficial”, a modo con quienes fueron los vencedores y herederos de la revolución. El otro Zapata, el que recuerdan distintos actores ajenos a las estructuras políticas del poder público y político en México, sigue cabalgando libre y sin claudicar.
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