Árbol inmóvil - Congreso: retorno a la vileza

En opinión de Juan Lagunas

Árbol inmóvil - Congreso: retorno a la vileza

 

En la última entrega de esta columna (en las postrimerías del fin del 2019), la parálisis parlamentaria había traído consecuencias: la no aprobación del paquete financiero y las leyes de ingresos de los 36 municipios. Empero, la inacción continúa EN “Guillermo Gándara”…

            Los integrantes de la 54 Legislatura amagaron con sesionar en el mes anterior. No fue así. Los intereses subrepticios (y superfluos) se apoderaron del entorno y, de esa forma, la discusión del nuevo esquema financiero está en ascuas. Así suelen conducirse quienes sobreviven en el hábitat de la vileza… En la morada de la ignominia.

            Será el próximo 14 cuando la asamblea se desarrolle (según). Las disensiones son ahora un pretexto soez. Atrás de la infamia se encuentra el temor del tema de la mayoría calificada. Hasta este instante, la Suprema Corte de Justicia de la Nación admitió el análisis del tópico; no obstante, esto no garantiza que éste sea procedente.

            Los congresistas (sobremanera, el G-13) se muestran confiados en que su supuesta mayoría conducirá los consensos sucesivos. Obvio: si la Corte analiza y concluye, aquéllos ya estarán (seguramente) en otras esferas del poder (a reserva del castigo a que sean sometidos, mediante la decisión soberana del electorado, en los comicios ulteriores).

            Algunos se disiparán en lodo cenagoso del olvido. En tanto esto acontece, las ansiedades tomarán el boato decisivo: la corrupción.

            ¿Qué pasó en este lapso? Los parlamentarios aún siguen en asueto. Algo habrán de maquinar. Por ahora, no hay nada. La disidencia entreabre sus fauces para prorrumpir. Ésta está vilipendiada. No tiene ningún tipo de energía. Tendrían que abocarse (y lo harán) a tender puentes de concertacesión, para asegurar recursos financieros. Al fin y al cabo, la concupiscencia es anatema.

            Más allá de lo descrito, la insensibilidad seguirá imperando en las paredes mohosas del inmueble del Poder Legislativo., donde no existe ningún código de ética ni transparencia. El Congreso fue el ente más incumplido (en 2019) en términos de rendición de cuentas. Sobre él versan sendas denuncias. Sobre todo, en los renglones de percepciones salariales, aplicación del presupuesto y demás. Suelen no actualizar la información. En suma, evaden esta responsabilidad.

Aun cuando se jacten de probos, cada representante popular actual es la antítesis de la verosimilitud. La sucesión indómita de las manecillas del reloj determinará el orden de los acontecimientos… Situará a cada uno en su territorio; la justicia es así: da a cada quien lo que le corresponde. A menos que recurran (como sucede) a los subterfugios de la sumisión y su contrario complementario: la huida.

Cada constituyente es una efigie de la candonga y, al unísono, del burócrata desalmado. Verbigracia: el presidente de la Mesa, Alfonso Sotelo.

Y hay más. El abogado Juan Juárez Rivas, presidente del Colegio Morelense, dijo, tajante, que la mayoría debe conformarse por 14. Ahí está el dilema.     

 

ZALEMAS

            En “Una carroña”, Charles Baudelaire compara al bienquisto con un cuerpo pútrido. El poema, obvio, se encuentra en las páginas de Las flores del mal. En un principio, el vate dice:

 

Acordaos del objeto que vimos, alma mía,

al volver un sendero,

una infame carroña

sobre un lecho de piedras sembrado…

 

Las piernas en el aire, cual una mujer lúbrica.

Ardiente y chorreando veneno.

Abría de un modo negligente y cínico

su vientre lleno de exhalaciones.

 

            Existe amor y amargura. Admiración y rechazo, porque el acercamiento de la otredad augura un conflicto estridente: el ocaso del tormento.

            El compendio poético es considerado como la obra máxima del autor. Éste  abarca casi la totalidad de su producción metafórica (desde 1840 hasta la fecha de su primera publicación).

La primera edición constó de mil 300 ejemplares y se llevó a cabo el 25 de junio de 1857. La segunda edición -de 1861- elimina los poemas censurados, pero añade 30 nuevos. La edición definitiva será póstuma, en 1868.

Al final, expone:

 

Decid a los gusanos que os devoraran con sus besos

Que yo guardo la forma divina de mis corrompidos aromas

 

            La poesía surge y atraviesa la angustia de la desesperación. La muerte está sobre el acantilado. No se mueve de ahí… Se precipita, a medida que las palabras se escriben (casi a solas).

            Hasta el próximo jueves. (Que venga el Arrebatamiento…).