La Terapia - La Postergada Felicidad

Ana Victoria en Cultura

La Terapia - La Postergada Felicidad

Como decía Celia Cruz en su canción “…no hay que llorar, no hay que sufrir, esta vida es un carnaval y es más bello vivir gozando…”, excelente idea, pero cuando llegamos a ese estado de felicidad y libertad, ya ha transcurrido gran parte de nuestra vida, buscando situaciones ideales.

En el trayecto laboral he conocido a un gran número de personas de diversas edades que prácticamente viven en espera de lo que yo llamo “la felicidad postergada”: voy a ser feliz cuando lleguen las vacaciones, cuando llegue el aguinaldo, cuando tenga una casa más grande, cuando tenga un hijo o dos, cuando baje diez kilos, cuando me case, cuando tenga tiempo libre para hacer ejercicio, cuando llegue la pensión, etcétera y se nos pasa el tiempo, esperando, siempre esperando.

Posponemos tantas cosas que cuando nos damos cuenta los años transcurrieron y los cambios físicos comienzan a ser notorios, y llega un punto donde en vez de querer emprender nuevos retos, empezamos a ir viviendo a lo seguro, y no es que pensar en la tranquilidad de una vejez no sea importante, pero, ¿No sería bueno invertirle también al presente?

Diez pasos antes de llegar a mi trabajo, un auto pasó a gran velocidad y no tuve tiempo de moverme, mi cuerpo rompió la calavera del vehículo, sentí como si volara por el aire y de pronto mi cabeza se estrelló contra el piso, todo el tiempo estuve consciente, vi cómo el conductor aceleraba y me dejaba tirada en el piso sin poder moverme. Esos segundos fueron como alguna vez escuché, cuando estás en una situación grave, pasan por tu mente fragmentos de tu vida como si se tratara de una película, mi familia, mis amigos, mi trabajo, mis proyectos.

Nunca creí que algo así pudiera ocurrirme, pero el proceso de recuperación fluyó relativamente rápido, nada que con una operación y muchísimo cariño de la gente que quiero, no sanaran.

En ese tiempo de descanso obligado enumeré interminables planes a realizar, pensé que había sido un desperdicio tremendo de tiempo todas esas veces en que había dejado de hacer algo, así como todas las veces que me había obligado hacer otras tantas que no me gustaban (entiéndase convivir con gente que no quería), tenía que aprovechar esta segunda oportunidad que la vida me daba.

En cuanto pude regresé a mis actividades laborales, a salir con amigas, pero cuando estuve enfrente de una alberca (deporte que amo y he practicado desde hace años) sentí una enorme emoción, algo que no se puede describir, no es que me quiera aventar del bungee o hacer algo más extremo, pero sí decidí invertirle más al presente, dejar de estar tan cómoda.

No existen definitivamente situaciones ideales para tener una plenitud en la vida, pero sí creo que debiéramos aprovechar las bonanzas que se nos dan, el despertar todos los días es un regalo. Dicen por ahí: “tienes un cheque de veinticuatro horas, tú decides cómo invertirlo”.

Por eso queridos lectores quiero dejarles estos tres pequeños mensajes:

El primero: Bienvenida sea cualquier etapa de la vida, los veinte, treinta, cuarenta, cincuenta, etcétera, todas nos dejan algo especial: Puede ser un aprendizaje, un buen amor y una serie de sorpresas inesperadas. No le tengamos miedo a la edad, cada una tiene su encanto; disfrutemosel crecimiento que el paso del tiempo nos deja.

El segundo: Podemos hacer un plan de vida, metas cortas o largas, pero lo cierto es que nada está escrito, nada sale tan perfecto como se espera, y esos cambios de ruta, esas imperfecciones son lo que muchas veces le dan sentido a todo.

El tercero: Esta vida es un instante, no tenemos absolutamente la certeza de nada, ni de nadie, todo es un constante cambio, así que, ya que estamos aquí, hagamos que valga la pena, a disfrutar esta hermosa, complicada, extraña y fascinante oportunidad.

Bienvenido sea cada día, con esa actitud que te hace levantarte temprano, esa que te hace darte cuenta que es una maravillosa idea invertirle a la vida, y como dice la canción:“Todo aquel que piense que la vida siempre es cruel, tiene que saber que no es así que tan solo hay momentos malos y todo pasa…”.

 

ana.victoria.lula@gmail.com