La sociedad de los Poetas Ebrios - Washington Post descubre a morelense en ruinas / ¿A clases en enero?

En opinión de Héctor Rangel Terrazas

La sociedad de los Poetas Ebrios - Washington Post descubre a morelense en ruinas / ¿A clases en enero?

Nadie se sorprenderá hoy de saber de un compatriota en crisis por la pandemia (el asombro sería al hallar a quien no ande penando). En México, pero especialmente en sitios como Morelos, LAS GRANDES MAYORÍAS HAN SIDO ABANDONADAS A SU SUERTE (piénsese sólo en quienes viven del comercio informal, el principal motor de las familias en la tierra de Zapata y el país, para los que el gobierno estatal no ha volteado siquiera a ver; ésos que la administración de Cuernavaca persigue si osan trabajar en las aceras cercanas al principal centro de abasto de la entidad).


Pero no sólo por acá los paisanos andamos con penas. El Washington Post (para algunos, el diario más influyente del mundo), dio a conocer esta semana un PENOSO CASO DE UNA MUJER MORELENSE, ORIGINARIA DE CUERNAVACA, quien luego de tener una situación no fácil, pero llevadera, con base en su trabajo y el de su familia durante lustros, fue alcanzada por las duras secuelas del coronavirus, en el país más afectado en el mundo por el virus. Su nombre: Abigaíl Leocadio, orgullosa guayaba.

Su historia no es muy distinta a la de muchos de nuestros connacionales que se deciden a sobrevivir en aquella nación, donde vencer las adversidades es práctica cotidiana. Con 34 años de edad, Abigaíl recurrió al grupo, sin fines de lucro, de San Vicente de Paul, en Phoenix, Arizona, en tiempos complicados, hace aproximadamente una década. Su familia trabajó y se esforzó, y ella terminó su carrera técnica para convertirse en flebotomista (la persona responsable de la recolección, procesamiento y transportación de "tests" de sangre dentro de un laboratorio). Su preparación la llevó a tener UN TRABAJO SUFICIENTEMENTE REMUNERADO PARA VIVIR, siempre que pudiese sumar su sueldo al de su esposo, en los últimos años.

Nuestra paisana, según la historia que publica el poderoso rotativo, tenía siete años cuando su familia la llevó a Estados Unidos, desde Cuernavaca. Víctima de las amenazas de un individuo de nombre Donald Trump, Abigaíl PUDO OBTENER PROTECCIÓN CONTRA LA DEPORTACIÓN, pues logró un permiso de trabajo a través del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, mejor conocido allá como DACA, el programa que el derrotado encopetado también quiso echar abajo, pero la Corte, considerada conservadora como él, ordenó mantener, pese a los peores augurios.

Cuenta el Post de la capital gringa que, cuando su esposo, un cocinero de un restaurante, fue despedido al inicio de la pandemia, LA SACUDIDA PARA LA MORELENSE FUE TOTAL. Sus ingresos, apenas más que el salario mínimo estatal de 11 dólares la hora, ya no fueron suficientes para cubrir sus gastos básicos. Antes de la llegada del maldito virus, LA FAMILIA ESTABA AHORRANDO PARA COMPRAR UNA CASA; ESOS AHORROS YA NO EXISTEN MÁS, dice el recuento periodístico.

Ella y su familia viven en un remolque de dos habitaciones (la típica situación de LOS MENOS FAVORECIDOS ALLÁ). Deben conseguir 500 dólares al mes para pagar la renta del lote. Pero a eso se deben sumar $450 en el mismo periodo, en facturas de electricidad y servicio de Internet (para que sus cuatro hijos, de 9 a 15 años, puedan asistir a clase de forma remota). Antes de que cerraran las escuelas, los niños tenían desayunos y almuerzos gratuitos en el campus; YA NO (otro gasto que se acumuló a la de Cuernavaca, el sostén en dicha familia en estos meses).

"Ha sido difícil alimentar a todos los niños todos los días", dijo la morelense en la entrevista periodística, ahí en el remolque. ¿Cómo ha paliado la enorme cuesta arriba que recorre ella diariamente, desde hace meses? Como muchos otros, y por primera vez, la familia del personaje de esta historia HA TENIDO QUE RECURRIR A LOS BANCOS DE ALIMENTOS, DESTINADOS A LOS ÚLTIMOS DE LOS ÚLTIMOS EN ESTADOS UNIDOS. Según la fuente, el último envío recibido incluía dos cajas con tomates enlatados, frijoles secos, arroz, cereal para el desayuno y el favorito de los niños: galletas Oreo especiales.

NO ES SUFICIENTE. A decir de Abigaíl, en lo que da a conocer al mundo del Washington Post, esa ayuda apenas proporciona menos de la mitad de lo que come su familia en cuatro semanas, "aunque reduce significativamente la factura mensual a unos 250 dólares", reconoce.

Pero no olvidar que es originaria de la tierra del más grande de los caudillos. NO SE VENCE. "Siempre logramos solucionar las cosas de una forma u otra", dijo en la plática de donde nació el texto aparecido en el poderoso medio, al que informó que acababan de saber que su esposo había ya conseguido un trabajo.

 

Por no dejar: ¿A clases en enero?

Ayer nos enteramos que hay la POSIBILIDAD DE REGRESAR A CLASES PRESENCIALES EN ESTE ENERO que ya casi llega, para Morelos y muchas otras entidades. Diría el maestro Armando Fuentes Aguirre: ¡hágame usted el refabrón cavor! Ahora se le ocurrió al IMPROVISADO Esteban Moctezuma Barragán la puntada, ese quien de TV Azteca pasó a ocupar la silla en la que alguna vez se sentó José Vasconcelos (nuevamente, hágame usted el ref…).

 

La nueva es que, CONTRARIO A LO ANUNCIADO HASTA EL CANSANCIO HASTA AHORA, sobre el retorno a las aulas ÚNICAMENTE EN EL SEMÁFORO EPIDÉMICO EN VERDE, pues ya se le ocurrió al azteco que no. Que EN AMARILLO SE PODRÍA, si los estados, voluntariamente, así lo determinan.

 

LA IMPROVISACIÓN, CARACTERÍSTICA DE SU JEFE, PERMEÓ YA EN TODOS LOS RINCONES DE ESTE GOBIERNO DE CUARTA (transformación). Aquí no nos preocupamos por ese disparate, pues Morelos va para largo en el actual naranja, si no es que se brinca a rojo, en esa luz que mide cómo nos comportamos acá ante el SARS-CoV2.