Victoria del poder ciudadano
En opinión de Juan Salgado Brito
Las pasadas elecciones del 6 de junio nos dejaron sin duda muchas lecciones, entre estas destaca que la democracia funcionó por el activismo ciudadano que sacudió a la población para que saliera a votar y así decidir sobre quien quiere que la gobierne en su municipio o la represente en el congreso, por eso se vieron largas filas en las casillas de ciudadanas y ciudadanos que llegaron a ejercer con toda libertad su derecho a votar y así ratificar o rectificar la confianza en personas o proyectos políticos y de gobierno. La gente se manifestó a favor de alguien o en contra de algo; lo mismo pudieron votar por algún partido o candidato que expresar su inconformidad con algunas políticas y proyectos gubernamentales.
Quizá, algunos candidatos o candidatas que ganaron atribuyan su triunfo electoral a su imagen personal, atributos propios, liderazgo, propuestas o ideas; lo cierto es que al parecer la gente reacciono ante el llamado de muchas voces de actores y actoras líderes de opinión y de la sociedad en su conjunto para que los electores dieran sentido de utilidad a su voto y fue así como la ciudadanía logro que no fuera el dinero, las dadivas, ni la propaganda y la publicidad lo que definiera la victoria de quienes ganaron. Así quedó demostrado que la posibilidad de ser electo no la da el estar y quedar bien con los de arriba sino en la vinculación social y sentido de pertenencia con la comunidad que pretenden gobernar o representar.
El poder ciudadano se impuso y hoy los y las triunfadoras deben tener claro que con quien deben mantener su alianza es con la ciudadanía; la fuerza de la sociedad quedó demostrada y más allá de partidos políticos la gente con su voto envío un mensaje a las estructuras de poder, a la política y los políticos en el sentido que quien manda es el pueblo; los partidos proponen y los ciudadanos disponen. Ojalá que los nuevos ediles y Legisladores entiendan que hoy más que nunca deben servir con honestidad y eficiencia, ser humildes en el mejor sentido y tener presente que la soberbia, la arrogancia y la simulación, son los peores consejeros de la política y los políticos.