Edmundo Jacobo, encomio al trabajo

En opinión de Dagoberto Santos Trigo

Edmundo Jacobo,  encomio al trabajo

 Pablo Picasso expresó: “El que se guarda un elogio, se queda con algo ajeno”. Este cúmulo de cavilaciones quiero dedicarlo al trabajo arduo que Edmundo Jacobo Molina emprendió en el INE. Su tenacidad no puede ocultarse, ni el ímpetu con que encaró las tareas comiciales.

            Es preciso exponer que su arribo a la Secretaría Ejecutiva fue en junio de 2008. Desde entonces, los quehaceres se tornaron más sistémicos, continuos y metódicos. Así, la autoridad electoral se consolidó como un referente de la salvaguarda del sufragio mexicano y el cimiento taxativo del desarrollo democrático.

            Empero, la entrada en vigor del Decreto por el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, de la Ley General de Partidos Políticos, de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, y que expide la Ley General de los Medios de Impugnación en Materia Electoral, denominado Plan B (recién publicado en el Diario Oficial de la Federación), determinó la separación de este insigne funcionario, con quien, antes que todo, erigí una amistad sincera, pulcra y noble.

            Una lamentación no tiene caso ahora. Al contrario: es el momento de encomiar su legado, que se traduce en un liderazgo prístino e irrefutable, que supo conducir las discrepancias, el debate interno, los temperamentos, las inquietudes y, sobremanera, las contingencias naturales de un servicio civil y una estructura administrativa consistentes.

            Mi reconocimiento hacia él es bipartito:

 

ü  Al guía incansable, a quien seguramente veré en otras latitudes. Los movimientos de rotación y traslación del planeta nos cruzarán en otros senderos…

 

ü  Al servidor público recto, que propició avances ordenados, dirimió conflictos y alentó el ESPÍRITU DEMOCRÁTICO en el país.

 

A lo largo de 14 años, coadyuvó al afianzamiento de la libertad republicana, marcando directrices con precisión y, a la vez, enmendando traspiés (que son normales, hasta cierto punto, dentro de la vorágine de las responsabilidades intrínsecas y cotidianas).

Defendió, casi a ultranza, los derechos político-electorales de los mexicanos, destacando:

 

§  La protección de los pueblos y comunidades indígenas.

 

§  El combate a la violencia política contra las mujeres en razón de género.

 

§  El aseguramiento del Estado incluyente, paritario y de igualdad sustantiva.

 

Edmundo, el amigo y caballero, es y será… No se ha ido. Estoy seguro de que su pensamiento y ejemplo estarán en el alma y el ánimo de cada colaborador del INE.

Así es como hemos construido una auténtica familia, que, por más de tres décadas, ha organizado diversos procesos electorales, donde la paz social ha imperado.

Por ende, es importante expresar que el INE no sustenta sus índices LABORALES en las filias o fobias. Quiero ser tajante en lo siguiente: NUESTRO DESEMPEÑO FUE, ES Y SEGUIRÁ SIENDO INESCRUTABLEMENTE IMPARCIAL. La Ley es la directriz; la ciudadanía, la razón de ser de nuestra existencia. A ella nos debemos. Hemos entregado resultados transparentes e incuestionables, con márgenes de error imperceptibles, superfluos.

Como un organismo indispensable del Estado, en ocasiones tendemos puentes imparciales y objetivos con dirigentes de partidos políticos. Asimismo, tomamos determinaciones basadas irrefutablemente en la normatividad. Y para muestra, un botón: hace unos días, el árbitro confirmó que se incumplió la normativa de una entidad de interés público; en consecuencia, quedaron nulas (legalmente) las aspiraciones de un ciudadano hacia un nuevo ciclo en esa dirigencia nacional.

Además, en la elección extraordinaria para una fórmula de Senaduría por el Principio de Mayoría Relativa en el estado de Tamaulipas, se defendió el imperio de la mayoría, garantizando el ejercicio del derecho al sufragio emancipado.

En suma, el INE es un ente IMPARCIAL. La premisa que nos une es la protección de la soberanía nacional de las y los ciudadanos. Edmundo Jacobo Molina es una prueba concreta de eso. ¡Saludos por siempre!