En UAEM, curso-taller sobre la salud mental
Charlando sobre mi salud mental y reconectando con mi ser, es el título que tuvo el curso-taller realizado en el auditorio César Carrizales de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), impartido por la psicopedagoga Amalia Díaz Hurtado.
En la presentación del curso-taller, Cony Brunhilde Saenger Pedrero, encargada de despacho del Centro de Investigación Interdisciplinar para el Desarrollo Universitario (Ciidu) señaló que, ahora que estamos retomando relaciones y volviendo a visitarnos después de la pandemia, es momento también de enfrentar los cambios y crecer emocionalmente.
Amalia Díaz Hurtado habló de la importancia de la subjetividad y la singularidad, ya que cada persona tiene una historia única que la define y la forma en que percibimos la realidad es subjetiva.
Sobre la salud mental, explicó que se trata de un tema complejo que involucra diversas disciplinas, como la medicina, la psicología, la filosofía y la sociología, y que el contexto social, cultural y familiar en el que vivimos influye en nuestra salud mental.
Planteó la necesidad de indagar y escuchar testimonios y experiencias de las personas para comprender mejor sus necesidades y encontrar soluciones. Para ello, compartió testimonios de personas que dieron su opinión sobre la salud mental, ejercicio que sirvió a los asistentes para interactuar con la experta.
Recomendó observarse, elaborar cartografías, hacer crucigramas, escribir sobre lo que nos pasa, ya sea negativo o positivo, bailar, jugar, dibujar, cantar, practicar deportes, tener contacto con la naturaleza, realizar ejercicios de meditación, relajación y respiración holísticas, así como aromaterapias.
“Todos estos ejercicios actualmente se están utilizando por los clínicos como terapias cognitivas conductuales”, compartió Díaz Hurtado.
Finalmente, invitó a las y los presentes a conversar consigo mismos para tener una experiencia corporal y mental, como una forma de ser generosos, “porque el cuerpo también habla y lo agradecerá, es darnos una pausa, darnos voz, porque los pensamientos pueden tener un efecto en todo”, dijo.
La salud mental es un componente fundamental del bienestar general de las personas, ya que influye directamente en cómo pensamos, sentimos y actuamos en nuestra vida diaria. Una buena salud mental permite afrontar el estrés, tomar decisiones informadas y mantener relaciones interpersonales saludables. En un mundo cada vez más acelerado y demandante, es esencial prestar atención a este aspecto de la salud, ya que su deterioro puede afectar no solo a nivel individual, sino también en el ámbito familiar, laboral y social. Por ello, cuidar la salud mental es tan importante como cuidar la física.
Uno de los mayores desafíos en la actualidad es el estigma que aún rodea a los problemas de salud mental, lo que dificulta que muchas personas busquen ayuda profesional. Este estigma puede generar sentimientos de vergüenza o aislamiento, agravando los síntomas y retrasando el acceso a tratamientos efectivos. Es crucial fomentar una cultura de empatía y comprensión, donde se normalice hablar abiertamente sobre las emociones y se promueva la búsqueda de apoyo psicológico cuando sea necesario. La educación y la concienciación son herramientas poderosas para combatir estos prejuicios.
Además, el cuidado de la salud mental no solo implica tratar trastornos o enfermedades, sino también adoptar hábitos preventivos que fortalezcan el bienestar emocional. Esto incluye prácticas como la meditación, el ejercicio regular, una alimentación equilibrada y la gestión adecuada del tiempo. También es importante cultivar relaciones positivas, establecer límites saludables y dedicar tiempo a actividades que generen satisfacción y propósito. Estas acciones contribuyen a construir resiliencia, una cualidad clave para enfrentar adversidades.
Por último, es fundamental que los gobiernos, instituciones y empleadores reconozcan la importancia de la salud mental y promuevan políticas que la protejan. Esto implica garantizar el acceso a servicios de salud mental de calidad, reducir las barreras económicas para recibir tratamiento y crear entornos laborales que prioricen el bienestar emocional de los empleados. Invertir en salud mental no solo mejora la calidad de vida de las personas, sino que también tiene un impacto positivo en la productividad y la cohesión social. En definitiva, cuidar la salud mental es una responsabilidad compartida que beneficia a toda la sociedad.