La Lengüita

¿《ES CUANTO.》? ¿Cuándo aprenderán?

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Los lunes de cada semana, casi como norma, Ricardo Sheffield Padilla, procurador federal del Consumidor, se apersona en la mañanera para ofrecer detalles de CUÁNTO nos clavan el diente las gasolineras, las gaseras, la mayoría de las empresas leoninas que abusan de los envíos de remesas, entre otros.

Apenas lo escuchamos -cuando finalizaba su participación- con lo siguiente:
 
"ES CUANTO.
Terminamos, señor presidente. Y ojalá y no se echen a dormir".

La ridícula frase "ES CUANTO" también se ha puesto de moda entre funcionarios que pretenden pasar por cultos, y logran precisamente lo contrario cuando, al finalizar sus -casi siempre- aburridísimos discursos, quieren en realidad decir "ES TODO".

Hablábamos hace poco sobre las jergas, y su interesante aportación al idioma. Los términos exclusivos en muchos de los incontables sectores de la vida social (político, escolar, sanitario, futbolero, periodístico y un larguísimo etcétera) llegan a devenir, no pocas veces, en elementos que enriquecen nuestro hablar y escribir; aunque surgen otros que difícilmente demuestran sustento o sentido, como el hoy aquí tratado.

Hemos detectado en las jergas de los jurisconsultos y  funcionarios del sector salud, principalmente (por culpa de la pandemia), tanto a nivel estatal como federal (con algunos invitados, como el director de Profeco), sumarse al uso de esa forma irrisoria de despedida y cierre, que no tiene sustento lingüístico válido, y que debemos etiquetar como frase sin sentido.

El adjetivo y pronombre "CUANTO" tiene diferentes usos, pero jamás lo encontrará usted como sinónimo de TODO. Evite usar, así, el innecesario "ES CUANTO".

Finalmente, recordamos que le ponemos tilde a la palabra cuando expresamos ideas interrogativas o exclamativas:

"¿CUÁNTO es lo que Lozoya destinó para "maicear" a Ricardo Anaya?"

"Es imposible saber CUÁNTO nos han robado".