Escala de Grises - #Mahsa_Amini

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - #Mahsa_Amini

Mahsa Amini paseaba por las calles de Irán con su hermano cuando fue interceptada por la Policía de la Moral. De acuerdo con la información difundida a través de medios internacionales, la razón de su detención fue no llevar bien puesto el hiyab, prenda obligatoria en el país.

 

La joven kurda de 22 años portaba el velo un poco suelto, lo que permitía vislumbrar algunos mechones de cabello; por lo que fue remitida a una sede de la Policía Moral, donde se pretendía brindarle una clase de “reeducación”. Sin embargo, tras dos horas de espera, el hermano de Amini se percató de ciertas anomalías.

 

Según El País, él y otras personas pudieron escuchar gritos de pánico por parte de las mujeres que se encontraban en la comisaría. Tras escuchar que “habían matado a alguien”, el hermano de Mahsa Amini descubrió que la joven había sido trasladada en ambulancia a un hospital ubicado en Teherán.

 

Las autoridades sanitarias informaron que Mahsa ingresó sin signos vitales, por lo que se ha asumido que su muerte fue bajo custodia de la policía. Por su parte, la Policía de la Moral argumenta que la joven padecía una enfermedad crónica que ocasionó un ataque cardíaco; esa versión fue rechazada por la familia Amini, misma que niega cualquier problema de salud.

 

A partir de lo anterior, las versiones que se han difundido en plataformas digitales apuntan a que la joven kurda falleció tras ser brutalmente golpeada por el personal de la comisaría. A pesar de sus intentos por acallar dichas acusaciones, la Policía de la Moral se ha enfrentado a las protestas por parte de la población.

 

Desde el Kurdistán iraní hasta Teherán, cientos de personas han salido a las calles para corear el lema “mujer, vida y libertad”. Como parte de las manifestaciones, algunas mujeres han optado por quitarse el velo y mostrar su cabello, usar la fotografía de Mahsa Amini en redes sociales y hasta cortarse el cabello para exigir que la muerte de la joven se investigue.

 

Sin embargo, la brutalidad policíaca parece continuar. El sábado, después del funeral de la joven kurda, las protestas fueron interrumpidas por el gas lacrimógeno que emplearon miembros de la policía y que hirió a no menos de 33 personas. Cuatro días después, la situación no parece mejorar.

 

Según Hengaw, una organización de derechos humanos, además de las personas que han resultado heridas por la sustancia ya mencionada, la cantidad de personas heridas a causa de la represión asciende a 75.

 

Como si no fuera suficiente, cuatro días después de que se confirmara la muerte de Mahsa, la policía abrió fuego contra la multitud, lo que provocó la muerte de tres personas más. Hasta el momento en que se redactó esta columna, las autoridades iraníes no se habían posicionado al respecto.

 

La información sobre lo ocurrido en Irán se ha difundido a través de redes sociales. Tan solo en Twitter, las interacciones con la etiqueta #Mahsa_Amini acumulan más de tres millones, según lo establecido por Reuters. Por supuesto, los posicionamientos a nivel internacional no se han hecho esperar.

 

Personajes como Antony Blinken (secretario de Estado de Estados Unidos) y Nada Al Nashif (Alta Comisionada Interina de las Naciones Unidas) han condenado la muerte de Mahsa Amini y han expresado su preocupación por las violentas reacciones por parte de las fuerzas de seguridad.

 

Una investigación meticulosa es necesaria para aclarar lo ocurrido en esa comisaría, pero también es imperativo cuestionarnos el actuar de las autoridades y la misma interpretación de las leyes que permiten impunidad, pero no el uso inadecuado del hiyab. Bajo esta línea, activistas por los derechos de la mujer han decidido descubrir su cabeza en acto de protesta.

 

Por otro lado, la reacción por parte de los elementos de seguridad para contener [reprimir] una protesta también resultan preocupantes y deben considerarse como mucho más que “desafortunados incidentes”, como la misma policía se ha referido a la muerte de Mahsa Amini.

 

Como podrá darse cuenta, el caso de la joven kurda ha expuesto [por lo menos] tres problemas estructurales que no se limitan únicamente al territorio iraní: la violencia policial, la represión y la violencia en contra de las mujeres. Eso si no contamos la posible negligencia por parte de las autoridades, claro.

 

El parecido sistemático es innegable y es una de las razones por las que el caso de Mahsa ha resonado con tal magnitud a nivel internacional.         En todo el mundo, las mujeres continúan siendo víctimas de violencia por parte de la policía, la sociedad, las instituciones y el sistema entero; hechos que en este espacio se retoman constantemente.

 

En todo el mundo, elementos de seguridad son parte de esa misma violencia y continúan negando su responsabilidad, lo que implica que nos enfrentamos a mucho más que un “desafortunado incidente”. La exigencia de justicia para Mahsa Amini por parte de los organismos internacionales es lo mínimo que se espera; sin embargo, también contemplemos (y cuestionemos) las acciones que esos mismos organismos han implementado para evitar que más crímenes como ese se repitan.

 

¡Mujer, vida y libertad!

arendy.avalos@gmail.com

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