Covid: ¿de quién son los muertos?
En opinión de José María Román Román
No tan sólo parte de las familias perderán alguno de sus miembros. Es la sociedad quien pierde, somos todos los que sufriremos las consecuencias.
Estas pérdidas serán en varios renglones, además del cobro de vidas. Por falta de colaboración del gobierno federal para apoyar lo suficiente para que los pequeños y medianos empresarios sostengan la existencia de sus negocios, se perderá una parte importante y esas pérdidas a su vez traerán como consecuencia el crecimiento de la delincuencia y el aumento de la pobreza.
Las vidas que se perderán y que se han venido perdiendo en el mundo de la delincuencia se incrementarán, porque la lucha evidentemente y por necesidad crecerá por aquellos desplazados económicos que no tengan más alternativa que engrosar las filas de ese mundo criminal.
El hambre y la necesidad serán la materia prima de lo que desde hace más de 18 años hemos visto cómo ha venido creciendo en nuestra sociedad. Los apoyos sociales no serán suficientes porque eso que otorga el gobierno son sólo dádivas que ni siquiera sirven para subsistir con dignidad. El gobierno se verá rebasado y sin una base de crecimiento que alimente los impuestos, que es de donde sale el dinero para los apoyos; las condiciones de vida se deteriorarán aún más de lo que ya padecemos.
Los muertos por falta de prevención en tomar medidas que paliarán la situación de la pandemia mundial que padecemos, es obvio que crecerán en razón lógica porque el gobierno federal omitió realizar las actividades necesarias para disminuir esa mortandad. Hoy, ya es tarde, ya las consecuencias las miramos y sólo parcialmente porque ni remotamente las cifras que se dan a conocer son las reales.
El sistema Centinela adolece de fallas evidentes y ya no sirve. En los hospitales miramos cómo crece el número de contagiados y para ocultar el problema el gobierno disfraza esas muertes como neumonía atípica, prohibiendo que se suscriba el nombre correcto de covid en razón de que el argumento de que no se puede anotar por falta de una prueba es obvio que lleva la intención de ocultar la realidad de las cifras. Hay en ese mundo muchas muertes que pudieron evitarse y que por ignorancia (eso quiero pensar) se incrementarán. La notoria falta de información a la población hizo que muchos mexicanos no tomaran en serio la pandemia y el contagio se incrementó.
Pero no nada más tenemos a los muertos del virus, en una sociedad como la nuestra, también tendremos los muertos de la delincuencia, de la pobreza, del desdén del gobierno de AMLO. Cuando dice que vamos bien, la realidad le encara diciéndole que vamos mal, cuando dice que ya no hay delincuencia, los números se encargan de desmentirlo. Es pues la mentira oficial el dilema que enfrenta la sociedad, la que sustenta un mundo que sólo existe en la mente del gobernante.
¿Cuál será el costo final? No lo sabemos por hoy, pero lo que sí es seguro es que a nadie le gustará. Todos hemos perdido, todos seguiremos perdiendo ante la cerrazón de un gobierno que nos dio esperanza y que en los hechos nos la quitó. Sólo nos entrega demagogia y señales confusas de que la sociedad ha dejado de ser gobernada por un mundo de leyes para incursionar en el dominio y control de un solo hombre que no reconoce más verdades que las que su voluntad determina, que no reconoce mas derecho que lo que su dedo señala.
Ojalá en el futuro en la sociedad impere la prudencia y el mundo social y político que hoy padecemos produzca el cambio necesario para retomar el rumbo y entregar el mando del gobierno, no a un hombre como hoy las señales lo indican que padecemos, sino a un grupo de personas y a las instituciones que representen los valores y principios de nuestra sociedad.
Por lo tanto, hoy, los muertos se sumarán y deberán abonarse a la cuenta del hombre que unilateralmente decide todo: AMLO