Punto Kairo - Resistir al sufrimiento
En opinión de Juan Salvador Nambo
En las redes sociales se están difundiendo nuevas formas de resistir. Se difunde también la frivolidad y el descaro de la clase política. Y se sigue difundiendo la brutalidad de los diferentes grupos criminales para seguir imponiendo el miedo que tanto dinero les ha dado tanto a ellos como a sus redes de complicidades.
En los últimos 25 años han ocurrido cambios inimaginables que implica la generación de nuevas habilidades, nuevos hábitos, nuevas formas de ver la vida y por lo tanto nuevas reglamentaciones.
En este sentido Margaret Archer, señala que todos formamos parte de una rutina hasta que nos enfrentamos con un problema que el hábito no puede responder. Un ejemplo es el uso del teléfono celular: no existen normas respecto a dónde usarlo y en qué condiciones, como en su momento lo fue el uso de la televisión (cuando comenzó a usarse no había normas acerca de su uso y parecía desplazar la convivencia familiar, se escuchaba a muy alto volumen y se tenía encendida a todas horas).
Estamos conformando una gran comunidad del sufrimiento que se manifiesta a través de las redes. Comenzó en la administración de Felipe Calderón que de 2006 a 2012 había apostado por una política radical para resolver el problema de la inseguridad. La guerra contra el narcotráfico, como se le nombró desde sus inicios, se vislumbraba como una gran andanada política para convencer al grueso de la población de que la mano dura era necesaria y que se tenían pocas posibilidades de avance si se procedía de forma distinta. La gran apuesta se observaba en los distintos medios de comunicación disponibles, desde los tradicionales a través del voceo de los vendedores de periódicos, hasta los más actuales por teléfono celular o las redes sociales.
Algunos medios de comunicación señalaban hacia finales de 2012 un saldo de 90 mil personas asesinadas, 25 mil desaparecidos, 50 mil huérfanos y más de 250 mil personas desplazadas de su lugar de origen. Nuevos actores violentos en América Latina como el crimen organizado, las bandas de delincuentes en las ciudades y las respuestas violentas por parte de las fuerzas de seguridad del Estado estaban permeando en la sociedad mexicana.
La realidad no ha cambiado mucho. En la actual administración la violencia organizada se convirtió en una forma paralela de orden y control, de distribución de recursos, y hasta de legitimidad e identidad. La cifra de los muertos, desparecidos, de los crímenes organizados no cedió; por el contrario, se dio la gota que derramó el vaso con la impunidad en el caso Ayotzinapa.
Cabe recordar las palabras de Roberto González: “¿Por qué evoluciona de 570 que dice el comité Eureka a cerca de 30 mil (desparecidos)? Yo digo, por tres procesos.
“Primero: la impunidad rampante. Si se sabe esto desde hace mucho tiempo y no se castiga ¿No es un permiso para que se sigan desapareciendo, para seguir usando la práctica? Es un permiso social y político.
“Segundo: el Estado fue el que inició esto. Esta tecnología la inició el Estado. Fue el Estado entendido como un entramado, como un enrejado, como una red de complicidades que va desde el policía hasta el presidente de la república, por eso es el Estado. Tiene concreción si uno lo ve así y en el largo plazo.
“Tercero: porque el Estado le enseñó a la sociedad cómo desaparecer sin que ocurriera nada. Le enseñó la tecnología y le enseñó, como parte de la tecnología, la impunidad. En una época en donde las mezclas entre el Estado, el crimen organizado nacional e internacional, ya no son los que nos asaltan, no son esos. El crimen organizado forma parte ya de la economía y los registros que tenemos es que cerca del 80 por ciento de las actividades productivas en el país están entremezcladas con el crimen organizado y con la política. Estamos hablando ya de otra cosa. El Estado es el maestro del crimen y el crimen organizado es un discípulo o, mejor dicho, uno de sus tentáculos, una de sus vertientes. Contra eso es lo que debemos luchar hoy en día”.
Morelos ha sido un estado en el que los movimientos sociales han tenido un papel fundamental en el forjamiento de la identidad de sus pobladores. La historia reciente no nos deja ajenos a ella. Estamos ante el forjamiento de un ciudadano global, ciudadano del mundo, apátrida y que se solidariza con las situaciones de injusticia globales y locales, creándose movimientos por internet o las redes sociales que se vuelven en verdaderos dolores de cabeza para las industrias transnacionales y los gobiernos, cada vez más endebles por su concepto de patria tan limitada a una democracia regida por partidos políticos.
En este sentido, Veena Das (2002) señala que, así como hay numerosos ejemplos de la formación de una comunidad del sufrimiento a través de cual los individuos pueden transformar el dolor del pasado en visiones del bien, colectiva, también hay ejemplos de la manera en que la heterogeneidad de la experiencia individual del sufrimiento es homogeneizada por un movimiento social en arquetipos colectivos. Enhorabuena.