Educación a la mexicana, PISA desentraña el arte de aprender en reversa
En opinión de Tania Jasso Blancas
En el contexto del conocimiento internacional, México ha decidido hacer su entrada triunfal con un despliegue deslumbrante de números rojos. La prueba PISA radiografió el desempeño estudiantil, revelando que el país está retrocediendo en educación con la gracia de un elefante en una pista de baile.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha lanzado el veredicto, y México no ha decepcionado a aquellos que esperaban con ansias una actuación magistral en la escena educativa. La prueba PISA, que mide las habilidades de lectura, matemáticas y ciencias, parece sugerir que el sistema educativo mexicano ha decidido adoptar la estrategia "menos es más", pero en este caso, menos es simplemente menos.
En la categoría de lectura, México presenta el cuarto retroceso consecutivo. Con 415 puntos, queda eclipsado por el promedio de la OCDE, que mira con condescendencia desde la cima con sus 482 puntos. Pero no se preocupen, al menos estamos en buena compañía, o no tan buena, dependiendo de cómo se mire.
La seguridad, ese encantador toque de intriga en cualquier historia educativa, también ha decidido hacer su aparición. El 22% de los estudiantes mexicanos no se siente a salvo en el trayecto hacia la escuela, una estadística que podría considerarse un homenaje al espíritu aventurero, si no fuera por la realidad menos romántica de la inseguridad en las calles mexicanas.
En cuanto al acoso escolar, México ha optado por ser líder en una categoría diferente, con un impresionante 19% de niñas y 17% de niños reportando ser víctimas de actos de acoso "al menos unas cuantas veces al mes". ¿Quién necesita un ambiente educativo cuando se puede tener una escuela de supervivencia?
Pero no todo está perdido. Según expertos en la materia (y algún que otro sentido común), parece que la educación podría mejorar si se hace una cosa... invertir más dinero. Sí, abrir la billetera para resolver problemas, pero con un giro de originalidad en la sugerencia de "mayor crecimiento presupuestal". En otras palabras, que alguien le dé un billete de mayor denominación a la educación y a la cultura en México y veamos qué sucede.
Mientras tanto, la construcción de resiliencia en el sistema educativo parece ser la última oportunidad de evitar que el naufragio educativo mexicano se hunda en aguas más profundas. Porque, como todos sabemos, la resiliencia es la respuesta universal a todos los males educativos: malas calificaciones, acoso escolar, falta de seguridad... solo necesitas ser más fuerte. ¡Fácil, no?
En fin, la educación en México ha decidido tomar un descanso de la evolución y ha optado por una coreografía regresiva. Si PISA fuera una pista de baile, México estaría bailando el vals del retroceso con maestría, pero quizás sea hora de cambiar la partitura antes de que nos quedemos sin parejas de baile educativas. ¡Que comience el siguiente acto de esta fascinante novela educativa!