Juego de Manos -Pueblo rico, Pueblo pobre

En opinión de Diego Pacheco

Juego de Manos -Pueblo rico, Pueblo pobre

La elección de la nueva dirigente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Rosario Ibarra, desató discordia en el Senado de la República por la controversia alrededor de su candidatura y por los señalamientos de fraude en la contienda. A partir de ello, se establecieron dos bandos en el Senado: quienes señalaban que #ElPANMiente, y quienes aseguraban que Morena había cometido un fraude.

Dentro de los dimes y diretes que circulaban el conflicto, hubo uno que llamó particularmente la atención. En Twitter, la actriz, Laura Zapata, arremetió en contra de la senadora, Citlalli Hernández, con la etiqueta #CállateGordaTraicionera. Un día después, lanzó un tweet que se leía “Vulgar y corriente. Regresa a tu puesto de quesadillas, no vas con la política!.Lo tuyo, lo tuyo, es la masa!”. Vaya. Aunado a esto, algunas de las y los usuarios de la plataforma aprovecharon la situación para exponer una serie de comentarios del mismo estilo.

Como respuesta a la violencia, el Senado de la República se posicionó en defensa de la senadora Hernández. En palabras de la presidenta de la Cámara Alta, Mónica Fernández Balboa: “[hacemos un llamado] a que entre todos hagamos un mejor país, y no permitamos que la agresión y la violencia para las mujeres, en ninguna modalidad, sea un hecho cotidiano […] Esta presidencia ratifica este rechazo y condena las descalificaciones contra la senadora Citlalli Hernández”. A este pronunciamiento se unieron todas las bancadas del órgano legislativo

Aquí hay varias cosas sobre las cuales reflexionar. Primero, el tema del lenguaje, la etiqueta, la presentación: la imagen política dentro del estatus quo que, al contradecirse por un servidor público, es blanco de críticas, ataques y deslegitimaciones al trabajo y conocimiento de quien ocupa el cargo. Es decir, si un político no se ve y se comporta como “debe ser” (formal, educado, heterosexual, ostentoso), la ciudadanía se cuestiona sus capacidades para cumplir con sus funciones. Habría que observar el ruido ocasionado por la candidatura y posterior elección del diputado local de San Luis Potosí, Pedro Carrizales, mejor conocido como “El Mijis”; para dar un ejemplo.

Por otro lado, este conflicto visibilizó un problema actual y profundamente arraigado dentro de nuestra sociedad: el FatShaming, Gordofobia o como se le quiera nombrar a la intolerancia a las personas que no cumplen con las características físicas asociadas con la estética humana y los estereotipos bajo los que hemos vivido durante tanto tiempo.

En el caso concreto de la senadora Citlalli, con la etiqueta #CállateGordaTraicionera (que, por cierto, fue tendencia a nivel nacional), lanzaron ataques que, más allá de centrarse en el caso de la CNDH, hacían hincapié en las características físicas de la senadora; dejando en segundo plano su trayectoria política, conocimientos o sus posicionamientos personales respecto a su trabajo.

Esta discriminación centrada en la apariencia física de las personas es un síntoma de intolerancia social que subraya la falta de empatía hacia un segmento de la población que, históricamente, se ha considerado malo. Es muy fácil quedarnos en lo superficial, sin embargo, hay una lista de razones que jamás se nos pasan por la mente cuando criticamos el peso de una persona: problemas hormonales, hipotiroidismo o diabetes, por poner algunos ejemplos.

Ahora, en lo que concierne a la discusión en torno a la nueva ombudsperson, lo que podría considerarse chisme o tema para la sección de espectáculos, tiene una importancia amplia. Laura Zapata, al ser una figura pública, tiene un mayor alcance en medios que cualquier troll en internet; consecuencia de ello, sus comentarios “políticos” que se centran en el físico de la senadora Hernández, fomentan la participación acrítica, impulsiva y a modo de descarga de muchos más internautas que reducen el foco del problema a nivel nacional a un aspecto meramente banal. Sus comentarios no ahondan ni enaltecen la discusión, al contrario, perjudican la conversación pública. Si se quiere mejorar la política nacional, debemos empezar por construir críticas sólidas.

El Senado hizo bien en pronunciarse al respecto, no sólo porque es una estrategia poderosa en términos de unión, sino porque son temas que deben tratarse. Alzar la voz hacia el conflicto y no dejar las cosas “como si no pasara nada” visibiliza uno de los tantos problemas que debemos enfrentar/resolver.

Estamos en una época aparentemente distinta en donde la construcción de nuestros argumentos debe ir más allá de lo que vemos en la superficie. El acceso a la información, aunado a la posibilidad de externar nuestras opiniones a arenas mayores a nuestro entorno inmediato, exige interés en los temas de agenda (de inicio), complementado con una mejor capacidad de análisis; más aún en un país en donde el 48% de la población piensa que la política es algo “muy complicado”. El pensamiento crítico y las críticas (sin sustento) son dos opuestos que se confunden de forma peligrosa.

Es tarea de todas y todos hacer uso de los recursos que las nuevas tecnologías ponen a nuestra disposición, y que esta utilización se destine al crecimiento cultural, social y político de nuestro país. De otra manera, seremos un pueblo rico (en herramientas) y un pueblo pobre (interés, comprensión y crítica)

 

Enriquezcamos la conversación pública. Juntos:

 

diegopachecowil@gmail.com