“Ahí es donde está el futuro, en la juventud de hoy”. Willie Stargell
En opinión de Denisse Molina
“Una sociedad que aísla a sus jóvenes, corta sus amarras:
está condenada a desangrarse.”
Kofi Annan
El Día Internacional de la Juventud fue establecido por la Organización de Naciones Unidas, en 1999. Se celebra el 12 de agosto de cada año con la finalidad de hacer conciencia entre la población mundial sobre los problemas que afectan a los jóvenes en todo el mundo.
En Morelos la población total es de un millón 971 mil 520 habitantes, de los cuales 513, 014 son jóvenes de 15 a 29 años, 24.6 % de la población total. En nuestro estado, durante muchos años las juventudes hemos sido excluidos, marginados, discriminados y estigmatizados, generando carencias y rezagos en el trabajo y la vivienda digna, acceso a los servicios de salud y educación de calidad, alimentación saludable, disponibilidad de espacios deportivos, culturales y no tomados en cuenta para la participación económica, social y política, sin posibilidades de ejercicio de derechos humanos y políticos, entre otros aspectos fundamentales para un desarrollo digno y autónomo y han sido uno de los sectores que ha sufrido con más intensidad los embates de la violencia y de inseguridad, en particular, los que pertenecen a estratos sociales marginados.
Ante este desolador panorama, estuve reflexionando sobre mi vida juvenil y recordé aquel día, en el que estaba yo, en uno de mis primeros trabajos, emocionada por recibir mi pago, después de tres meses de trabajo arduo, de ir a clases y luego a trabajar para poder pagar mis estudios; me prometieron medio tiempo, trabajé más de 8 hrs diarias, me desvelé para entregar mis tareas y estudiar para mi carrera; no tenía acceso a una beca, tenía que pagar por mis estudios y mi vida, pero cuando uno es joven se tiene una sed de conocimiento, energía para trabajar de más, nada es imposible y la actitud para dar todo de nosotros.
Cuando mi jefe me entregó un sobre de dinero por $6,000.00 pesos por los tres meses trabajados, no dije nada, lo recibí y me retiré. Me senté con mi madre, quien siempre me ha apoyado, y comencé a llorar. No era justo, no tenía contrato, seguridad social, prestaciones, derechos de ningún tipo y solo callé y acepté lo que se me daba, porque era privilegiada de tener un trabajo sin experiencia previa, porque tenía que estar “agradecida” de que se me diera esa migaja de oportunidad, porque no hubo nada escrito, solo promesas de crecimiento, estaba desprotegida, no tenía derechos. Tenía 19 años, tenía que soportar, porque así se estilaba, y si no lo hacía me desaprobaban, me despreciaban por ser rebelde, por exigir mis derechos, por alzar la voz, y yo tenía una necesidad.
Ser joven no es fácil, nos han tachado de ser ninis, que no estudiamos ni trabajamos porque no queremos, cuando la realidad es que no teníamos oportunidades y no queríamos aceptar salarios denigrantes por no tener experiencia; nos han acusado de flojos, intransigentes, que no seguimos el régimen establecido, y por lo tanto éramos hasta criminalizados.
El miedo al cambio, a las nuevas ideas, las nuevas propuestas por un movimiento de regeneración, a una revolución de conciencias, ha llegado hasta a derramar sangre, como en el movimiento del 68 y el halconazo de 1971 y la desaparición de los 42 estudiantes normalistas en Ayotzinapa, todo por querer ejercer su derecho a la libre expresión. Se han desestimado nuestras opiniones como lo hicieron con el movimiento yosoy132. Se ha violentado, denigrado y matado a jóvenes que luchan por el feminismo y la igualdad de género, así como por los derechos de las diversidades que han salido a todas las plazas públicas para exigir el fin a la discriminación y la igualdad de derechos.
En el marco del mes de la juventud hago un llamado a las juventudes de ahora para continuar por la lucha de sus derechos, deben ser consciente de todos los sacrificios que se han hecho para lograr los derechos humanos que hoy, finalmente, se les han reconocido, como becas universales para el acceso a la educación, creación de nuevas universidades públicas, acceso a la educación y salud sexual y reproductiva, el derecho a la identidad, el derecho a un trabajo digno, deben hacer conciencia de quienes han garantizado sus derechos a través de políticas públicas, pero, sobre todo, deben defender y exigir que estos derechos que históricamente se les habían negado hasta ahora, permanezcan, y aún más importante, tienen la responsabilidad moral de conmemorar la lucha histórica de muchas generaciones de jóvenes que hoy son nuestros abuelos y padres, aprovechándolos. El poder del cambio lo tienen los jóvenes, las juventudes son y han sido el futuro de Morelos, de México y de todas las sociedades.
Pero esta lucha no sólo es de ustedes, a veces se olvida reconocer las visiones de las nuevas generaciones, se tiende a caer en el adultocentrismo, que es el sentimiento de superioridad ante generaciones jóvenes, generando discriminación y relegando ideas, propuestas y sentimientos sólo por el hecho de tener una edad menor, lo que a largo plazo genera relaciones asimétricas, además de reproducir y perpetuar el autoritarismo, no podemos regresar a este tipo de prácticas.
Garantizar los derechos de las juventudes, respetarlos y no discriminarlos, es una obligación de la sociedad, de los medios de comunicación, de todos los niveles de gobierno y todos los poderes, finalmente, todos hemos sido jóvenes y sería una contrariedad no hacerlo.