Crimen y fanatismo
En opinión de César Daniel Nájera Collado
En la década de los 90, ya después de haber expulsado al régimen soviético de Afganistán con la ayuda de Estados Unidos y aliados, una facción de los muyajidínes conforma lo que se conocería ahora como “los talibanes". Así es, quien propició la toma de control de este grupo fue el país de las barras y las estrellas, dando paso al Emirato Islámico de Afganistán. Como después nos entraríamos, tal grupo islamista, es decir, de musulmanes con interpretaciones extremas de su religión, gobernaría con dureza, además de que participaría y protegería a quien cometiera actos terroristas, como es el caso de Osama Bin Laden. Es ya bien sabido lo que sucedería después: Estados Unidos y la OTAN atacarían la región afgana para ajusticiar lo ocurrido el 11 de septiembre y de paso expulsar a los talibanes, conflicto armado que solo comenzaría a atenuarse con la muerte del mismo líder Al Qaeda, Bin Laden.
Al día de hoy, el país norteamericano y sus aliados han retirado casi todas sus tropas como un plan de desocupación que tiene como meta terminar el día de la caída de las Torres Gemelas. Sin embargo, esto ha generado una ola de violencia extrema, ya que los talibanes han aprovechado esta retirada para intentar controlar el país, arrollando a los civiles sin miramientos. Y entre sus crímenes contra la humanidad más grandes, está el bombardeo de escuelas con el objetivo de asesinar a las niñas que se encuentren estudiando, ya que su ideología radical no cree que tengan el derecho de hacerlo. Ni de trabajar fuera de sus hogares, salir sin la compañía de un pariente hombre, practicar deportes, asomarse por ventanas, o incluso producir ruido al caminar o reírse, todo siendo punible con azotes, palizas o incluso la lapidación.
Es importante saber que no todos los musulmanes piensan de la misma manera, y mucho menos apoyan a los talibanes; se trata de un grupo extremista que rechaza el diálogo y las libertades individuales. Estados Unidos sabía que esto sucedería desde el momento en que comenzó a retirar tropas, y a pesar de que se entiende el sacrificio humano y monetario que representaba mantenerlas, cabe preguntarse si la campaña en Medio Oriente fue más un acto de venganza que un intento de asegurar algún tipo de paz duradera. Aún así, lo imperante aquí es notar lo que provoca el extremismo, de cualquier índole, porque los talibanes no han sido los únicos abusadores; simplemente nunca aprendemos de nuestros errores como humanidad. ¿A dónde puede llevarnos tal grado de fanatismo?