Árbol inmóvil - Pensiones doradas, sepulcro del Congreso

En opinión de Juan Lagunas

Árbol inmóvil - Pensiones doradas, sepulcro del Congreso

 

Las pensiones “doradas” (una canonjía que el parlamento 53 concedió a consanguíneos e incondicionales, avalando documentos apócrifos) inhumaron las aspiraciones de algunos de los actuales congresistas. Políticamente, éstos serían un cuerpo exánime.  

            El ímpetu ilusorio (las promesas expresadas desde el inicio) contribuyó a cavar la cárcava. Corolario: en el periódico oficial “Tierra y Libertad” (5871) se divulgaron alrededor de 15 decretos, en donde se abrogan (revocan) los consensos del 2019. Por tanto, aquel “día del frenesí” se vino abajo. Un triunfo más para don Graco y su cohorte. (Sigue avante la ignominia, por encima de la nula capacidad).  

            Esto nos aporta otra lectura: la falsedad. Cuando el cálculo se basa en el palabreo, las consecuencias se tornan perniciosas. Ni el semáforo epidemial en pigmento naranja revertirá lo acontecido. Nada. Fuera.  

Durante esta campaña atípica, cuando a un asambleísta (sin necesidad de dimitir), dentro del juego de la denostación, le recuerden: “Sus rivales le echan en cara la no resolución de esas jubilaciones”, ¿qué contestará? Seguro, más de uno usará el subterfugio de la evasiva. Empero, la mácula está ahí… El sepulcro, con el siguiente epitafio: “La demagogia conduce a la Gólgota”.  

Algo que no debe olvidarse es el asentimiento perverso de Julio Espín (cercano, ahora, a “Morelos Progresa”). Estuvo “atrás” del asunto ilícito, al garantizar la fabricación de papeles falsos. Entonces, Puente de Ixtla fue la cuna siniestra de esa emisión. Las jubilaciones “doradas” ganaron, per se. 

            En el juego de la “rayuela” (consistente en dirigir, lo más cercana posible, una moneda hacia una raya pintada en el suelo), se tiene que tener una precisión inescrutable. Guardando las proporciones, ciertos huéspedes del inmueble de “Guillermo Gándara” no tienen oportunidad. Sus estratagemas son baladíes.  Además, podemos agregar otros males endémicos (dentro de la turbulencia competitiva) y determinantes -para lo sucesivo-: 

  1. Los comicios intermedios se caracterizan por una baja participación ciudadana. 
  2. El virus contrae -cada día- la inercia comicial. De tal modo que, entre 22 opciones (más los candidatos independientes), se va a erigir un voto instintivo (manipulado). 
  3. La instrucción presidencial. Desde el Ejecutivo federal, se ensamblan (como un sobrepuesto de artificio) “órdenes” para: 

     
  1. Decidir fusiones partidistas. Por el momento, la mentira deliberada de los “trasnochados” (mentores de la prestidigitación, como Jorge Argüelles, Francisco Moreno y demás) se ventila en los medios informativos. Los reporteros, por ende, hacen su trabajo relativo: “maquinan”, cavilan y, los menos, bostezan.  
  2. Intromisión del gobierno estatal. Inevitable. Los intereses del derredor atan: asegurar la conformación de la nueva cámara y algunas alcaldías (para dar continuidad al régimen). 

     
  3. Las contingencias provocadas. Los grupos de choque (las ojivas cruciales o “golpes bajos”) nunca faltan. Son parte del entretenimiento llamado: “elecciones”.  

  

Al tiempo y sus feéricas concavidades. Sé que la ansiedad conlleva un halo superfluo de juramento. Ahí estuvo el error de este Congreso. He acá una alternativa: buscar empleo en la sección de “Aviso oportuno”. El dinero acumulado es fugaz. Dice Ó. Wilde: “La ambición es el último refugio del fracaso” (¡contumaz!).