El tercer ojo - Algo más sobre inclusión, la salud mental
En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara
El día de hoy viernes, cuando escribía esta columna, hube leído la Editorial del Semanario Yo También, Discapacidad con todas sus letras, elaborada por la periodista Katia D’ Artigues, e intitulada La salud mental desde una mirada saludable.
En ésta, su autora expresaba, entre otras cuestiones lo siguiente:
“Las autoridades de la Secretaría de Salud escucharon todo el foro que se realizó el lunes de 10 de la mañana hasta pasadas las 3 de la tarde sobre salud mental que hicimos un grupo de organizaciones que integramos el colectivo #SaludMentalConDerechos con apoyo de la diputada Martha Tagle. Ahora la pregunta es: ¿cambiará en algo el dictamen ya aprobado en la comisión de Salud de la Cámara de Diputados a raíz de lo ahí dicho? Esperemos que sí”.
Agrega en su Editorial, la periodista D’Artigues:
“Ahora sí todas las voces fueron escuchadas: psiquiatras, psicólogos, autoridades de la Secretaría de Salud (esenciales porque implementarán la reforma), expertos internacionales, personas con discapacidad psicosocial y que usan sustancias a quienes está dirigida esta reforma a la Ley General de Salud en materia de Salud Mental y adicciones (...) Los testimonios fueron muchos y también las críticas y las propuestas (…)”.
Quiero resaltar el hecho de que Katia D’ Artigues destaca el muy relevante dato de que:
“(…en este foro…) hubieran propuestas puntuales para “desinstitucionalizar” la salud mental basada en ejemplos que ya funcionan en países como Italia, España, Finlandia. Ahora la atención de salud mental —basada en un ‘modelo médico’ como le llama la Convención— está centrada en hospitales psiquiátricos y se ha documentado que hay personas que aun teniendo malestares sobre el tema dejan que pasen hasta 14 años para recibir un tratamiento. Fue super interesante la mesa —que tuve el placer de moderar— de qué hacer en casos de crisis agudas de salud mental con base en derechos humanos. Hay soluciones. Claro, se requiere un cambio de mentalidad, de capacitación y también de incorporar a otras disciplinas, no sólo médicos, a la atención de emergencia de salud mental. De empoderar también a las familias que no saben qué hacer.”
Este asunto es fundamental. Es crucial que se reconozca que la alternativa para afrontar exitosamente la inclusión y atención a los denominados problemas o trastornos de “salud mental” no tendrá éxito al margen de las acciones orientadas con base en el “modelo” de la Rehabilitación Basada en la Comunidad (RBC) y Orientado hacia las Familias.
Recordemos aquí los trabajos seminales de Franco Basaglia, en Italia, al proponer con harta precisión, la “desinstitucionalización de la violencia” en los hospitales psiquiátricos.
Torcuato Luca de Tena, en Los Renglones Torcido de Dios o, en nuestro país, la larga lucha iniciada por personajes tales como la Dra. Sylvia Marcos, muestran que esta es la senda que debiéramos impulsar y promover.
Todavía más, la periodista Katia adicionará estas palabras como una muestra de satisfacción:
“¿Qué me sorprendió? Que un par de psiquiatras: Alejandro Molina, de la Dirección de Servicios de Atención Psiquiátrica de la Secretaría de Salud y Gady Zabicky, actual comisionado nacional contra las adicciones, se quejaron del estigma que viven… ¡también los mismos psiquiatras! (…) Por lo general, en el mundo de la discapacidad lo que estamos acostumbrados a hablar y visibilizar es el estigma que viven las personas con condiciones de salud mental a las cuales cotidianamente se les niega el derecho a decidir sobre su vida y tratamientos, como está ampliamente documentado. También la forma en que viven cotidianamente abusos que están plenamente documentados en el mundo y también en México. Dejo dos ejemplos: el más reciente informe de Dishability Rights México (el tercero en veinte años de constantes denuncias) y el informe Mundial —que también incluye casos de México… sobre el encadenamiento de Human Right Watch. Lo que todo el mundo quiere —también las autoridades de Salud— es que haya una respuesta más cercana y fácil de acceder a toda la población para el tema. Que la salud mental, el acceso a un psicólogo o psiquiatra, esté en las clínicas de primer nivel de atención. Que se visibilice su importancia (que más que nunca nos ha quedado claro con la actual pandemia), que se combata el estigma de acceder a estos servicios”.
Si acercáramos un poco más la lupa a la cuestión innegable de la histórica exclusión como expresión de nuestras limitaciones éticas e ideológicas, reconoceríamos que las nociones de discapacidad, incapacidad, capacidad, inclusión, integración, etcétera y muchos etcéteras más, no dejarán de ser un eufemismo que más que acercarnos al ejercicio pleno de los Derechos y su exigibilidad jurídica, no aleja de estos y nos acerca netamente al racismo, al apartheid, al sionismo, al fascismo y otras expresiones de la intolerancia irracional que nos sigue agobiando.