El derecho a la ciudad

En opinión de Aura Hernández Hernández

El derecho a la ciudad

“El único medio seguro de dominar una ciudad

acostumbrada a vivir libre es destruirla”

Maquiavelo

Boulevard Benito Juárez languidece. Y es por miedo.

Hace más de dos decenios que paso las mejores horas del día en una calle que antes fue festiva, alegre, caminada, visitada, arbolada, con una considerable actividad comercial, una calle que nos invitaba a vivir la Ciudad, que nos provocaba a su disfrute, que transpiraba ese aire pueblerino que tanto cautivaba a propios y extraños y que hoy, después de las seis de la tarde, es un espacio que solo nos provoca desolación.

Boulevard Juárez representaba, y creo que todavía un poco, a esa Cuernavaca incluso aristocrática que le daba la espalda a las huertas de guayaba y a los modestos caseríos de lo que hoy es la calle Francisco Leyva, y que en los años cuarenta del siglo pasado mereció que varios vecinos se ampararan para evitar su apertura, pues el crecimiento del Boulevard iba en detrimento no solo de sus derechos de propiedad, sino que modificaba todo un estilo de vida. Era todavía la Cuernavaca de Lowry en Bajo el Volcán.

Mas tarde, en los años cincuenta -cuando los ricos ganaron-,  Boulevard Juárez fue refugio de personas pudientes del estado de Morelos y de otras ciudades que construyeron mansiones de descanso a su vera. Artistas, periodistas famosos, gobernadores y exgobernadores todavía son recordados como antiguos vecinos. Casas de descanso, Casas de Gobierno, refugio de políticos, de artistas millonarios y decadentes, la calle contó con gran número de celebridades en el vecindario. También el Boulevard Juárez fue escenario de fastuosas fiestas y hasta de visitas presidenciales.

Con el paso de los años a finales del siglo XX y principios del XXI Boulevard Juárez, migró de ser un vecindario aristocrático para convertirse en una calle en la que había una importante actividad comercial y se fueron asentando, en lo que antes fueron sus aristocráticas mansiones, oficinas de gobierno, consultorios médicos, restaurantes de clase media. Pero la gente de fuera y los vecinos seguían viviendo su calle, paseando sus perros, haciendo caminatas, visitando restaurantes. La calle, era nuestra.

Actualmente, y sin negar que la pandemia tuvo un efecto desastroso en su actividad comercial, la calle se va a dormir temprano. Sus habitantes se mantienen a buen resguardo en sus casas. Los negocios que han sobrevivido cierran sus puertas a las 6 de la tarde y algunos antes. Hay pocas caminatas por placer y quien lo hace por otras razones se expone a tener algún incidente de inseguridad. Grupos de vecinos que se han organizado reportan un número considerable de asaltos a transeúntes y otro tipo de incidentes y ni hablar de otro tipo de delitos más graves.

La calle se vive con miedo. Y la decadencia no es de ahora, ni siquiera puedo decir que de este gobierno municipal al que tanto se cuestiona. La situación de Boulevard Juárez, como la de la ciudad de Cuernavaca y de todo el estado de Morelos, es la suma de muchas omisiones, de muchas negligencias y de muchos saqueos. La ciudad ha sido un botín político que pagamos quienes la vivimos y padecemos. Creo que bien podríamos organizarnos para que nos la devuelvan, nos han quitado la Ciudad y alguien debe responsabilizarse.

El derecho a la ciudad es un derecho que se está desarrollando en los últimos años. De acuerdo con el Centro de Estudios Constitucionales (CEC), es un derecho en construcción, que sin embargo se está discutiendo en foros nacionales e internacionales También se ha incorporado en instrumentos normativos como la Constitución de la Ciudad de México, la Constitución Política de la República del Ecuador y el Estatuto de la Ciudad de Brasil (CEC)

De acuerdo con la publicación del CEC, esas discusiones han llevado a un cierto consenso, pues el derecho a la ciudad se asocia con las condiciones de los modelos de desarrollo urbano, “distribución de los beneficios y las cargas de la urbanización entre las personas y los grupos sociales en los contextos urbanos, para generar condiciones que mitiguen las desigualdades socio-espaciales y la segregación, generando condiciones más justas de acceso a los bienes, los servicios y las oportunidades de desarrollo económico, social y cultural que producen las ciudades”.

Ahora el derecho a la Ciudad debería incorporar el derecho a la seguridad ciudadana. El derecho a vivirla y caminarla, disfrutarla. Y aquí sería fundamental la intervención de los legisladores, pero también nos toca a quienes la vivimos, luchar por este derecho en construcción.