Cuando sea demasiado tarde… - La Plaga de la Mente

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde… - La Plaga de la Mente

Esta semana tuve un ataque de insomnio el martes o el miércoles, o más bien el lunes, el martes, el miércoles y el jueves, pero creo que fue el miércoles que aproveché la quietud de la madrugada (que es el mejor momento del día, si me preguntan a mí), para avanzar un poco con mi novela de cuentos cortos. Les anexo un pedacito de lo que escribí, espero les guste.

 

La Plaga de la Mente

La Plaga de la Mente, o la Plaga del Olvido, fue considerada por muchas religiones como el fin de todos los tiempos, pero no faltó el loco que decidió que era una bendición. Una bendición que debía de ser compartida con los más posibles, una bendición que nos venía como anillo al dedo.  Esos eran los verdaderos fanáticos, los verdaderos terroristas. El Gran Olvido era una enfermedad, nunca se supo si era una bacteria, un virus, una maldición divina, nunca se supo nada. La Plaga no te quitaba la salud, no te quemaba la piel, no te volvía ciego ni te retorcía el cuerpo, la Plaga no te mataba. Lo que la Plaga de la Mente te quitaba era la habilidad de adquirir nuevos recuerdos. No se sabe dónde empezó, no se sabe de dónde salió ni cómo se esparció, no se sabe cómo se contagia. Sólo se sabe que un día despiertas, y en vez de ser lunes, es martes. Terminas el día casi sin notarlo, y al día siguiente te despiertas y en vez de ser lunes es miércoles. De cierta manera es como si viajaras en el tiempo, brincando cada vez más días. Era como la pesadilla del Día de la Marmota, pero al revés. En lugar de volver a vivir el mismo día infinidad de ocasiones, despertabas esperando vivir un 26 de junio de 2020, para despertar y descubrir que en realidad era 14 de abril de 2030.

Sabemos que empezó en 2020, para 2050 ya sólo quedaban libres de infección algunos pueblos remotos de África, Rusia y China, donde la gente no sale de sus pueblos para nada. Eso, y por supuesto los bunkers que los pinches gringos han tenido preparados para este tipo de eventualidades desde la Primera o Segunda Guerra Mundial. También hay algunos lugares así en algún lugar de Europa. Ya casi no queda comunicación, la población del mundo ha desaparecido casi por completo, pero como no sabemos cómo se contagia, no se puede salir al aire libre. La carrera ya no es para salvar a la humanidad misma, sino más bien para salvar todo aquello que nos hace humanos: el conocimiento, la ciencia, las culturas y las artes. “I don’t recognize this painting”, dijo el director del Museo de Artes Modernas de Nueva York durante una exhibición de obras de pintores, mientras señalaba La Noche Estrellada de Vincent Van Gogh. Una mujer gritó, tres o cuatro se le unieron, un hombre corrió hacia la puerta y todos los invitados a la exhibición emprendieron la estampida. Una mujer con sus dos niños perdieron la vida bajo las pisadas desesperadas de los asistentes del museo. Un par de semanas después, Nueva York estaba completamente devastado. La gente deambulaba por las calles buscando qué comer, incluso buscando dónde dormir, porque habían vuelto a casa para descubrir que ya había sido habitada por alguien más. Alguien que respondía a la puerta con un arma de fuego.

Así fue como inició la Plaga de la Mente, así fue como inició el final de la humanidad.

¡Espero que les guste! Recuerden quedarse en casa y los requisitos de distancia. El pico de infección parece no tener para cuándo llegar, y reabrir la actividad económica no sólo será inefectivo para paliar el hundimiento económico, sino que también va a prolongar más la pandemia.