Escala de Grises - La excepción a la regla
En opinión de Arendy Ávalos
El 14 de febrero de 2023, el Congreso de la Ciudad de México aprobó la propuesta de Iniciativa ante el Congreso de la Unión en materia de permisos laborales. La información se difundió a través de plataformas digitales oficiales y fue retomada por los medios de comunicación de forma casi inmediata.
De acuerdo con lo establecido por el Congreso capitalino, los dos principales objetivos del documento —que ya fue enviado al Congreso de la Unión para su discusión— son: apoyar a las mujeres trabajadoras diagnosticadas con dismenorrea incapacitante y promover la prevención del cáncer de próstata.
Pero, ¿qué significa eso? A grandes rasgos, la propuesta de reforma a la Ley Federal del Trabajo se enfoca en incluir una licencia para los casos de dismenorrea primaria y secundaria (dolor durante la menstruación cuya evolución clínica varía entre cuatro horas hasta cuatro días, según el Instituto Mexicano del Seguro Social).
Esto implica que, en caso de aprobarse, las mujeres y personas menstruantes que tengan una menstruación dolorosa podrían ausentarse de su empleo con goce de sueldo cuando presenten síntomas como inflamación severa, dolor agudo, fatiga y migrañas como parte de su ciclo menstrual.
La medida en cuestión no es una novedad a nivel internacional. Países como Japón (pionero en la implementación de la baja por menstruación), Taiwán, Indonesia y Corea del Sur cuentan con medidas similares. Del mismo modo, países como Italia y España han empezado a discutir propuestas respecto al tema.
El documento elaborado por el Congreso de la Ciudad de México representa el primer acercamiento a nivel nacional respecto a la justicia menstrual, por lo que se ha celebrado la iniciativa. Sin embargo, también se ha establecido la necesidad de medidas a nivel laboral que garanticen la no discriminación de quienes soliciten dicho permiso.
Y es que, tal como pasa en las licencias por maternidad o su condición biológica per se, este permiso podría representar un obstáculo más para la empleabilidad de las mujeres y personas menstruantes. ¿Entonces sería beneficio o sería perjudicial al momento de buscar trabajo?
Hay que contemplar todos los futuros posibles. No tanto por ansiedad, sino para prevenir todas las consecuencias negativas que podrían desencadenarse con la aprobación de la iniciativa. Si bien, el derecho a una menstruación digna debería ser fundamental, igual que la perspectiva de género, también resulta indispensable discutir todas las cuestiones que se involucran en esta propuesta.
Aunque no se puede generalizar (como bien nos han enseñado las ciencias sociales), una parte significativa de la población menstruante padece dolores que resultan incapacitantes o les complican cumplir con sus actividades laborales de forma regular. Ojo. No estamos hablando de actividades físicas de alto impacto, sino de acciones tan básicas como mantener la concentración.
Para algunas personas, la simple idea de que un proceso natural y biológico sea un impedimento resulta difícil de creer. Tal como evidenció Alejandro Villalvazo, quien dejó claro el poco conocimiento que posee respecto al tema, cuando aseguró que las mujeres deberían comprobar con un estudio médico el nivel de dolor que presentan.
Aparentemente, el periodista no está enterado de las barreras que se tienen en el país respecto a la atención médica en general, no digamos ya ginecológica. Aparentemente, no se contempla la desigualdad de México; un país en el que el 38% de la población no tiene acceso al agua, un producto indispensable para la higiene, o donde el 42% de las mujeres viven en situación de pobreza.
Respecto a la menstruación, de acuerdo con la Organización Mundial de las Naciones Unidas, sólo el 16% de las niñas y adolescentes tiene conocimientos precisos del tema. ¿Por qué? Porque la educación sexual y los procesos biológicos de las mujeres son un tabú, un tema del que no se habla o que se aborda en secreto, lo que ha ocasionado una brecha enorme de información.
A nivel internacional existe muy poca información especializada sobre el tema, un hecho derivado de la nula perspectiva de género que se padece en todas las esferas de la sociedad, incluidas la ciencia y la política. El panorama es claro: aún queda mucho camino por recorrer.
Sin embargo, es indispensable proponer leyes y políticas públicas con perspectiva de género que garanticen la educación sexual, la información sobre procesos biológicos como la menstruación y el derecho a productos de higiene íntima a un costo accesible para toda la población.
La lucha por una menstruación digna tiene como objetivo brindar la información necesaria para que ese 30% de niñas y adolescentes no prefieran ausentarse de sus actividades escolares por miedo al acoso o la discriminación.
¿Cuál es el objetivo principal? Erradicar la idea de que debemos enfrentar nuestros procesos biológicos en silencio, bajo la censura histórica que se nos ha impuesto, con la esperanza de que 600 gramos de ibuprofeno ayuden a disminuir los síntomas que experimentamos cada mes.
México podría ser la excepción a la regla y reconocer que las necesidades de las mujeres y personas menstruantes son distintas a la de los hombres cisgénero que redactaron la ley hace tantos años. La sola iniciativa es un gran paso para abrir la conversación, contemplar la brecha de desigualdad que separa al país entero y plantearnos la posibilidad de implementar una perspectiva de género efectiva en todos los aspectos, incluido el laboral.
¿O nos quedamos solo con el ibuprofeno?
@Arendy_Avalos en Twitter