Juego de Manos - Hacer más
En opinión de Diego Pacheco
Día con día las redes comienzan a llenarse de noticias respecto al cambio climático y al daño medioambiental que una u otra cosa generan, el problema, si bien lleva ya un largo tiempo existiendo y su resolución ha sido siempre de suma importancia, comienza a ganar terreno en la agenda. ¿Tarde? Definitivamente, y se acerca cada vez más el día en que el daño se vuelva irreparable. Esta última semana los niveles de contaminantes en el aire de la Ciudad de México superaron el estándar admisible, por lo que el gobierno convocó una contingencia ambiental atmosférica extraordinaria que se sumaría a una contingencia por ozono preexistente. En resumen, la calidad del aire era tan mala que se restringió el uso de autos de la capital del país (de acuerdo con el engomado y la calcomanía de cada vehículo) y se recomendó a la ciudadanía reducir en la medida de lo posible las actividades en el exterior. Por su parte, la Secretaria de educación Pública (SEP) y la Universidad Nacional Autónoma de Mexico (UNAM) suspendieron actividades debido a la mala calidad del aire.
La crisis medioambiental es una de las principales problemáticas a las que se enfrenta el gobierno de la Dra. Claudia Sheinbaum. Irónico que la primera Jefa de Gobierno con extensos conocimientos en temas medioambientales no este siendo capaz de enfrentar de manera eficaz la contaminación de la capital.
En conferencia de prensa, la mandataria señaló que la mala calidad del aire en la capital se debe a una alta concentración de partículas PM 2.5, causadas por una combinación de incendios (forestales y urbanos) y una menor corriente de aire. En resumen, se generan pequeñas partículas contaminantes en los incendios, y estas se estancan en El Valle de México porque no hay una corriente de aire que se las lleve a otro lado. Por otro lado, mencionó que, si bien existen planes de contingencia en casos de altas concentraciones de otras partículas, estás, más pequeñas y en este caso ocasionadas por incendios forestales, carecen de un protocolo de actuación, por lo que su creación está en proceso.
Ahora bien, en esta ocasión el problema fue ocasionado por incendios, sí, pero se debe tener en cuenta que este no es un problema problema nuevo, la capital lleva varios años caracterizándose por la baja calidad del aire y por su contaminación.
El problema se centra en dos actores: los gobernantes y los gobernados. Los primeros por continuar con leyes anticuadas, que respondían a conocimientos y contextos anteriores (no es lo mismo la crisis medioambiental y el conocimiento de sus consecuencias que se tiene ahora, a la banalización de este y la ignorancia de todas sus causas y consecuencias) y por no contar con medidas de acción frente a problemas medioambientales que afectan directamente a la salud de la población. Los segundos por ser los causantes directos de la contaminación. El consumo desmedido y el desperdicio, el uso de transporte cuando es innecesario y la falta de responsabilidad en el actuar, tanto por ciudadanos como por el sector industrial, son parte del por qué la situación es como es. Claro, esto no tiene una solución sencilla, hay factores como la inseguridad que propician el uso de transporte particular o la falta de tecnología que vuelve a la industria poco sustentable; por esta razón es necesario actúan en conjunto, desde el gobierno creando los medios necesarios para dar el paso hacia un actuar más responsable con el ambiente, y desde la población contribuyendo a un cambio en la cultura y el estilo de vida al que estamos acostumbrados, al comprar y desechar, al contaminar sin mirar atrás.
Es importante considerar que, conforme las ciudades crecen, la contaminación en las demás entidades, y por ende en el país, se vuelve cada día peor. Este es un problema que va íntimamente ligado con un desarrollo sin una previa planificación y, a consecuencia de ello, poco sustentable en sí y esta tendencia es global. Lo que se ha hecho hasta el momento es insuficiente, convenios internacionales como el Acuerdo de Paris no logran resolver el problema de fondo, hace falta legislar dentro de cada nación para que las acciones sean afectivas, de otro modo las ciudades se tornarán cada vez más grises, como lo es hoy la Ciudad de México.
Sería necesario entonces crear instituciones que velen por el cuidado del medio ambiente. Que incentiven el uso de energías renovables y la reducción de la contaminación de los recursos naturales, y que penalicen a quienes, pudiendo evitarlo, tengan un impacto negativo en el ecosistema, haciendo un daño, directo e indirecto, a todos.
En el caso particular de la capital mexicana, es ineficaz el protocolo de contingencia ambiental, reducir el uso de automóviles no ataca de fondo el problema de contaminación que se tiene. Este es un fenómeno cultural, que involucran el comportamiento de todas las personas, y los modos de producción que existen hoy en día. De nada sirve dejar el automóvil por un par de días si después se usa para recorrer distancias tan cortas como de una cuadra; de nada sirve caminar hacia el supermercado si llegando la casa esta está llena de bolsas de plástico, y de nada sirve dejar de utilizar popotes si los platos y cubiertos desechables acompañan las comidas. No se trata de dejar comportamientos dañinos para compensar otros, se trata de hacer lo posible para reducir el impacto negativo que tenemos en el planeta, para mejorar las condiciones en que vivimos hoy en día, y para proteger la de las generaciones por venir, que hoy no tienen manera de defenderse frente al calentamiento global.