¿Las Magistradas y Magistrados requieren ser buenas personas?

En opinión de Carlos Iván Arenas Ángeles.

¿Las Magistradas y Magistrados requieren ser buenas personas?

“Si tomas por medio a la virtud y te aprecias de hacer hechos virtuosos,

no hay para qué tener envidia a los que los tienen príncipes y señores;

porque la sangre se hereda, y la virtud se aquista,

y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale”

Miguel de Cervantes.

 

En Morelos en los últimos meses, hemos vivido un escenario inimaginable, done el estado de derecho y la soberanía de la entidad ha sido violentada. De ahí que estamos obligados a vigilar que la próxima designación de magistrados y magistradas del Poder Judicial que hoy se encuentra en curso, recaigan en buenas personas y si saben derecho mejor.

La legitimidad del poder judicial y el apoyo que pueda obtener de la ciudadanía dependen de su independencia y el profesionalismo de las magistradas y magistrados, que los ciudadanos vamos a percibir a través de la calidad de sus decisiones neutrales y sólidamente argumentadas.

Un tarea pendiente en el Poder Judicial es el reforzamiento de la carrera judicial como la clave para salir de la crisis de legitimidad en que se encuentra el TSJ Morelos. Este reforzamiento se debe dar a partir de una reforma judicial “desde adentro” del propio Poder Judicial, y no a partir de iniciativas legislativas externas que no parten de un proceso de deliberación incluyente en el que se haya evaluado si las medidas propuestas son las mejores para los fines establecidos. Para ello se requiere elevar a rango constitucional la carrera judicial; abrir el proceso de ingreso a la escuela judicial y seleccionar con métodos estrictos a los más capaces para comenzar un proceso de formación y habilitación; mejorar, ampliar y transparentar los concursos de oposición, abriéndolos a todo el que haya culminado satisfactoriamente el proceso de formación y habilitación; mejorar los procesos y cursos de profesionalización continua mediante el fortalecimiento de la Escuela Judicial y mejorar los procesos de evaluación, sin caer en la farsa de evaluar el mérito a partir de una lista de diplomas, entre otros aspectos.

Señores Diputados ¿Paraque todo esto? Un “Buen Juez o Magistrado” es independiente e imparcial en el ejercicio de su función, juzga con prudencia, tiene conciencia social y un compromiso personal de formación continuada, es considerado con sus colaboradores y con quienes intervienen en la administración de justicia, y no pierde de vista que más que ostentar un cargo con honores, presta un servicio a la sociedad y a los ciudadanos en un sistema democrático (lo que es compatible con tener conciencia de la dignidad de su misión)

Diputada y Diputado: La ética judicial circunscribe su interés a los actos o comportamientos del Magistrado y Magistrada, en el ejercicio de su función o con ocasión de ella. Responde a la pregunta de ¿Cómo debe comportarse una Magistrada o un Magistrado?, y va más allá de su estatuto orgánico o de las leyes penales que castigan la prevaricación o cualquier otro delito que pudiera cometer un Magistrado o una Magistrada con ocasión de su cargo, aunque los incluye, lo que pone en evidencia la conexión que existe entre el orden jurídico y el moral.

El papel decisivo que desempeña la Magistrada o Magistrado en un Estado democrático de Derecho, en el que la confianza de los ciudadanos en la Justicia es esencial, ha llevado a elevar el nivel de exigencia ética de los jueces y magistrados, con respecto de otros ciudadanos, y a que estas exigencias éticas no acaben en el plano del “ser”, sino que alcanzan el del “parecer”. De ahí que urgen mecanismos de transparencia de su patrimonio al ingresar y al egresar.

A las Señoras y Señores aspirantes a Magistrados.

1.     El Magistrado debe juzgar con libertad interior y sometido únicamente al imperio del Derecho

2.     El Magistrado puede tener una ideología política, pero no puede afiliarse a un partido, y debe evitar, en la medida de lo posible, las manifestaciones políticas que dañen su imagen de imparcialidad.

3.     La independencia también debe ser interna. Un Magistrado no puede verse condicionado por otros Magistrados, si no es por las decisiones que le vinculan para decidir el derecho con misericordia y justicia.

4.     La imparcialidad está en la base de la confianza que los ciudadanos en general y los justiciables en particular deben tener en sus Magistrados. Para los Magistrados es una exigencia ética, que parte de la premisa de que solo mediante su imparcialidad, al igual que con la independencia que la preserva, se alcanza la legitimación del Magistrado y de sus actos.

5.     Las Magistradas y Magistrados que elijan deben ser buenas personas.

 

Hasta Aquí: “Justicia y Libertad”

 

Carlos Iván Arenas Ángeles.

Magistrado en Retiro del TSJ Morelos.