VIVENCIAS CIUDADANAS
En opinión de Teodoro Lavín León
Ni duda cabe, los funcionarios están hechos de muchas cosas, y quizá una de la mas importantes es la manera en que se comportan con los ciudadanos normales; muchos de ellos son buenas personas o ciudadanos comunes y corrientes que tratan a todo mundo igual, pero están rodeados de ayudantes, secretarios y funcionarios menores que, en lugar de ayudar, les echan a perder su imagen.
A mí me ha tocado tener contacto con presidentes de la república, gobernadores y, desde luego, secretarios de estado, que teniendo esos cargos verdaderamente importantes tienen secretarios que, en verdad, siempre están dispuestos a tratarte de manera amable y realmente entienden que son la imagen de su jefe hacia los demás. Aquí en Morelos les ha dado a los secretarios por sentirse más que el jefe, y a sus espaldas son mas infranqueables que el mismo; la experiencia me ha llevado a conocer a muchos de ellos, y ahora sí que uno puede ver los resultados. Por ejemplo, Rojo Reyes, secretario de Mario Moya Palencia, siempre fue como una dama en cuanto a amabilidad y, a pesar del trabajo tan importante como secretario particular del Secretario de Gobernación, nunca dejó de ser amable con toda la gente. Ahora hay unos que ni siquiera te contestan y te hacen las cosas difíciles cuando tratas de contactar a una autoridad; ejemplo sencillo es la dificultad para poder hablar con el Presidente del Tribunal Superior de Justicia del estado por causa de un secretario de nombre Héctor Ocampo; él me contestó una llamada, no me dejó hablar y me dijo que en diez minutos me regresaba la llamada… y sigo esperando. La secretaria particular, una señorita de apellido Ledesma, ni siquiera hace el favor de contestar; seguramente necesita uno ser muy famoso para que le tome la llamada. Esos son los funcionarios que echan a perder la imagen del Presidente, que al menos con su servidor siempre ha sido amable. A Rojo Reyes, en gobernación, siempre que le marqué me contestó y, cuando no me podía comunicar, siempre amablemente buscaba como dejarme satisfecho y contento; ésos son los verdaderos secretarios que necesitan los funcionarios públicos, porque un mal secretario como la señorita María del Carmen Ledezma hace quedar mal sin remedio a su superior.
La determinación del IMPEPAC de que los funcionarios bajen su propaganda es importante para la equidad en el proceso. Este concepto fundamental en toda democracia ha estado dentro los principios de la institución durante muchos años, pero ahora, con eso de que el INE coordina a los organismos locales, las cosas se complican porque es imposible, si vamos a tener nueve elecciones más la de presidente, que puedan estar en todo los precandidatos a presidente que están haciéndose publicidad por todos lados. Y de los precandidatos a gobernador también son muy pocos los que siguen las reglas, así que hace bien el IMPEPAC en poner orden, un poco lento pero definitivamente es importante, además, revisar quiénes son los que gastan en publicidad y de dónde sale el dinero. Este problema es quizá el que creo que le hace más falta cuidar y solucionar al INE, que a pesar de 30 años de su existencia no ha podido controlar el dinero bajo la mesa, que se cuela de manera grave sin el menor recato, y ahora lo vemos a nivel nacional y local. Que la institución electoral ponga orden es importante y, sobre todo, ponga orden con todos, no sólo con unos sí y otros no; en eso hay diferencia entre las “corcholatas” locales y, desde luego, ésta es muy clara. La idea de hacer un verdadero Consejo Ciudadano en Cuernavaca es algo que en verdad necesitamos los cuernavacenses, es una manera de participación ciudadana, y tratando de hacer los colores a un lado, los ciudadanos podamos participar de manera clara y, sobre todo, de buscar tener una voz que no oímos en las organizaciones que funcionan cerca de los funcionarios locales; necesitamos de voces de ciudadanos simples pero decididos a cuidar nuestra ciudad, pues tenemos el mejor clima del mundo y la ciudad más fea del mundo con los camellones y las calles convertidas en plazas públicas donde se vende de todo; un centro histórico lleno de ambulantes a los que nadie pone en orden. No puede ser que recorre uno el mundo y ve que hasta las poblaciones más pobres y pequeñas en el extranjero tienen un mayor orden; y luego aquí se quejan porque pierden votos si ponen orden. Necesitamos la voz ciudadana para no sólo eso, sino para muchas cosas más. ¿No cree usted?