Observador político - Morena, el enemigo interno

En opinión de Gerardo Suárez Dorantes

Observador político - Morena, el enemigo interno

La sombra de la imposición política se cierne nuevamente sobre Morelos, tal y como ocurrió en la figura de Claudia Sheinbaum Pardo, quien es actualmente la virtual candidata a la titularidad del poder Ejecutivo federal por parte de Andrés Manuel López Obrador y Mario Delgado.

LA SOMBRA DE LA IMPOSICIÓN.- Este acto autoritario que se dio desde Palacio Nacional no solo plantea interrogantes sobre la democracia interna de Morena, sino que también arroja luz sobre un preocupante patrón de nepotismo y favoritismo en la política mexicana.

Lo más alarmante de esta imposición es que parece despreciar cualquier criterio de preparación, honestidad, capacidad y experiencia en la elección de candidatos; en lugar de ello, tal parece, poco o nada importará evaluar a los aspirantes en función de su idoneidad para el cargo, la principal consideración parece ser la cercanía con el presidente; esta tendencia derrumba los principios fundamentales de la democracia y pone en duda la integridad del proceso político en México.

Por tanto, las encuestas que se presentarán en su momento por la dirigencia nacional de Morena parecen ser poco más que una fachada; es decir, pretenden hacer creer a la militancia y a la sociedad en general que el proceso es democrático y auténtico, cuando en realidad se trata de una farsa. Es difícil creer que un proceso de selección sea genuinamente democrático cuando ya se ha elegido de antemano a la candidata presidencial.

Mientras tanto, vemos cómo decenas de personajes se inscribieron para coordinar los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación, aparentemente con la esperanza de obtener algún beneficio personal sin un compromiso real con el desarrollo de Morelos; este oportunismo político solo refuerza la percepción de que la lealtad al presidente es más valiosa que cualquier otra cualidad en la política mexicana actual.

La lucha por la imposición también se traslada al ámbito estatal, donde cuatro aspirantes se perfilan como contendientes para la candidatura gubernamental en Morelos: Margarita González Sarabia, Sandra Anaya, Víctor Mercado y Rabindranath Salazar. Sin embargo, la figura de Lucía Meza, quien ha acusado una traición, lucha por su participación pero arroja más dudas sobre la legitimidad del proceso.

Es importante destacar que estos cuatro candidatos fueron elegidos por el Consejo Estatal de Morena en Morelos, pero la sombra de la imposición persiste, ya que aún existe la posibilidad de que se integren a dos propuestas más desde la dirigencia nacional del partido guinda a través de la Comisión de Elecciones del Comité Ejecutivo Nacional.

La imposición política y la falta de transparencia en la selección de candidatos son preocupantes tendencias que socavan la democracia en México; y trataran de fortalecer la idea de que la sociedad elegirá en su proceso político como justo y equitativo, en el que la preparación y experiencia sean los criterios principales para ocupar cargos públicos, en lugar de la cercanía con el poder.

GUERRA SUCIA.- En la arena política de Morelos, donde las alianzas y rivalidades son parte del paisaje cotidiano, Morena parece haberse convertido en un campo de batalla en el que el enemigo más formidable para sus propios miembros es otro morenista.

Es decir, la lucha por el poder, los egos inflados y las ambiciones personales están erosionando la cohesión del partido, dejando una grieta cada vez más profunda en su interior la cual será muy difícil de solucionar a tan solo meses de que se realice la elección constitucional concurrente en la entidad.

Un caso ejemplar el de la senadora Lucía Meza Guzmán quien decidió levantar la voz y acusar a lo que ella llama "la mafia del poder" que controla Morena en Morelos de llevar a cabo una intensa "guerra sucia" en su contra; si bien no mencionó nombres, dejó claro que su objetivo es convertirse en coordinadora de los Comités en Defensa de la Cuarta Transformación.

Las acusaciones de Meza Guzmán de enfrentar procedimientos en el Consejo Nacional de Honestidad de Morena, incluyendo solicitudes de expulsión y la cancelación de su registro al proceso interno, lo que dejan entrever un panorama desalentador para la unidad dentro del partido; parece que las diferencias internas y las luchas por el control amenazan con descarrilar los ideales que dieron origen a Morena.

Y aquí surge la pregunta: ¿Cómo podemos esperar que aquellos que se desgarran internamente puedan luego pactar e ir en unidad hacia la gubernatura de Morelos?  Lo cierto, es que Morena parece haberse perdido en las maquinaciones internas y, en última instancia, será la población la que pague las consecuencias si el partido se divide y se debilita.

Mientras tanto, aquellos que no tienen perspectivas reales de liderar ni de obtener cargos importantes se benefician de la discordia; su falta de inversión en campañas costosas y anuncios espectaculares les permite quedarse al margen, dispuestos a aceptar cualquier posición que les permita continuar viviendo del presupuesto público sin hacer un verdadero trabajo.

El futuro de Morena y su capacidad para seguir siendo un motor de cambio en México dependen de la capacidad de sus miembros para dejar de lado las diferencias internas y enfocarse en los intereses del país y su gente; la Cuarta Transformación no puede realizarse si los protagonistas están más interesados en sus propias ambiciones que en el bienestar del pueblo mexicano. Y ahí es donde pueden los integrantes del grupo opositor del Frente Amplio por Morelos, fortalecer su proyecto y aprovechar al división que se pudiera generar a nivel estatal entre quienes no sean favorecidos a la candidatura que serán la mayoría de los aspirantes.

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