Árbol inmóvil - Diputados: una vergüenza

En opinión de Juan Lagunas

Árbol inmóvil - Diputados: una vergüenza

La devoción pagana hacia el papel moneda (a su inescrutable textura) propició lo inadmisible: la aprobación (¿unánime?) del presupuesto 2020, por parte de la precaria (por innecesaria) 54 Legislatura.

      La parálisis constituyente sucumbió (sólo un instante, en un acto de prestidigitación, que involucró a las débiles disidentes, comandadas por la inenarrable Tania Valentina).

Los impulsos recónditos (la mano que obliga: Cuauhtémoc Blanco; o su medio hermano) lograron lo imposible: el consenso general. Todo se tradujo en un episodio de falsedad. Nadie cree en este parlamento. Es ominoso e infausto; prescrito (en la crítica) y transitorio. No se ha dado cuenta que la opinión pública no lo soporta más.

      El conflicto entre Hueyapan y Tetela del Volcán es un indicador grácil y decisivo. No solucionan nada. ¿Ha visto, estimado lector, cuando la luz oscura de la noche se disipa en los ojos cerrados? Así se erige esta cámara: en la veleidad de la torpeza de los escalones lúgubres (que conducen a la inestabilidad deliberada).

      Tras este suceso, devino lo típico: las del famoso “frente” brillaron por su ausencia (nadie es indispensable). Parecen párvulos en pos de la matrona (de risa. Pena ajena).

      Etienne de la Boètie, en un análisis sobre la “servidumbre voluntaria”, concluye que es inconcebible dejar ignoradas la lucidez y la profundidad sobre la libertad del hombre, a través de una disección de su contrario: la servidumbre. Los huéspedes de “Guillermo Gándara” están presos en su fingida emancipación. Son títeres de Ulises (y no me refiero a la obra cumbre de James Joyce).

      Este autor expresa que la subordinación es potestativa. Hay un consentimiento, en sí. De esta forma, la opresión nace de la voluntad de servir. Ésta es fecundada por los propios esclavizados, quienes culminan en el callejón de la costumbre. Así viven y… fenecen.

En el ocaso de esta legislatura, el hedor a “muerte política” infestará el ambiente. Al tiempo…

Se han acoplado a deambular (y no sobrevivir) en un ambiente de supuesta autonomía. Lo único que los hace símiles es la impaciencia por la trama (el conjunto de trazos) del peculio.

Al fin y al cabo, esta frase los aniquila: “El que no ha gozado nunca de la libertad, no la añora”. Ellos no añoran. ¡Roban!.

De un amigo cercano escuché la siguiente frase: “Este Congreso es el más nefasto de toda la historia del estado”. ¿Así o más nítido?

Me asalta otro intríngulis: “¿Cómo se hicieron esclavos estos representantes populares? Simple: los obligaron a engañar (desde su discurso demagógico de campaña comicial). Queriéndolo o no, se sumergieron en la taxonomía de la tiranía (con base en el pensamiento de De la Boètie): unos lo son por nacimiento, otros por conquista y, al final, por la elección del pueblo. La tríada del mal y la torpeza.

 

MANO NEGRA (LA DE AMLO)

      El abogado Enrique Paredes Sotelo ha declarado que, cuando la Corte emita un fallo en torno a la mayoría calificada, los integrantes de este parlamento estarán en otro sitio (en la oscuridad del olvido, al paso que van). El presidente los protege.

 

ZALEMAS

      La poesía cambia el rumbo de la inexistencia. Aparta al ser de la noche. Entonces, las estrellas, la idea del universo cóncavo, el vuelo de las aves, la erupción de un volcán y las contrariedades entre los aterradores amados, se transforman en una nada perdurable (como el polen de una flor). En “Murió por ti”, Campoamor descifra la entelequia de la caricia profana:

 

Murió por ti; su entierro al otro día

pasar desde el balcón juntos miramos,

y, espantados tal vez de tu falsía,

en tu alcoba los dos nos refugiamos.

 

      La muerte es sediciosa y, a la vez, terminable. Sobre ella se cierne una pugna atroz, en la que triunfa el orbe y sus demarcaciones súbitas. Sigue…

 

Cerrabas con terror los ojos bellos;

el requiescat se oía. Al verte triste,

yo la trenza besé de tus cabellos,

y--¡Traición! ¡Sacrilegio!—me dijiste.

Seguía el de profundis, y gemimos...

 

      “Requiéscat in pace”. Ni más. Un epitafio latino, que traducido al español significa ‘descanse en paz’. De aquí surge la abreviatura más empleada en el ámbito funerario: R. I. P. Nadie, sin el Salvador, reposará…

 

El muerto y el terror fueron pasando...

Y al ver luego la luz cuando salimos…

 

      Qué terror se anida en la incertidumbre… (Hasta el siguiente jueves. El Rapto se acerca…).