Juego de Manos - Hablemos de orgullo
En opinión de Diego Pacheco
Estas elecciones fueron históricas —más allá de los superlativos diseñados para llamar al voto— porque, por primera vez, el municipio de Nezahualcóyotl, en el Estado de México, será gobernado por un presidente municipal abiertamente gay, Adolfo Cerqueda Rebollo. Ahora que ha recibido su constancia de mayoría, se convierte en el segundo político abiertamente homosexual en alcanzar una alcaldía en nuestro país, luego de que Benjamín Medrano gobernara Fresnillo, Zacatecas, en 2013.
Adolfo es licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública. Se desempeñó como diputado local suplente en la LXIII legislatura, y fue segundo síndico municipal en el ayuntamiento de Nezahualcóyotl y, en los últimos 2 años, dirigió el Instituto Municipal de Cultura Física y Deporte del mismo ayuntamiento. Durante su trayectoria ha formado parte activa de la lucha en favor de la comunidad LGBT+.
Sus propuestas están encaminadas a prevenir y combatir la violencia de género, así como mitigar los daños ocasionados por esta; continuar la sustitución de la red hidráulica; apoyar a las y los comerciantes; generar programas de empleo temporal; recuperar espacios deportivos y recreativos, entre otras.
En diversos espacios en los que se hacen visibles las voces de la comunidad LGBT+, es frecuente observar comentarios que argumentan que el foco de atención hacia estos testimonios se justifica únicamente por su preferencia sexual o su identidad de género, como si esta fuera el factor definitorio de las personas.
Este es un juicio equivocado y arriesgada, puesto que, por un lado, reduce el valor de una persona únicamente a su identidad y sexualidad y, por otro lado, ignora que el valor de dar espacios a estas voces no se encuentra en su particularidad, sino en abrir puertas a la perspectiva amplia de estos sectores que por años han sido invisibilizados, callados y violentados.
En este sentido, el triunfo de una persona abiertamente homosexual en una contienda electoral es de suma importancia, puesto que enfrenta una barrera que ha existido durante muchos años que—dentro de otras cosas— impide el acceso de este sector a los puestos de toma de decisiones. Con Adolfo ahí, las necesidades y los deseos de la comunidad podrán ser representados a partir de una persona que los conoce de primera mano.
A propósito de que nos encontramos en el mes del orgullo, vale la pena señalar que este no solo se encuenta en el amor proprio, en el reconocimiento de la identidad o las preferencias; sino que también se manifesta en la lucha que no se ha detenido, en las vidas que ha costado y en el camino que falta por recorrer. El orgullo tiene muchas expresiones, colores y significados, pero todos tienen una característica en común para las personas que nos encontramos fuera de la comunidad: su entendimiento comienza con el interés y el acercamiento, porque el aprendizaje no llega por generación espontánea.
La banalización que se le da a esta palabra en distintos espacios, conversaciones y redes —en donde se habla de un “adoctrinamiento LGBT” o de una meritocracia hacia la comunidad—; indica no solo un desconocimiento del tema, sino una nula empatía hacia las personas que son sujetas a discriminación en todos los espacios por su identidad y sus preferencias.
Es imposible realizar una opinión sustentada sin conocer y reconocer las diferentes circunstancias y privilegios que existen entre uno u otro sector (e, incluso, dentro de los mismos). Hay que leer, escuchar e interesarse por las voces que son ajenas a nuestra realidad, que enfrentan desafíos distintos y cuyas realidades son desconocidas para ojos no entrenados; si queremos comenzar a formar parte de la solución.
Por cierto
La semana pasada, Beatriz, una médica de 30 años tuvo un accidente de tránsito en Progreso de Obregón, Hidalgo. Luego de impactarse con otro vehículo, la mujer salió de su coche para ofrecer auxilio a las personas involucradas (quienes no presentaron heridas graves). Posteriormente, ella fue detenida por 3 elementos de la policía municipal. En un video del hecho se puede observar que fue sometida con violencia e, inclusive, llegó a ser sujetada del cuello.
Betty fue trasladada a los separos de municipio donde, de acuerdo con testimonios de sus personas cercanas, llegó en buen estado. Su padre acudiría 2 veces a visitarla, una primera para solicitar que fuese liberada bajo el argumento de que había sido violentada y, lamentablemente, una segunda para encontrarla en el suelo siendo sujeta de maniobras de resucitación.
Al respecto, la alcaldía de progreso lanzó dos comunicados en los que señala que ella presentaba “características físicas atribuibles al uso de sustancias” y que después de haber recibido la visita de su padre, “ella fue encontrada suspendida con un objeto en el cuello”, por lo que fue auxiliada y llevada aún con signos vitales al hospital más cercano, donde ella fallece (algo desmentido por el reporte del hospital, que señala que al momento de que se buscó ingresar a la doctora, ella ya no presentaba signos vitales).
Este caso presenta muchas inconsistencias que poco se resuelven con el lavado de manos que se ofrece desde el gobierno municipal. Al respecto, los seres queridos de Betty exigen hoy justicias por lo que aseguran fue el asesinato de la médica en manos de la policía municipal. Asimismo, la Procuraduría General de Justicia del Estado de Hidalgo (PGJEH) ha abierto una carpeta de investigación para el caso, bajo el protocolo de feminicidio.
Esta no es la primera vez que escuchamos de un caso de violencia policial que culmina en la pérdida de una vida humana. Hace un año escuchamos el caso de Giovanni López, en Jalisco, un albañil de 30 años que fue arrestado en Ixtlahuacán de los Membrillos y, un día después, murió en custodia de los elementos de seguridad.
Reitero lo visto hace un año, la indignación que se levanta por los casos de violencia policial que se suscitan en otros países —como lo fue el de George Floyd en EEUU—no es comparable con la que se genera en nuestro país, donde los casos de esa naturaleza no reciben ni la misma atención, ni generan el mismo descontento. Es peligroso reducir nuestra empatía hacia aquellos espacios que no nos corresponden o que vemos desde la distancia, mientras que ignoramos los que ocurren en nuestra tierra. La justicia de construye de adentro hacia afuera.
Empatía es la palabra mágica. Hagamos diez planas: