Observador político - Gremio periodístico unido; justicia en el asesinato de Roberto Carlos
En opinión de Gerardo Suárez Dorantes
Morelos, tierra de contrastes y de lucha, ha sido lamentablemente marcada por una sombra oscura: la violencia desbordada. Hasta febrero de este año, la entidad ocupó el primer lugar a nivel nacional en el triste ranking de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública; con una tasa alarmante de 7.1 homicidios, Morelos superó a estados como Colima, Baja California, Guerrero, Chihuahua y Guanajuato.
¿EN RIESGO EL PERIODISMO? Este panorama desolador nos sumerge en una realidad donde vivir con el "Jesús en la boca" se ha vuelto cotidiano, sobre todo porque los ciudadanos de la tierra del general Emiliano Zapata se enfrentan a diario al temor y la incertidumbre, mientras los crímenes se disparan sin freno alguno.
Pero más allá de las cifras escalofriantes, lo que realmente estremece es la impunidad que impera en este territorio; los delitos quedan en el olvido, enterrados en el cajón de los recuerdos, mientras las víctimas y sus familias claman por justicia en vano.
El reciente asesinato del periodista Roberto Carlos Figueroa ha sacudido al gremio periodístico y a la sociedad en su conjunto; este crimen atroz ha reavivado la unidad entre los comunicadores, quienes exigen al Fiscal de Morelos, Uriel Carmona Gándara, que este caso no quede impune como tantos otros que han ocurrido en la entidad.
De ahí que es fundamental que no se busquen chivos expiatorios, ni se permita que la impunidad siga campeando; quizá por ello, el Fiscal anunció que la Fiscalía ya sigue una línea de investigación relacionada con la actividad periodística de Roberto Carlos, sin embargo, es imperativo que todas las pesquisas se lleven a cabo de manera exhaustiva y transparente.
El encuentro entre Carmona Gándara y un grupo de periodistas que exigieron justicia por el crimen es un paso en la dirección correcta pero que aún es insuficiente; no basta con palabras vacías y promesas efímeras más aún, porque la sociedad morelense demanda acciones contundentes, resultados claros y transparentes.
Creemos todos quienes nos dedicamos a esta noble actividad profesional del periodismo, que las autoridades asuman su responsabilidad y pongan fin a este ciclo de impunidad y violencia que tanto aqueja a Morelos, más aún en memoria de las víctimas y el clamor de sus familias quienes exigen justicia, y por tanto, es deber del Estado garantizarla.
Es inaudito lo que estamos viviendo hoy en día en Morelos; ya no podemos permitir que la violencia y la impunidad sigan siendo el pan de cada día en nuestra tierra. Morelos merece paz, justicia y un futuro libre de miedo.
JUSTICIA Y PROTECCIÓN A PERIODISTAS.- Esta es una demanda urgente, sobre todo, porque vivimos en un país donde la libertad de prensa se ve amenazada día tras día, donde el ejercicio periodístico se convierte en una tarea de alto riesgo, y la reciente demanda de justicia por parte de Reporteros Sin Fronteras y los periodistas de Morelos resuena como un grito desesperado en busca de protección y seguridad.
El caso del comunicador Roberto Carlos Figueroa no es un incidente aislado; es un reflejo sombrío de la violencia que acecha a los periodistas en México y Morelos; la denuncia de Alvina Flores Martínez, representante de Reporteros Sin Fronteras, pone de relieve la magnitud del problema: los actos de violencia no solo arrebatan vidas inocentes, sino que también erosionan los cimientos mismos de la democracia al silenciar voces críticas y coartar el acceso a la información.
La exigencia de esclarecimiento inmediato por parte del Fiscal General, Uriel Carmona, es un paso necesario, pero insuficiente; más allá de las palabras, se requieren acciones concretas para proteger a los periodistas y sus familias, así como para salvaguardar el ejercicio libre y seguro del periodismo en todo el país.
Es alentador ver la determinación de Reporteros Sin Fronteras y los periodistas de Morelos de no quedarse de brazos cruzados frente a la impunidad; su compromiso de colaborar estrechamente con las autoridades para asegurar que se haga justicia es un rayo de esperanza en medio de la oscuridad.
Empero, esta lucha no puede recaer únicamente en los hombros de las organizaciones y los profesionales de la prensa, no, para nada porque es responsabilidad de toda la sociedad exigir un cambio real y tangible en el sistema, donde la impunidad ya no sea la norma y la libertad de prensa sea verdaderamente respetada.
Es hora de que las autoridades redoblen sus esfuerzos y demuestren un compromiso genuino con la protección de los periodistas, ya que se necesitan investigaciones exhaustivas y transparentes, así como medidas concretas para prevenir futuros ataques.
La solidaridad con la familia de Roberto Carlos Figueroa y con todos los periodistas que enfrentan riesgos en su labor es fundamental, pero no es suficiente; necesitamos, requerimos pasar de las palabras a la acción y garantizar que ningún periodista más tenga que pagar el precio de ejercer su derecho a informar. La justicia y la protección para los periodistas no pueden esperar más.
EL ROSTRO DE LA IMPUNIDAD.- Un sistema de justicia que falla al pueblo porque en México, la justicia parece ser una quimera inalcanzable para la mayoría de los ciudadanos.
Los datos son desgarradores: de cada 100 delitos que se cometen, apenas 6.4 son denunciados. Y de esos pocos casos que llegan a denunciarse, solo el 14% termina resolviéndose; estas cifras nos dejan con una escalofriante probabilidad del 0.9% de que un crimen cometido sea resuelto en nuestro país, es un panorama desolador que revela la profunda crisis de nuestro sistema judicial.
Cierto es que la impunidad, esa sombra ominosa que se cierne sobre nuestras calles y hogares, ha alcanzado niveles alarmantes, ya que de acuerdo al informe de México Evalúa, el porcentaje general de impunidad en la justicia mexicana ha aumentado del 91.8% al 96.3% en tan solo un año. Este retroceso de 4.5 puntos porcentuales refleja un acceso a la justicia cada vez más inalcanzable para la ciudadanía.
Los crímenes más atroces, como los homicidios dolosos, feminicidios, abusos sexuales, desapariciones y secuestros, quedan impunes en su mayoría; es una realidad dolorosa que se ha convertido en el pan de cada día para miles de familias mexicanas que claman por justicia.
Un ejemplo, el reciente asesinato del comunicador Roberto Carlos Figueroa en Morelos es solo un ejemplo más de la escalada de violencia y falta de seguridad que azota a nuestro país; las palabras de alerta de los periodistas del estado no deben caer en oídos sordos; es urgente que las autoridades tomen medidas efectivas para frenar esta espiral de impunidad y violencia.
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