Cuando sea demasiado tarde… - Sirena Negra
En opinión de Gabriel Dorantes Argandar
Mi primer superhéroe fue Spider-Man. Su servidor tendría unos tres o cuatro años cuando apareció Peter Parker en mi vida, y a la fecha no se ha ido. Debo tener por lo menos una camiseta y traigo, aunque usted no lo crea apreciado lector, una máscara de Spider-Man en mi maletín por si me es necesaria (cosa que sólo ha pasado una vez, pero Gabo precavido vale por tres). Durante este tiempo he podido observar cómo Peter Parker le esconde a la tía May que es un superhéroe, cómo tras un error de su parte pierde la vida el amor de su vida, cómo se enamora de una pelirroja (no había terminado de comprender la fascinación de su servidor por las pelirrojas), cómo se casa con ella, todo el rollo del traje alienígena, todo el rollo de Ben Reilly y los cientos de clones que aparecen, y poquito a poquito Spider-Man se fue perdiendo en el ruido de otros superhéroes más adultos como Batman, los X-Men, Spawn, y demás menesteres de esta naturaleza (porque por supuesto que son asuntos de adultos y nada de lo que puedan decir al respecto me hará pensar lo contrario; sorry, can’t hear you).
Hace poco tiempo, diría que son cinco años y no lo sé con exactitud, pero no son más de diez, se inventaron un nuevo Spider-Man. Un chico de madre latina y padre afroamericano que un día adquiere los mismos poderes que el afamado hombre-araña y que eventualmente asume el papel de este. Oh, ¡el dilema! ¿Cómo podría ser que un personaje tan icónicamente blanco como lo es Peter Parker (y todos hemos visto los memes) sea suplantado por alguien de etnia minoritaria? (Aquí es donde se pone bueno) Pues resulta que la película de Spider-Man: Into the Spider-Verse, cuyo personaje protagonista es Miles Morales y Peter Parker es un personaje de reparto, gana 400 mil premios y reconocimientos y forró de dinero los bolsillos de los productores porque fue un exitazo. ¿Por qué? Porque de los latinos, de etnia minoritaria, ¡no tenemos nada! Hasta apostaría que usted no sabía que Nicolas Cage hace las voces de uno de los diferentes Spider-Men, y no es la razón principal por la que tal película gana tal cantidad de premios.
Hace unas semanas estalló otro dilema porque alguien decidió que Namor, The Submariner, sea interpretado por Tenoch Huerta en la siguiente entrega de Black Panther (una película que trata de superhéroes étnicos de por sí). Es posible que no lo conozcan, pero su nombre de pila les debe decir bastante al respecto de la procedencia de tal individuo. Tal vez sea verdad que, en los comics clásicos, Namor sea un hombre de piel blanca, pero seamos serios, ¿quién puede vivir en el mar y tener la piel de Charlize Theron? Nadie conoce el mar como la gente de la costa, y nadie vive la costa como los mexicanos de la costa. Tenoch Huerta era una elección casi natural para tal personaje, no porque fuera mexicano, sino porque la diversidad es natural y apropiada para el desarrollo social. ¿De verdad aspiramos todos a llegar a ser blanquitos y angloparlantes aunque vivamos en el mar?
Esta semana pude leer comentarios de amigos y no tan amigos del Facebook al respecto de lo molesta que está la gente de que le pidieran a Halle Bailey, que perfectamente podría ser la hija de Halle Berry (por el parecido y por la capacidad), interpretar el papel de Ariel, la Sirenita. Yo lo sé y lo lamento mucho, Ariel es, en la película original de Disney (que mis papás no me llevaron a disfrutar, ahora que lo pienso) una linda chica blanca y pelirroja (otra pelirroja). Me van a permitir remontarme a las inolvidables palabras de Lucerito por ahí del 2010: ¿y? ¿Cuál es el problema de que le cambien el color de la piel a un personaje? Comenzamos este argumento con Spider-Man porque el personaje era un chico de 16 años ¡por ahí de 1970! ¿Seguimos esperando que Spider-Man siga siendo el mismo chico de 16 años para 2022?
¿Por qué nadie se quejó de que Diego Luna fuera elegido para interpretar el papel de Cassian Andor en posiblemente la mejor película de todo Star Wars? Benicio del Toro interpreta el papel del rompe códigos en Episodio VIII, y nadie dijo nada. ¿A quién canastos le importa que la sirenita sea negra? Ha costado años y años de esfuerzo que la sociedad mexicana se conciba a sí misma como prieta. ¡Es lo que somos! Desde que su servidor tiene uso de memoria, no falta el argumento de color de piel en un país en el que el 90% de la población es mestiza, y si no es mestiza, es indígena. ¿No les parece extraño que se haya difundido tanto el tema de la Sirenita Negra? ¿Será esa la lógica de exigirle al gobierno de España que se disculpe por habernos hecho prietos? Porque no sabríamos que somos prietos si no fuera por que los europeos nos lo señalaron.
¡Mientras tanto en nuestro país les entregaron la seguridad a las fuerzas castrenses por 10 años más! ¡DIEZ AÑOS MÁS! ¿Es que nadie recuerda que al fecalísimo Felipe Calderón se le apodaba “el Sr. Matanza” precisamente porque fue quien inició la guerra contra el narco? ¿Cuánta estupidez no soltó el, en aquel entonces, eterno candidato a la presidencia, López Obrador al respecto de la militarización de la seguridad pública? Ahora que usa la banda presidencial a manera de papel de baño, ¿qué es lo que se decidió esta semana? Ustedes disculpen, me equivoqué, y ahora he recapacitado. ¿Dónde está toda la gente que lo siguió desde entonces? Pues defendiendo los cambios de opinión del pelmazo en turno y discutiendo porque la sirenita es negra. ¡Están a dos pasos de declarar la reelección del presidente López! Han hecho todo lo posible por mermar el Instituto Nacional Electoral y todos sus miembros. Dado, en este país la democracia es de ficción, pero si no organiza el INE las elecciones, ¿quién lo hará? ¿La Secretaría de Gobernación? ¿Manuel Bartlett? ¿La misma persona a la que se le recuerda por el “ups se cayó el sistema”? Menos mal que el señor ya no figura en la política nacional, ¡no vaya a ser que vaya siendo!
Al sur del Río Bravo todos somos prietos, y ya dejen de buscarle tres pies al gato. A los gringos no les gustan aquellas personas que no sean gringos (y ahí le dejo a usted tal dilema). ¿Por qué en México no tenemos el nacionalismo que se tiene en otros países, aunque sea para las artes? Hasta que no nos apropiemos de nuestra propia identidad, no terminará el poder que tienen otros países sobre nuestra capacidad de opinión, ya deje usted la capacidad de organización. Es hora de dejar de pelear entre nosotros y ponerse a pensar en cómo vamos a hacer para superar la crisis económica que desde hace meses ya habita en nuestros bolsillos. ¿Cómo vamos a superar éste y los últimos 5 sexenios?
Esta semana tuve a bien investigar sobre las condiciones de tránsito en la región centro del país, y así que como siempre, si no tiene a qué salir, le ruego a usted que no lo haga. El Commander in Absence sigue pensando que puede meter al tanque a Graco, el Pequeño (que ya ni quien se acuerde de él) mientras siguen apareciendo cinco muertos diarios en el glorioso estado de Morelos. Por lo que vamos a terminar esta columna con un menos mal que la Sirenita no ha muerto, dése usted una vuelta por el “Mar de Morelos”, a ver con qué se encuentra.