El Tercer Ojo - "El Primate que Cambió el Mundo"
En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara
"Sí, conocemos el final de algunas especies. Cuvier fue el primero en darse cuenta de que las especies podían extinguirse. Y con el tiempo descubrimos que no solo las grandes catástrofes, causadas por el impacto de asteroides, las glaciaciones o los terremotos, estaban detrás de las extinciones, sino que nosotros mismos, como especie, hemos contribuido al trágico desenlace de muchas otras".
Alex Richter-Boix
El primate que cambió el mundo, Nuestra relación con la naturaleza desde las cavernas hasta hoy, es el título de un libro, de Alex Ritcher-Boix (Geo Planeta, 2022) mediante el cual el autor se propone presentar una serie de reflexiones sobre la relación estrecha que a lo largo de la evolución ha existido entre la naturaleza animal –en sentido amplio-, vegetal y nuestra existencia como especie humana.
He retomado el título de dicho texto para encabezar la colaboración de esta semana dado que la temática abordada en el trabajo publicado y referido recién se abordan y presentan tesis e ideas que parecen irrefutables y que, además, permiten tomar conciencia de nuestro lugar en el planeta y, sobremanera, la responsabilidad que tenemos en el estado que hoy presenta y, desde luego, en las alternativas que se nos presentan para asegurar la sostenibilidad y sustentabilidad de nuestro globo terráqueo con nuestra presencia dentro del mismo.
El movimiento y cambio perpetuo del mundo y de quienes lo habitamos es una constante desde los orígenes de este segmento del universo. A la largo de una dimensión temporal se pueden reconocer y documentar los nacimientos, desarrollos, extinciones, y así sucesivamente, de diversas especies vegetales y animales. Un perpetuo y constante cambio y recambio de seres existentes que coexistieron, compitieron, migraron o desaparecieron debido a diferentes circunstancias dentro de las cuales podemos referir grandes catástrofes –glaciaciones, diluvios, terremotos, erupciones volcánicas, cambios climáticos, asteroides que chocaron con la tierra– y, ¿Por qué no?, las actividades que como especie realizamos han contribuido de manera importante con estos cambios nada halagüeños y que prometen no sólo la extinción de muchas y diversa especies vegetales y animales, sino que también se incluye nuestra propia especie.
Es admisible que una combinación de factores antropogénicos, climáticos o catastróficos se hallan imbricados en este proceso degradatorio de nuestro hábitat; en consecuencia es tambien aceptable el hecho de que la posibilidad de recuperar un medio que asegure nuestra continuidad en el planeta se pueda encontrar en nuestra propia activida colectiva o gregaria.
Expresado del modo como lo presenta el autor de esta obra pudiéramos decir que: "Clima y humanos, humanos y clima: tales son los principales factores que se barajan para explicar la extinción de numerosas especies de animales a finales del Pleistoceno e inicios del Holoceno" y si extendemos hasta nuestros días la sentencia no podríamos negarnos a la tesis de que estos dos factores, a los cuales podemos adicionar las grandes catástrofes naturales, dentro y fuera de la Tierra, son la trípode de una causalidad irrecusable del deterioro de nuestro ecosistema natural y socio-cultural e histórico.
Con lo que he expuesto hata este momento es posible también sostener la idea de que la actividad específicamente humana no sólo ha propiciado las condiciones favorables para obtener una mejor calidad de vida y bienestar; asimismo es necesario e inevitable reconocer que las consecuencias han sido indudablemente negativas y riesgosas para la sobrevivencia del planeta entero con todo lo que contiene.
Se habla actualmente del cambio climático así como del calentamiento global; sin embargo, poco se hace para afrontarlos exitosamente. Se habla de las guerras bélicas y los riesgos de una guerra nuclear para nuestra existencia, empero las grandes potencias económicas y militares en lugar de asegurar efectivamente la paz, se empeñan en una carrera armamentista y de impulsar "guerras de baja intensidad" en diversas partes del mundo para garantizar la producción, distribución y consumo de materiales de guerra diversos que, ciertamente les proporcionan ganancias económicas a costa de la seguridad, la paz y el bienestar.
Finalmente, la trama que he presentado está vinculada ineluctablemente con la organización de nuestras sociedades basada en las relaciones de dominio/ subordinación entre naciones que muestran un esquema de centro/periferia, dominado por los centros de poder económico, militar y político.