Nosotros | Capella: ¡Que regrese!, ¡Que regrese!, ¡Que regrese!
En opinión de José María Román Román
Mis palabras podrían ser una broma macabra considerando los antecedentes del exfuncionario graquista, una broma de muy mal gusto, pero más de un morelense comienza a pensar así obligado por los hechos y por la realidad que nos señala más de 550 asesinatos violentos en lo que va del presente año. Sin duda alguna tendremos que reflexionar que hay razones válidas y de peso para considerar que al menos en lo referente al número de asesinatos, Alberto Capella mantenía cierto orden que no permitía el desenfreno total que ahora se presenta en nuestras calles, y para colmo a unos pasos del palacio de gobierno del estado y en plenas horas de actividad comercial en lo que es o debe ser la zona más vigilada de la entidad.
El argumento del morenista Cuauhtémoc Blanco no puede ser más inútil y absurdo cuando solo se concreta a solicitar la ayuda del gobierno federal, gobierno que desde luego no va a resolver un problema que es de nuestra competencia y que demuestra con los hechos que Cuauhtémoc no tiene ni idea de dónde está parado ni del grave rumbo que pueden tomar las cosas de no implantar un proyecto que en lo inmediato pare esta mortandad. No importa y no debe importar si los muertos son entre pandilleros o delincuentes o los daños colaterales que así se les llama a las víctimas inocentes, aquí lo que importa es que el estado cumpla con su función de imponer orden para el desarrollo de la sociedad. El crimen es un delito y merece el castigo, no importando quién lo cometa o las causas. Es altamente posible que lo que pregona la graquista disfrazada de morenista, Lucía Meza sea no tan solo un clamor entre algunos senadores de la República y pronto se convierta en una bandera de la sociedad de Morelos en donde se pida y reclame la salida de Cuauhtémoc del gobierno estatal precisamente por la incapacidad demostrada en los hechos para combatir el delito. No deja de llamar la atención lo que también la diputada federal Juanita Guerra olímpicamente manifiesta en el sentido que el delito en Morelos es producto de los errores del pasado y la pregunta inevitable surge de inmediato: ¿luego entonces, lo que ahora está pasando en el presente es consecuencia de los aciertos del gobierno actual? Da pena este tipo de declaraciones más ligadas a la demagogia que a la terca realidad que vivimos los Morelenses y más aún que lo diga quien dice representarnos.
Hay oídos sordos al igual que hizo el socialista Graco Ramírez a los llamados a tiempo que sigue pregonando el Obispo de Cuernavaca Don Ramón Castro y Castro y que tal parece pocos prestan atención cuando refiere que hay 13 municipios que padecen el cobro del derecho de piso y lo grave es que las mismas parroquias sean víctimas de este flagelo social que es impune por ineficiencia del gobierno de Cuauhtémoc Blanco. Esto quiere decir que ni en defensa propia actúan las autoridades y en esas condiciones, ¿para qué las queremos?, ¿de qué nos sirven los gobiernos si no imponen el orden y la ley? El mismo obispo declara que en 70% de los municipios opera hasta en niveles inferiores el cobro de derecho de piso que desde luego incluye a las personas que venden tacos y tortas. A ese grado de impunidad estamos llegando y las autoridades en un absurdo, sobre todo el gobernador y el señor José Antonio Ortiz Guarneros, encargado de estos problemas de la prevención del delito quieren y piden que las víctimas se presenten a denunciar y levantar las actas respectivas para proceder, como si la tarea de investigación fuera labor de los particulares y no del gobierno. Consideran estos funcionarios que el ciudadano es lo suficientemente idiota como para cometer la burrada de denunciar a sabiendas de que las venganzas y represalias serían inmediatas y de total impunidad por parte de la delincuencia. ¿Qué es lo que no está funcionando para que padezcamos la delincuencia que tenemos? La respuesta está a la vista: El gobierno, El gobernador en especial que es el que dirige la orquesta y el que previene el delito, seguido del que investiga y persigue al delincuente. En ese orden son Cuauhtémoc Blanco, el señor Guarneros y el fiscal Carmona. Son tres en uno, como la santísima trinidad, pero por el lado malo, pésimo, inservible.
¿Cómo culpar a los graquistas y sus exfuncionarios como Capella, y los ciudadanos que los extrañan, si los actuales titulares hacen todo para tenerlos presentes por ser mejores que lo que padecemos como gobierno?