AMLO, ¿Está en sus cabales?

En opoinión de José María Román

AMLO, ¿Está en sus cabales?

 

¿El Presidente está gobernando o está politiqueando? ¿Para que le estamos pagando un salario? ¿para gobernar y atender nuestras necesidades como pueblo o para politiquear y distraerse de sus funciones?

Estas preguntas que más de un mexicano se hace, no tiene clara una respuesta, si es que analizamos las actuaciones del presidente. Da la sensación la administración que el gobierno no tiene rumbo, que es un solo hombre el que decide todo, incluso por encima de las instituciones legalmente establecidas como por decir el INEGI. Es más, que pasa por encima de los legisladores que se supone están ahí para revisar, corregir o modificar las iniciativas presidenciales, que gozan por principio de una autonomía de criterio que debe ser respetada porque tienen el derecho totalmente legítimo de rechazar o modificar las propuestas del presidente. Para eso se les confiere inmunidad en cuanto a lo que declaran o señalan en base a sus criterios los errores o abusos que pueda presentar un proyecto de ley. Sin embargo, estos legisladores han resultado, sobre todo los Morenistas y del PT, uno agachones que igual aplauden las violaciones que el ejecutivo hace de la Constitución o de las leyes en curso, sin que les importe el ridículo ni las faltas que cometen al no cumplir con su mandato de ser un poder que revisa a otro poder, de ser contrapeso. Pongo el caso del nombramiento ilegal de la titular de la Comisión Nacional de Derechos humanos o el que soltara el ejecutivo a Ovidio el hijo del Chapo donde el presidente descaradamente viola el Código penal Federal que incluso ordena la destitución para el funcionario público que suelte a un delincuente cuando ya está detenido en cumplimiento de una orden de aprehensión.

¿Quién hace que el presidente casi a diario quede en ridículo al caer en contradicciones con los datos de su propio gobierno? ¿Por qué se pelea con nuestros principales socios, los EU que dan de comer mediante más de 40 millones de empleos a mexicanos que viven aquí y allá, unos mediante el tratado y sus industrias locales y otros los más, allá cuando habla de desarmar la estatua de la libertad? Son asuntos internos ajenos en los que debe respetar. Algo está pasando o algo le está pasando o bien hace a capricho de las cosas o bien tiene un gabinete que no le informa. Si lo hace al capricho, mal muy mal porque una cosa es lo que piense y quiera y otra la realidad que pasa en las calles y que su propio gobierno publica por obligación a la sociedad. ¿Porqué un hombre a su nivel es insensible a la ola de asesinatos de gente inocente? No tengo una respuesta, pero es obvio que algo tiene su cabeza que no le importa. La economía no va bien, tenemos una inflación que le pega directamente al bolsillo de los pobres y si bien es cierto que no es totalmente su culpa, sí lo es en un gran porcentaje debido a que ahuyentó inversiones al inicio de su gobierno y por lo mismo, los empleos no se dan y la gente los necesita. ¿A nuestros soldados los ha humillado cuando los criminales se burlan de ellos en público y ni siquiera por estar armados los delincuentes tienen derecho nuestros muchachos de contestar o arrestarlos y por los a disposición de la autoridad y el presidente aplaude el hecho? ¿Por qué se conflictiva con la comunidad judía que tantas empresas y empleos y por lo mismo impuestos le dan a México, qué le pasa al presidente? ¿Lo traiciona constantemente la lengua o de plano hay desfaces peligrosos en su mente? ¿Porqué ofende a los católicos con el asunto de las próximas marchas y el asesinato de los Jesuitas, cuando su papel debería ser o manifestar que el gobierno, su gobierno va investigar y perseguir en lugar o los asesinos y no de ponerse en contra de quienes solo se dedican a hacer tareas de apoyo a los marginados sin que reciban ningún recurso de ningún gobierno? Es obvio el error, es más, es grave porque además de que nos divide, el presidente ofende a quienes ayudan. ¿Qué le pasa o porqué le pasa? Y no es que solo baste con que diga que es terco, porque una cosa es serlo y otra cosa es salpicar a los gobernados. Se pasa y no mide y lo peor, sus lacayos llamados corcholatas le aplauden en lugar de llamarlo en confianza a la prudencia. ¿Le tienen miedo sus colaboradores? Si eso es así, estamos peor porque entonces gobierna un caprichoso, no un estadista. ¿No entendió las reglas de la tarea de gobernar o de plano hemos estado perdiendo a un hombre que contratamos para que nos uniera y decidiera lo mejor para nuestra sociedad por un problema psicológico o de deterioro mental que ya nos afectó en todos los ordenes y que su caso ya no tiene remedio?