El Tercer Ojo - Kenzaburo Oé Presente en la Historia
En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara
El día 03 de marzo último murió el escritor japonés, Kenzaburo Oé, quien hubo sido objeto del reconocimiento universal por su obra escrita al haber recibido el Premio Nobel de Literatura del año 1994.
Supe de la existencia de connotado novelista, ensayista y escritor, al haber encontrado entre los libros de “novedades” de la librería Gandhi, ubicada en la Av. Miguel Ángel de Quevedo, en la hoy Ciudad de México, el primer libro que leí de él, Una Cuestión Personal (1989), me acercó al autor antes de que le diera en Premio Nobel; a partir de aquí dediqué tiempo a la búsqueda de sus escritos que fueron leídos en el orden siguiente: La presa (1994), Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura, (1995), Cartas a los años de nostalgia (1984), Un amor especial, vivir en familia con un hijo disminuido (1998), Arrancad las semillas, fusilad a los niños (1999), Cuadernos de Hiroshima (2011), entre otros más.
Los asuntos que trata Oé en su obra oscilan entre dos puntos referenciales; por una parte las cuestiones relativas a la guerra, las explosiones atómicas de Hiroshima y Nagasaki, y la sociedad de posguerra en Japón; por la otra, el impacto que provoca en las familias, particularmente la suya, el nacimiento de un hijo con una serie de malformaciones congénitas –derivadas de las explosiones de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, lanzadas por el gobierno de los Estados Unidos—.
Esta segunda vertiente fue la que, sin duda, atrajo mi interés por su obra. Como recién expresé leí primero Una Cuestión Personal y, en verdad os digo, causó en mí una impresión que aún reverbera con harta nitidez dentro de mi cabeza. Luego, Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura y Un amor especial, vivir en familia con un hijo disminuido reafirmaron la necesidad de seguir leyendo su obra extensa y laureada.
Debo destacar el hecho de que antes de haber identificado la pertinencia de leer a Oé, mi interés por los asuntos relacionados con la denominada discapacidad, los problemas al nacimiento, los trastornos neuromotores, los trastornos del espectro autista, los problemas y dificultades que se observan durante el desarrollo infantil, el diagnóstico de estos así como el diseño de estrategias de intervención que contribuyan con un desarrollo, a pesar de tales dificultades y, desde luego, la neuropsicología del desarrollo, ocupaban un lugar trascendente dentro de la esfera motivacional y de intereses personales.
A mis manos habían llegado, endenantes, estudios de caso, nosobiografías, autobiografías, historias de vida, novelas y cuentos; sin embargo, no me había topado todavía con una obra escrita en formato de novela que nada entre las aguas de la ficción y la autobiografía; no había encontrado cuentos novelas o ensayos autobiográficos que de manera nítida y vívida narraran las vivencias de naturaleza fenomenológica que cotidianamente aparecen dentro de los historiales clínicos y las narraciones que los familiares de tales personas realizan durante las entrevistas clínicas, las anamnesis y las relaciones psicoterapéuticas; sí, podía ya referir a Alexander Luria, Oliver Sacks, Stephen Hawking, Earl Carlson, Gabriela Brimmer, Hellen Keller, Mark Haddon, Erving Goffman, etcétera, sin embargo, tales narrativas no consideraban ese aspecto personal, en primera persona, de las vivencias afectivas, emocionales, irracionales, que muchas ocasiones lo tumban a uno y lo dejan yerto, tirado y babeando de dolor, desesperanza y un sentimiento de indefensión. Tampoco mostraban claramente esa lucha interior que lo empuja a uno hacia la búsqueda o construcción de opciones que permitan la resolución de los problemas interiores que lo atan a uno al dolor y el abandono y, sobremanera, a la negación absoluta del hijo o menor con dificultades “especiales”, desde su nacimiento mismo o, todavía más, desde antes de nacer.
Pues bien, la narrativa que encontramos en la obra de Kenzaburo Oé nos provee de tales vivencias y circunstancias que, al decir de José Ortega y Gasset, lo conducen a uno por la sentencia que afirmaba en sus Meditaciones del Quijote: “Yo soy yo y mis circunstancias, si no las salvo a ellas no me salvo Yo” y, con base en tales sentimientos y batallas internas, tejer las redes necesarias para salvar las circunstancias y para salvares a sí mismo y a los seres más cercanos a él.
Es esta la trama de su obra relacionada con los asuntos del “vivir en familia con un hijo disminuido”.
Tampoco tengo duda de ello, el mejor homenaje que podemos hacer a Kenzaburo Oé consiste en leer su obra y compartirla con otras personas que pudieran ser haladas a un campo de nuestra vida social oculto o velado.